El ingeniero Juan Braojos: “Hace 30 años el 99% del agua que se consumía en Tenerife era subterránea y hoy es menos del 75%”
“Hace 30 años el 99% del agua que se consumía en Tenerife era subterránea y hoy es menos del 75%”. Así lo expresó el ingeniero técnico de Obras Públicas e hidrólogo, Juan José Braojos Ruiz, que abrió el ciclo de conferencias Cuestión de Equilibrio. El Agua en Tenerife, Tradición y Vanguardia, organizado por la Fundación Cultural Canaria de Ingeniería y Arquitectura Bethencourt y Molina, en colaboración con la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (RSEAPT).
Durante su disertación, explicó que la lluvia, junto con la nieve, y la llamada lluvia horizontal configuran el inicio del ciclo integral del agua y constituyen la base de los recursos hídricos convencionales “tradicionales”: las aguas superficiales y subterráneas. Según afirmó, la precipitación total anual media que recibió Tenerife entre 1944/45 y 2014/15, fue de 958 hectómetros cúbicos, de los cuales, 326 recargan el acuífero basal, donde se aloja la gran reserva de agua de la que se ha suministrado la isla.
El ingeniero resaltó que la disponibilidad de recursos convencionales tradicionales está “absolutamente ligada” a la extracción de las aguas subterráneas por pozos y galerías, donde se almacenan según los tres tipos de estructura que lo caracterizan: paredes verticales impermeables (“interdiques”), sobre capa (donde el agua no encuentra obstáculos y discurre hacia el mar) y el acuífero de Las Cañadas, dividido en dos grandes “cubetas”.
Un repaso a la histórico
La disponibilidad hídrica de Tenerife a mediados del siglo XIX la aportaban algunos pozos costeros y los de la Vega de La Laguna, pero con caudales muy escasos. Eran los nacientes naturales los que ofrecían la mayor cantidad de agua. La superficie freática estaba entonces muy cerca de la superficie del terreno y en los barrancos con grandes saltos se producían manaderos con caudales muy importantes. En este punto, recordó que entonces se hablaba de los ríos de Tenerife, como en Aguamansa, en Güímar, en Adeje, y algunos barrancos de Anaga, Arico, Granadilla...
Por entonces, la disponibilidad hídrica de la isla era de unos 22 hectómetros cúbicos al año, pero había grandes desequilibrios territoriales, puesto que la vertiente norte disponía del 80% de la producción, frente al 20% del sur. Además, más del 50% de los recursos que se generaban en la vertiente norte se concentraba en el Valle de La Orotava. Por otro lado, la escasez de canalizaciones y la precariedad de las existentes daba lugar a que el aprovechamiento no llegara siquiera al 50%.
Braojos explicó que en 1840, cuando se proyectaban los lavaderos de Santa Cruz, la escasez de agua dio lugar a que naciera la primera galería en la isla. El Ayuntamiento se propuso incrementar el caudal de los nacientes de Aguirre usando un barreno para perforar “pozos artesianos” traído de Inglaterra; pero las primeras experiencias no dieron resultado y fueron unos particulares quienes, previo permiso del consistorio, pusieron el barreno en manos de un súbdito francés que sabía utilizarlo y, a resultas, surgió la primera perforación horizontal del subsuelo en Tenerife en busca del agua: la galería-naciente La Cueva del Francés. Se alumbraron apenas 10 o 20 pipas, pero supuso el punto de partida para más perforaciones y la creación de sociedades y empresas de investigación, explotación, canalización y aprovechamiento de agua subterránea.
En 1915, existían ya 300 galerías en la isla, la mayoría pequeñas galerías naciente, que aportaban un caudal conjunto de 23 hm3/año que junto con el alumbrado por pozos y nacientes, conformaban una disponibilidad de 33 hm3/año; es decir, en 75 años y con 50 kilómetros perforados de subsuelo, solo se incrementó en 11 hm3/año. Sin embargo, sí destacó la evolución durante el siglo XIX de la canalización del agua desde las zonas en las que se extraía hasta las de consumo, puesto que se logró incrementar el aprovechamiento de las disponibilidades por encima del 80%.
Siglo XX
El ingeniero destacó que, a principios del siglo XX, la carencia de agua en Santa Cruz indujo al Ayuntamiento a un nuevo proyecto: trasvasar el agua de los nacientes de Roque Negro, en Anaga norte, hasta Los Catalanes, en Anaga sur, mediante la ejecución de un túnel. En 1912, a 613 metros de la boca sur surgieron, tras un dique, más de 1500 pipas/hora, (lamentablemente en el suceso perdieron la vida cinco operarios); se había contactado con el acuífero basal.
Años más tarde lo haría la galería convencional Los Huecos en Arafo. Se iniciaba así la explotación, mediante galerías, del gran acuífero.
Pasada la Guerra Civil española, explicó, la exploración del subsuelo en busca de agua se intensificó dando lugar a nuevos y caudalosos alumbramientos que hicieron que la disponibilidad de agua fuera casi equivalente en ambas vertientes y que en 1950 creciera hasta160 hm3/año y hasta 255 hm3/año en 1965, su techo histórico. A partir de1950, la extracción de agua subterránea superó a la recarga de la lluvia.
El abatimiento del techo del agua dejó colgadas por encima y secas a las galerías más altas. Los caudales de los nuevos alumbramientos no compensaban los perdidos en las galerías que se agotaban; consecuentemente, se inició el imparable descenso de la producción de agua de galerías y con ello la disponibilidad hídrica insular, que hubo que sostener con la entrada en escena de los pozos- sondeo. Más adelante, a finales de los ochenta, el Plan de Balsas de Tenerife pone en servicio más de 20 hm3/año de agua de galerías que en los meses lluviosos se arrojaba a los cauces de barranco. Por esas fechas el sector privado contribuyó de nuevo a recuperar los caudales perdidos incrementando la extracción de agua en los pozos e implantando en la isla las primeras desaladoras de aguas de mar (varios hoteles del sur, Cepsa, Unelco).
“Sin remedio, el sector público tuvo que recurrir también a los recursos no convencionales. En 1993, con las aguas regeneradas (EDAR) y, en 1996, con el agua de mar desalada (EDAM); iniciativa que secundó el sector privado. De las 44 desaladoras existentes, 40 son privadas y 4 públicas”, apostilló.
El hidrólogo concluyó que, aunque los recursos convencionales seguirán descendiendo, especialmente los alumbrados por las galerías, el agua subterránea podría seguir suponiendo en el futuro la mitad de la oferta hídrica insular. “Siempre contaremos pues, recalcó, con agua subterránea”.
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