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Los excrementos de conejo pueden contribuir a debilitar a las retamas del Teide

Parque Nacional del Teide.

Ana Santana / Efe

La Laguna (Tenerife) —
19 de julio de 2021 16:52 h

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La acumulación de excrementos de conejos en suelos del Parque Nacional del Teide afecta a las bacterias conocidas como rizobios, que aportan nitrógeno a las retamas, lo que disminuye la disponibilidad de este nutriente esencial para las plantas y puede debilitar el crecimiento del retamar.

Esta es la conclusión de un estudio sobre cómo la alteración de poblaciones de rizobios del suelo causada por las letrinas (acumulación de excrementos) de conejo puede estar afectando a la fijación del nitrógeno en el ecosistema del Parque Nacional del Teide en el que ha participado Laura Pulido, investigadora del Departamento de Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética de la Facultad de Farmacia de la Universidad de La Laguna.

En el estudio, que ha financiado CajaCanarias-La Caixa y ha sido publicado en la revista “Applied Soil Ecology”, han colaborado además la directora de la tesis de Laura Pulido, Milagros León, y los investigadores del área de Edafología Francisco Díaz y Jesús Notario del Pino.

Para los investigadores, repoblar el Parque Nacional del Teide con plántulas de retamas previamente inoculadas con estos rizobios sería una estrategia muy ventajosa, precisa en una entrevista a EFE Laura Pulido, que es estudiante de doctorado contratada FPU.

Laura Pulido señala que la retama del Teide, una especie endémica, está en situación de retroceso por el cambio climático y por la acción del conejo, un animal introducido en este espacio natural desde la Conquista y cuya población ha aumentado en los últimos años como consecuencia del calentamiento del ecosistema.

La retama es una planta leguminosa, como los garbanzos y la soja, pero no comestible para el ser humano, aunque “sí muy apetecible para los herbívoros”, y establece una relación beneficiosa con estas bacterias del suelo, los rizobios, que le proporcionan el nitrógeno que no encuentran en los suelos pero que sí puede captar de la atmósfera mediante esta simbiosis.

Es la leguminosa dominante en el Parque Nacional del Teide y el grupo de investigación se preguntó cómo estaba afectando a la fijación del nitrógeno en el suelo las deposiciones de conejo que, como cualquier excremento, contienen amonio y urea.

De hecho, el Parque Nacional tiene zonas de exclusión delimitadas con vallas para impedir el paso de los conejos y los investigadores comprobaron cómo el contenido de nitrógeno y la cantidad de rizobios era diferente, ligeramente superior, en las áreas a los que estos animales no pueden acceder.

También se observó que las zonas con conejos pueden afectar a la diversidad de otras bacterias asociadas a las raíces de la retama y se vio una mayor presencia de un grupo de bacterias que, si bien podría tener algún efecto beneficioso para la planta, no proporcionan nitrógeno.

Ello indica que la letrina de conejos parece afectar al número y diversidad de las bacterias presentes en el suelo y Laura Pulido subraya que estos animales se alimentan en particular de las retamas jóvenes, pues no pueden alcanzar a las de mayor porte.

“Pocas veces se tiene en cuenta la microbiología en estudios de los ecosistemas vegetales, cuando realmente la relación de las plantas con las bacterias del suelo, la microbiota, es parte esencial, especialmente los rizobios, en estos suelos volcánicos donde el contenido en nitrógeno es pobre”, explica la investigadora.

A ello se añade el que la retama se está adaptando mal a los mayores periodos de sequía que está conllevando el cambio climático, y los ejemplares jóvenes no prosperan al ser atacados por los conejos.

El objetivo sería inocular diferentes cepas de rizobios a la hora de germinar las plántulas de retama en invernadero y luego trasplantarlas, lo que ayudaría a tener plantas más fuertes y vigorosas con mayores probabilidades de supervivencia.

La retama es una especie “perdedora” ante el cambio climático porque, aunque es propia del paisaje de montaña, no se ha adaptado tan bien frente al aumento de temperaturas y de sequía como otras especies, por ejemplo el “rosarillo de cumbre”, y encima los conejos se comen sus ejemplares jóvenes pero, resume la investigadora, “los rizobios ayudarán a salvar la planta”. 

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