Los peritos se contradicen y lían el 'caso del Mini'
Los seis informes periciales expuestos este miércoles, en la tercera y maratoniana (nueve horas) sesión del juicio por el atropello de tres personas en una avenida de Santa Cruz de Tenerife, lejos de aclarar cómo ocurrió el suceso, lo han complicado más, hasta el extremo de que ahora sí que no está claro si los dos acusados de estas muertes circulaban con los semáforos en verde o en rojo, o si las víctimas cruzaban o no por el paso de peatones, dos datos esenciales para determinar el grado de culpa.
Ninguno de los peritos coincide. Ni siquiera ha quedado claro si uno de los atropellados impactó con su cabeza en el coche que lo arrolló o si, tras ser volteado se golpeó con el imbornal de una alcantarilla. De lo único que no se duda, y recalcó la Guardia Civil, es que si ambos coches hubieran circulado a la velocidad obligada, 50 kilómetros por hora, las tres víctimas no habrían muerto. También que el Mini y el Polo debían llevar una velocidad similar nunca inferior a los 80 kilómetros por hora.
El atropello ocurrió el 28 de octubre de 2006, entre las 21:30 y las 21:38 horas, en la Avenida Marítima de Santa Cruz de Tenerife que prosigue como Avenida de Anaga. Los acusados son Pedro G.H.R, autor material del triple atropello, que dio positivo en la prueba aspirada de alcoholemia (0,35 gramos), conductor de un Mini Cooper. El otro acusado es Javier R.B.L., que circulaba por delante del Mini a bordo de un muy llamativo Volkswagen Polo Adventure de edición limitada.
Los peritos neutrales, es decir, los especialistas del Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico de la Guardia Civil, ERAT, llevaron a cabo hasta cinco reconstrucciones diferentes de cómo pudo ser el accidente, hasta lograr cuadrar con la más lógica a vista de los efectos, es decir, impactos de los cuerpos contra el Mini, hallazgos de restos biológicos en el coche, calzada y aceras, y desplazamientos de los cuerpos, conjugado todo ello con los testimonios de varios testigos.
Desajuste horario entre cámaras, Policía Local y 112
A pesar de ese trabajo, no lograron determinar con seguridad la velocidad de los dos coches, que calculan entre los 91 y los 100 kilómetros por hora, pero puede ue menos o más según dónde fuese el impacto,esto es, que tampoco pudieron precisar si ese arrollamiento tuvo lugar varios metros antes del paso de peatones, en el paso, o metros después, ni en qué fase se hallaban los semáforos. “Unos estaban en verde, otros en rojo y otros en ámbar”, dijo un superior de la ERAT.
Un testigo aseguró que se puso a su favor el semáforo en verde para girar a la derecha en una intersección con la Avenida Marítima cuando vio pasar al Mini “más que deprisa” por delante suyo. “Por fuerza tenía que tener su semáforo en rojo”, pero los agentes no lo tienen claro, entre otros motivos, porque las cámaras de seguridad del Cabildo, a pocos metros de donde ocurrió el suceso, no tienen la hora ajustada a la real, y tampoco coincide con el ajuste horario del Servicio de Emergencias y ninguno con el de la Policía Local.
Según estos especialistas, el Volkswagen nunca supuso un obstáculo visual para el Mini, lo mismo que sostiene el abogado de Javier, pero totalmente opuesto a lo que aseveran el ingeniero Sixto Troya, perito de la acusación particular, y el ingeniero Eduardo Guevara, perito contratado por el padre de Pedro.
Los agentes de la ERAT también se mostraron en su informe seguros de que una de las víctimas, un varón de 67 años, se fracturó la cabeza al golpear de lleno contra el montante del parabrisas. “El atropello fue como fue. Si apenas dejó restos biológicos en el Mini fue porque el impacto fue muy fuerte y el cuerpo salió despedido”, explicó el mando portavoz.
Añadieron que no era posible que algunosde los cuerpos hubiese sido transportado unos metros sobre el capó del Mini, frente a lo que aseguran el propio Pedro, el perito de su defensa y varios testigos, lo que según éstos explicaría el susto de Pedro tras darse cuenta del suceso, por lo que tardó en reaccionar hasta llamar al 112.
Rifi rafe en la sala
Sixto Troya, contratado por el abogado de la familia de los fallecidos, coincide con la Guardia Civil en que el Mini no pudo llevar un cuerpo encima (“No hay marcas de ello en el capó”), e insistió en que los peatones cruzaban por su paso reglamentario, ya que es el camino más corto entre acera y acera además de que una de las víctimas tenía la movilidad muy mermada.
Tras un rifi rafe en plena sala entre este perito y el abogado de la defensa de Javier R.B.L, y de que este letrado increpara al magistrado por considerar que no le permitía tanto tiempo en su interrogatorio como al abogado de la acusación, la vista oral se reanudó con tensión en la sala. Pocos minutos después de este suceso, el conductor del Mini gritó a Troya que era un mentiroso por negar que tuvo al menos un cuerpo sobre su capó.
Félix Ríos, criminalista de la defensa del conductor del Polo, aumentó aún más si cabe la confusión al declarar que no hay forma segura de saber que pasó con los semáforos, con el paso de peatones, con los peatones, con los coches, con cómo fue el atropello, sus verdaderas circunstancias, ni con la fiabilidad de los testigos. Se espera que este jueves el juicio quede visto para sentencia.