Yolanda Domínguez, artista visual

Así se combate el machismo digital: “No vemos a mujeres representadas como directivas, debemos transmitir la diversidad de roles”

Yolanda Domínguez, artista visual.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

Mujer blanca, joven, delgada, con un canon de belleza impuesto y en posturas inimitables que se alejan de la realidad. Es el patrón que se repite en las imágenes que representan a las mujeres en la publicidad, la moda y muchas veces en los medios. Una representación que está relacionada con nuestra historia del arte, que ha sido contada tradicionalmente desde una visión masculina y que ha creado un imaginario incompleto y distorsionado porque “solo tenemos la versión masculina de lo que son las mujeres y el gran problema es que lo seguimos copiando, difundiendo y reforzando sin ningún tipo de reflexión”, explica Yolanda Domínguez, artista visual que lucha contra el machismo digital. Para ello, propone que seamos más conscientes con las imágenes y nos preguntemos qué se nos está transmitiendo sobre lo que es ser hombre o mujer.

La carga social que se perpetúa a través de las imágenes afecta tanto a hombres como a mujeres. Por un lado, a ellas se las relaciona constantemente con la debilidad, la sensibilidad, la belleza… Y, aunque no es malo en sí representar la belleza del cuerpo femenino, sí lo es que no se dibuje a las mujeres en otros contextos. “No se nos enseña a valorar la diversidad de cuerpos y roles”, ya que en esas imágenes “no vemos a mujeres representadas como directivas o deportistas”. Aunque Domínguez es optimista y cree que las cosas empiezan a cambiar, sí que insiste en que esta es la realidad que aún se transmite. A los hombres, por su parte, se les representa como héroes, poderosos, alejados del papel de sensible o de padre amoroso, por ejemplo. Por ello, el fin debe ser que la sociedad en su conjunto pueda desligarse de esa carga y poder elegir libremente ya que hay opciones que no están representadas. Si un hombre quiere llorar, no tiene esa opción representada, al igual que las mujeres no tienen referentes sobre liderazgo y éxito.

Todas las mujeres que se escapan de ese canon de belleza establecido no están normalizadas, explica la experta. “Con ello pensamos que nuestro cuerpo si no encaja en ese patrón está mal y tenemos que combatir esa situación y comprar productos…algo que le viene muy bien a la industria de la belleza, que se lucra con nuestra frustración y nuestro miedo a no encajar”. Aunque el público cada vez es más crítico con la publicidad, ya que las redes sociales te permiten un contacto directo con las marcas, Domínguez explica que esta apenas ha cambiado, algunas empresas intentan hacer un lavado de imagen pero “en cuanto rascas un poco, se ve que no es un cambio profundo” e insiste en que “no hay que conformarse y continuar luchando”. No obstante, valora muchos de los movimientos que se han generado en las redes sociales en este sentido, como el body positive.

La artista utiliza a menudo el humor en sus trabajos. “Es una técnica que te permite evitar esa primera barrera que suelen poner muchas personas cuando estás tratando de hacer algún tipo de crítica, pero al final el trabajo se capta”. Así se puede apreciar en proyectos como Poses, una crítica a la representación de la mujer en las editoriales de moda. “Esas mujeres desparramadas, extremadamente delgadas, sumisas, enfermizas, absurdas…” En ese trabajo de Domínguez, varias mujeres imitaron estas poses de las modelos, pero en situaciones cotidianas y fuera de ese contexto de la moda, lo que causa risas entre el público, aunque el fin es reflexionar sobre su significado.

Las imágenes también potencian la violencia hacia las mujeres, algo sobre lo que la artista recalca que hay que cuestionar y revisar. Ese papel de dominancia del hombre frente a la mujer que vemos a menudo en anuncios y que pasa casi desapercibido a nuestros ojos, pero que en realidad cala en nuestro imaginario y decide el papel que cada uno ocupa en la sociedad. Una manera efectiva de apreciar que no se trata de conductas que deberían ser normales es transmitir esas imágenes a los niños y niñas, pues “son capaces de detectar cosas que las personas mayores hemos dejado de ver porque las hemos normalizado”. Tras el ejercicio, los pequeños asocian siempre a ellas con la muerte, la enfermedad y la debilidad y a ellos con los superhéroes.

Con sus proyectos, la artista también ha reivindicado que las mujeres no son solo un cuerpo, que no se compran y que son igual de esclavas en todas las culturas. Mientras que en algunas sociedades se obliga a las mujeres a ocultar su cuerpo (como es el caso de utilizar un burka), en otras se espera de ellas que lo exhiban (lencería occidental). “Dos realidades tejidas por la misma tela: la sumisión a una mirada masculina y objetificadora, que se torna aún más alarmante cuando deja de ser impuesta para ser asumida como ideal”, resume la artista sobre su proyecto, visible en su página web. Y es que las imágenes no solo crean estereotipos de género, también fomentan el racismo, la homofobia o el clasismo.

Esa presión sobre la imagen de la mujer puede apreciarse en trabajos como el de azafata, sector donde no se contrata a quienes no encajan en el ideal de belleza impuesto, o en el periodismo, donde es muy difícil ver en televisión a presentadoras que no sean jóvenes y consideradas guapas. En cambio, sí apreciamos a hombres con canas, arrugas y menos preocupados por su aspecto físico.

“No tenemos a mujeres valoradas por su trabajo, no estamos en los premios, no ocupamos puestos de responsabilidad, con lo cual, cuando se nos pide pensamos que no vamos a ser buenas”, afirma sobre el hecho de que las mujeres suelan mostrarse más inseguras a la hora de hablar en público, de ser entrevistadas, de escribir artículos en las columnas de opinión de los periódicos… “La cultura visual afecta a toda la construcción de nuestra identidad y a la seguridad que tenemos en nosotras mismas”.

Yolanda Domínguez asegura que, tras estudiar Bellas Artes, siempre le preocupó entender qué ocurre con las imágenes en el ámbito social, cuál es su lugar, qué función tienen y cómo nos afectan. “Empecé a investigar y me di cuenta de que influía muchísimo en la desigualdad y como mujer feminista me pareció que era una herramienta en la que tenía que trabajar”. De hecho, las imágenes las utilizamos todas las personas ya que no solo las consumimos, sino que las generamos y las compartimos. La artista está en Las Palmas de Gran Canaria para impartir una charla en Gran Canaria Espacio Digital y un taller este fin de semana. En estas acciones asegura que suele transmitir de dónde vienen los estereotipos y dar pautas y consejos sobre cómo cambiar esa desigualdad. La clave es utilizar las imágenes de forma consciente y comprometida.

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