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Del sol de Ghana al sol de Canarias: 14 fotos y dos audiovisuales para mostrar la presencia africana en la cultura canaria

Obra del autor Seth Abea en la exposición Ewia-Magec. Foto: Seth Abea

Alicia Justo

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La conciencia de la aportación de las comunidades africanas y afrodescendientes a la cultura canaria está en construcción en los últimos años en el Archipiélago. Este trabajo viene marcado predominantemente por las personas procedentes o descendientes de Latinoamérica o África, que reivindican a través del activismo o del arte la convivencia de las múltiples identidades que hay en las Islas. Un último ejemplo de ello es la exposición audiovisual que lidera el artista canario de orígen ghanés, Seth Abea, que tiene lugar en el Casa-Museo Antonio Padrón-Centro de Arte Indigenista de Gáldar. Es un compendio de 14 fotografías y dos audiovisuales que visibilizan la contribución de las personas afrodescendientes a la construcción de la sociedad canaria, un mosaico cada vez más diverso. “Con la exposición, busco mostrar el orgullo de pertenecer a dos raíces, a dos mundos y demostrar la multiculturalidad que hay en Canarias” asegura. 

Ewia-Magec, traducido en De Sol a Sol, en twin, dialecto ghanés y en amazigh, el idioma de los antiguos canarios, usa de hilo conductor al astro rey para construir a través de la luz la esencia de la multiculturalidad de Canarias. De este modo, se presentan imágenes llenas de luminosidad donde elementos propios de culturas africanas como las peinetas de los pelos afro, los collares o coronas, todos ellos símbolos de orgullo, empoderamiento y fertilidad, se funden con el paisaje volcánico, arenoso u oceánico, es decir, con “la tierra madre”, como Seth expresa, y que definen también a Canarias. “El calor, los colores y el sol, que da en todos lados, son elementos que tenemos en común y que me llevan a los dos mundos”, confiesa su autor. 

En la muestra se incluye, al mismo tiempo, un corto documental titulado Intrahistorias dirigido y realizado por Rowland Oladipo Olajide y dedicado a su madre, quien relata en primera persona la travesía que ambos realizaron en patera desde Nigeria hasta las Islas Canarias cuando él todavía era un niño. En la segunda de las piezas audiovisuales, la poeta y activista afrocubana Ivette Dalianna pone palabras a una secuencia de imágenes grabadas por Seth y que recogen, de la misma manera que el resto de sus obras, la esencia de la multiculturalidad. 

La elección de este espacio para albergar la muestra, aunque ha sido casual, como señala el artista visual, puede interpretarse como un guiño a un pasado que se repite, al alojarse en su interior piezas como Composición canaria de Felo Monzón, en la cual se refleja una parte de la fisonomía canaria a través de rostros negros. La vuelta a este espacio, de manera simbólica, de una exposición que muestra la diversidad de rostros, experiencias y saberes que componen la cultura canaria evidencia, una vez más, que las sociedades han estado sujetas a la movilidad humana a lo largo de la historia. 

En este sentido, Seth señala que este proyecto puede servir para dar cuenta de la reticencia que hay en las Islas a admitir que esta es una comunidad multicultural, conformada por personas que han venido de fuera, que han salido y han vuelto a entrar. De culturas procedentes de Venezuela, Cuba, Marruecos y más países africanos. “Debemos estar orgullosos de esto y poder mostrar al mundo una de las cosas que nos enriquece y nos hace únicos, que no es sino la mezcla de culturas que pueden convivir en un entorno”, sentencia. 

“Pertenecemos al aquí contra cualquier tiempo verbal”

En uno de los cortos, a través de la palabra hablada, Dalianna intenta reflejar el sentimiento de identidad y construye un relato que versa sobre el significado de tener dos o varias culturas detrás. “Ser esas personas que son tanto de aquí como de allá, que al final terminas sintiéndote en un limbo espacio tiempo. Por eso, una de las frases que digo es que pertenecemos al aquí contra cualquier tiempo verbal”.

Para ella, reforzar o mantener esta identidad es un reto ya que las personas migrantes, una vez que se encuentran en la sociedad receptora, van a intentar por todos los medios adaptarse a su nuevo entorno. Argumenta que por este motivo, “intentan homogeneizar sus acentos, sus culturas” con el único fin de adaptarse. “Ante eso hay que abrazar esa doble identidad. Por mucho que la cultura eurocéntrica sea la predominante, también tenemos que visibilizar esa otra parte nuestra”, destaca. 

En el refuerzo de esa identidad es clave el trabajo en red que las comunidades africanas, afrodescendientes o migrantes están llevando a cabo. Gracias a este tejido, Dalianna señala que pueden visibilizarse, pueden sentir esa base de apoyo y compartir todas aquellas cuestiones y problemáticas discriminatorias que como personas afrodescendientes, africanas o migrantes sufren.

Sin embargo, reconoce que este apoyo comunitario no tiene el mismo alcance que puede tener la cultura local. “Al final en la política hay un sesgo racial enorme. La parte institucional española es eminentemente racista. Hay un racismo institucional, como la Ley de Extranjería, con unas cargas que hacen que la persona migrante o afrodescendiente no se pueda incorporar a la sociedad española en igualdad de condiciones”. 

Contra esto, el recurso del arte puede ser un arma muy potente. “Si hay una forma en la que podemos ser completamente escuchados es a través del arte”, subraya Dalianna. Según sus palabras, el arte puede ser un lenguaje subliminal que transmita una serie de valores, conocimientos y culturas para que sean recibidos, independientemente de que la persona pueda carecer de información acerca de esa cultura. Es una aproximación sin estereotipos. “Si queremos construir una sociedad que sea más inclusiva, donde cada individuo históricamente oprimido tenga su espacio para expresarse, la mejor herramienta es el arte, porque ahí no se evidencia la ideología, ni ningún otro aspecto”, incide.

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