La fisura de un pozo con aguas negras activa al Seprona y vuelve a destapar las vergüenzas de la gestión del agua en Tenerife

Vista aérea del polígono industrial La Campana, en El Rosario, Tenerife

Iván Alejandro Hernández

Santa Cruz de Tenerife —

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Un pozo absorbente ubicado en la urbanización Costanera I, en el municipio tinerfeño de El Rosario, sufrió el pasado diciembre una fisura en una de sus paredes que provocó vertidos hacia la costa y el cierre del litoral de Bocacangrejo, las playas de Radazul y la de La Nea. Las aguas negras que corrieron por una ladera hasta el mar han destapado irregularidades en la gestión de la red de saneamiento que han llevado al Seprona a abrir una investigación. Un caso más que vuelve a poner de manifiesto las carencias que sufre la Isla para cumplir con el ciclo integral del agua.  

En concreto, Costanera I recoge las aguas urbanas de 600 habitantes aproximadamente, pero también las industriales del polígono La Campana en el que operan unas 300 empresas. El Ayuntamiento de El Rosario, gobernado por IR-Verdes y Sí se Puede (SSP), ha declarado que medio centenar de entidades no cumplían la normativa en la gestión de residuos. “Algunas estaban conectadas irregularmente a la red de abastecimiento y consumían agua por encima de los límites recomendables”, explica la primera teniente de alcalde, Sara Cabello. 

La conducción por la que discurre el agua industrial desde el polígono hasta el pozo de Costanera I se construyó bajo la autopista TF-1 de forma irregular y sin autorización hace aproximadamente una década. “Aguantó diez años con una presión de agua que provocaba que muchas veces la tuviéramos que sacar con cubas”, reconoce Cabello, quien añade que cuando se ha producido la fisura “queda todo a la vista y se pone de manifiesto que está habiendo un mal uso de la red de saneamiento”. Por ahora, ha podido comprobar que no solo se han vertido aguas negras, “también aceite”, y se ha hecho un análisis en el que han comprobado que hay productos muy tóxicos “que nunca deberían llegar al mar”. 

Aunque antes de realizar un estudio para sacar una conclusión sobre el impacto medioambiental dice que lo prioritario es frenar los vertidos. Para ello, el alcalde de El Rosario, Escolástico Gil, anunció que se destinarán 700.000 euros para realizar varias intervenciones, algo que “va a significar un quebranto económico para las arcas municipales” y llevará a ejecutar “recortes” en otras áreas.

Como medida cautelar ha paralizado las actividades de las empresas del polígono de La Campana y ha desconectado la tubería que conectaba esta zona con Costanera I. Por ahora, el efluente del pozo vaciado con camiones-cubas y almacenado en la estación de bombeo del polígono. La intención del Ayuntamiento es que las aguas residuales urbanas se puedan destinar a un segundo pozo, en Costanera II, que se diseñó a la par que la infraestructura que ha sufrido una fisura, e incluye una Estación Depuradora de Aguas Residuales.

Pero la solución del problema a largo plazo requiere, según el alcalde, la construcción de una estación de tratamiento de las aguas residuales en el polígono industrial de La Campana, una infraestructura acordada con el Cabildo de Tenerife en junio de 2018, cuando gobernaba Coalición Canaria, y que suponía una inversión de 10 millones de euros.

Aunque la Corporación insular actual, gobernada por el PSOE con el apoyo de Ciudadanos y Sí Podemos, en principio se negó a financiar esta obra porque “no tiene sentido construir una estación depuradora de aguas residuales que no tendría agua, que necesita una red de saneamiento que nutra a esa infraestructura”, relata el consejero de Transición Ecológica y Lucha contra el Cambio Climático, Javier Rodríguez, finalmente una moción de CC fue aprobada con los votos a favor de ese partido, PP y una concejal de Sí Se Puede para llevar a cabo la obra con fondos de la Corporación insular.

El consejero considera que en El Rosario el problema “está cronificado” y el alcalde ha reconocido que uno de los principales deficiencias que tiene el municipio es el saneamiento, trayendo a colación otros casos, como “en el Lomo Pelao, donde centenares de vecinos conviven con pozos colmatados y vierten a los barrancos las aguas negras”, las inundaciones en Tabaiba en 2010, cuando “no se produjo una catástrofe de milagro” o los vertidos tóxicos denunciados por la Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife de dos edificios de zona de baño en la misma zona. 

Esta situación no es exclusiva de El Rosario, pues la Isla necesita 1.000 millones de euros de inversión para tener una adecuada red de saneamiento, depuración y alcantarillado. En cuanto a los vertidos, la Agencia de Medio Ambiente de Canarias abrió en 2018 más de 100 expedientes por este motivo en Tenerife y la Unión Europea ha abierto expedientes a España por infracciones medioambientales por la gestión de aguas residuales urbanas en Valle de Güimar y Valle de Guerra, debiendo pagar 12 millones de euros por incumplir la normativa.

En Valle Guerra se construyó el año pasado la Estación Depuradora y Regeneradora de Aguas Residuales del Nordeste de Tenerife, que permitió pasar de un 50 a un 90% en el tratamiento. Y para tratar de solucionar la situación en el Valle de Güimar se construirán dos depuradoras, una de aguas residuales y otra de aguas industriales con una inversión de casi 20 millones de euros que entrarán en funcionamiento en 2021. 

Caso aparte es el litoral de La Hondura, en Santa Cruz de Tenerife, donde la Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias en la reciente etapa de Coalición Canaria autorizó a la Empresa Mixta de Aguas (Emmasa) seguir vertiendo aguas sin depurar al mar hasta agosto de 2021, cuando se prevé que esté en marcha la estación depuradora de aguas residuales en el barrio de Buenos Aires.

Además de estas infraestructuras, el Cabildo de Tenerife espera firmar en breve un acuerdo con el Ministerio de Transición Ecológica con un importe de 170 millones de euros para construir cinco grandes sistemas que multiplicarían por dos la capacidad de depuración de la Isla: en Granadilla, en San Miguel de Abona-Arona, entre Guía de Isora y Santiago del Teide (al oeste de Tenerife), en la comarca de Acentejo y en el Valle de La Orotava.

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