Vacunación, mascarillas y test rápidos: los aliados para frenar la 'tormenta perfecta' de gripe y COVID

Una enfermera pone una vacuna contra la gripe.

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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La “tormenta perfecta”. Es el símil que suelen emplear los expertos para definir el escenario que se avecina por la coexistencia de la gripe estacional y otros virus respiratorios con la pandemia de COVID-19 a partir de este otoño. Es la expresión que utilizó en comisión parlamentaria Amós García, jefe de sección de Epidemiología en la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias y presidente de la Asociación Española de Vacunología, para advertir de que esta convivencia puede generar aún más estrés en el sistema sanitario y llevarlo al colapso. También el Servicio Canario de Salud (SCS) alertaba en agosto, en su plan estratégico de gestión de la actividad asistencial según la evolución de la infección por SARS Cov-2, que esta situación supondrá “un reto importante” para el sistema de salud en el Archipiélago.

Amós García sostiene que el arma más eficaz para combatir esa tormenta es incrementar la cobertura de la vacuna antigripal. “Si conseguimos aumentarla, junto a las medidas de barrera física que ya tenemos, este año podemos darle un golpe a la gripe y que apenas tenga presencia en nuestro medio”. Australia es el espejo en el que se fija Canarias. En el país más grande de Oceanía se registraron durante el pasado otoño-invierno (entre marzo y septiembre) 36 muertes por gripe, un 90% menos que en el año anterior (430). Los casos de influenza cayeron un 80%, una dinámica que también han seguido otros países del hemisferio sur. “El descenso fue brutal porque vacunaron una bestialidad y el uso de las mascarillas, distancia social y lavado de manos contribuye a impactar no solo sobre la gripe, sino sobre otras patologías transmisibles”, explica. 

El Gobierno regional inició la pasada semana la campaña de vacunación antigripal de esta temporada con un ambicioso objetivo que sigue la senda marcada en todo el territorio nacional. “El objetivo propuesto es llegar en la población mayor de 60 años a un 75%. Es complicado porque hay que sumar veinte puntos de cobertura (la media de los años precedentes se sitúa entre el 53 y el 57% en la población de riesgo) y eso es difícil, pero tenemos que hacer un esfuerzo porque estamos en pandemia”. Los datos de la primera semana son esperanzadores. Entre el 15 y el 22 de octubre se vacunaron contra la gripe 73.958 personas en Canarias, un 83% más que en el mismo periodo del año anterior, según el balance ofrecido por la Consejería de Sanidad. Más del 60% de ellos (45.565) pertenece al grupo de riesgo de mayores de 60 años. Entre el colectivo de enfermos crónicos menores de 60 años han sido 14.375 los que han acudido a los centros de salud del Archipiélago para protegerse de la enfermedad. En esta primera semana también se han vacunado 1.167 mujeres embarazadas o en periodo de puerperio, 2.713 sanitarios (2.382 en hospitales y centros de salud y 331 en residencias), 673 trabajadores no sanitarios que ejercen en centros sanitarios y sociosanitarios, 1.087 empleados de servicios públicos esenciales y otras 8.018 personas con indicación. 

Canarias ha adquirido por un importe de 1,75 millones un total de 320.000 dosis, una cantidad a la que se le sumaran otras 60.000 que aporta el Ministerio de Sanidad.  

La última temporada de gripe estacional en Canarias comenzó la primera semana de octubre de 2019 y concluyó el 17 de mayo de este año. El umbral epidémico (índice a partir del cual se comienza a hablar de epidemia) se situó en los 101,05 casos por 100.000 habitantes y se superó nueve semanas entre enero y marzo. La incidencia más alta se alcanzó a principios de febrero, con 318,54 casos por 100.000 habitantes. En este periodo, según recoge el último informe del sistema de vigilancia de la enfermedad, fueron hospitalizadas 914 personas, 249 de ellas de gravedad, y fallecieron 36, de los que 23 tenían más de 65 años. Hay un dato significativo. De esas 36 personas que murieron, solo 15 disponían de registro vacunal y 13 de ellos no se habían vacunado esa temporada, al igual que el 88% de los pacientes hospitalizados graves. 

Amós García recalca que todos los años se producen “complicaciones, hospitalizaciones, ingresos en UCI y fallecimientos” derivados de la gripe en el colectivo de personas no vacunadas y que la tensión a la que este virus estacional somete al sistema sanitario puede verse agravada con un repunte de los casos de COVID-19. No es la única amenaza. El epidemiólogo señala que se pueden producir “problemas de diagnóstico diferencial” entre la gripe y el SARS CoV-2 que se solventarían “si la población vulnerable estuviera vacunada” de la influenza. “Pero es más, yo puedo estar enfermo de gripe por no haberme vacunado, ser vulnerable, y a la vez ser infectado por el coronavirus, tener una coinfección. Esto ya está evidenciado en la literatura, con lo cual la posibilidad de resolver mi cuadro clínico va a ser mucho más compleja”, añade.  

El epidemiólogo admite que el escenario que se plantea es “tremendamente endiablado”. “Queremos vacunar de la gripe mientras le pedimos a la población que en la medida de lo posible, salvo circunstancias necesarias, no acuda al sistema sanitario. Y le estamos diciendo a la población vulnerable que vaya a vacunarse, con lo cual estamos creando una situación complicada”. ¿Cómo se ha intentado solucionar esta paradoja? En primer lugar, planificando la campaña a través de cita previa para evitar las aglomeraciones. Además, desde el área de Salud Pública se ha solicitado a los distintos centros que se habilite, siempre que se pueda, un circuito diferenciado de acceso a los puntos de vacunación del resto de entradas al dispositivo sanitario. Si no se puede conseguir, por la propia estructura de las instalaciones sanitarias, las áreas de salud deben garantizar circuitos “completamente limpios”. 

García aboga además por promover la denominada “vacunación oportunista”. “Si una persona candidata a vacunarse de la gripe, por ser población vulnerable, acude a su centro de salud porque tiene programada una cita con su médico de cabecera o porque va a hacerse una analítica, pedimos que se aproveche esa visita para que se vacune sobre la marcha”, dice. 

Test rápidos de antígenos

Otro de los aliados para limitar los efectos de la coexistencia de la gripe y otros virus respiratorios estacionales con el SARS CoV2 son los test rápidos de antígenos para el diagnóstico precoz de la COVID-19, que ya se han comenzado a utilizar en Canarias. “Cualquier suma en el contexto de una pandemia es buena si la sabemos encauzar”, remarca García. 

“Estos test dan una esperanza, porque vamos a poder tener un diagnóstico en apenas 15 o 20 minutos”, apunta Ángeles Cansino, coordinadora de Atención Primaria-Especializada en Pediatría en el área de salud de Gran Canaria y miembro de la junta directiva de la Sociedad Canaria de Pediatría Extrahospitalaria (Sepexpal). La especialista admite que la coincidencia de síntomas entre los virus de transmisión aérea, en ocasiones “indistinguibles”, entraña una considerable dificultad diagnóstica, por lo que este tipo de herramientas, utilizadas siempre según las indicaciones, suponen una importante ayuda porque suman a su sensibilidad y especificidad para detectar o descartar la enfermedad su agilidad, sus resultados inmediatos.  

La principal causa de consulta en Pediatría, tanto en Atención Primaria como en urgencias hospitalarias, son las enfermedades infecciosas y, en particular, las que afectan a las vías respiratorias. Los menores de 14 años son los mayores vectores de propagación del virus de la gripe estacional. En su plan estratégico de actuación frente la evolución de la pandemia de coronavirus, la Dirección de Programas Asistenciales del Servicio Canario de Salud ya alertaba de que la clínica pediátrica COVID es “muy inespecífica” y que sus síntomas son “muy difíciles de diferenciar del resto de patologías infecciosas”. Además de esta clínica “solapable”, los profesionales sanitarios que atienden a este sector de la población se topan con otras dificultades añadidas, como puede ser el hecho de que la información se obtenga a través de un intermediario (familiar), de las complicaciones en la extracción de muestras, de exploraciones físicas “anodinas” en un buen porcentaje de casos.... 

“Si nosotros pensamos que tiene clínica compatible, lo primero que descartamos es la COVID”, relata Cansino, que advierte de que los test rápidos de antígenos no sustituyen a las pruebas PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa) en determinadas situaciones. “Cada prueba su indicación y su rentabilidad. La eficacia de los test rápidos desciende a partir del quinto día de infección”, destaca la pediatra, que añade que este tipo de herramienta no es útil para los cribados ni para los pacientes asintomáticos, excepto para aquellos que hayan estado en contacto estrecho con un positivo. Cansino recuerda que las últimas evidencias alejan a los menores del papel de supercontagiadores que se les otorgó al inicio de la pandemia. “El contagio mayor es de adulto a adulto o de adulto a niño. De niño a adulto es menor y de niño a niño es muy reducido”, señala. 

La especialista recalca la necesidad de mantener las medidas de seguridad e higiene. “Es lo que hemos pedido los sanitarios toda la vida para prevenir la gripe. Lavarse las manos, estornudar en el codo, tirar los pañuelos tras su uso... Lo que hacemos para la COVID vale también para el resto de virus que se transmiten por el aire”, como la gripe o el respiratorio sincitial. La profesional reclama también que se dote a los centros de salud de test de detección rápida (TDR) para la gripe, una herramienta que permitirá no solo ayudar al diagnóstico, sino también a “quitar ese mal que tenemos de utilizar antibiótico cuando la fiebre dura más de tres días”. “La gripe puede durar 7, 8, 10 días, y cuando tienes la confirmación del diagnóstico, ya estás más segura de no tener que poner antibióticos y eso es también un beneficio importante”. 

Cansino advierte que Atención Primaria ya está “sobrecargadísima”, con hasta 45 pacientes por pediatra en una jornada ordinaria, entre consultas programadas, forzadas y telefónicas, por lo que un incremento de la demanda asistencial llevaría a una situación de colapso. La pediatría también apela a la responsabilidad de la población, a que los padres no lleven a sus hijos al colegio si presentan síntomas compatibles con algunas de estas enfermedades infecciosas y que siempre consulten a los profesionales, priorizando la vía telefónica cuando no sea imprescindible acudir al centro de salud o a urgencias para evitar la exposición de los menores. 

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