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¡Vamos de culo!

Camy Domínguez

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Creo que al paso que vamos jamás llegaremos a conseguir la plena igualdad entre hombres y mujeres. Es todo tan tan lento que, mientras unas se desviven en la lucha, dando incluso su vida para conseguir un mínimo avance (podemos ver casos como el de Malala, a quien casi le cuesta la suya el defender que las niñas de su país pudieran tener acceso a los estudios), otras secundan todo tipo de modas que lo único que hacen es caminar hacia atrás como los cangrejos.

Vengo a decir esto porque observo que desde hace unos pocos años están de moda los culos. (Sí, señora, no ponga esa cara de espanto, que no he dicho ningún taco; uso la palabra con conocimiento de causa, y como lingüista, por lo tanto hablo con propiedad). Y no me refiero solamente a que hoy en día todas las celebrities que se precien de tales sufran de una escoliosis aguda para sacarse fotos en las que salga su cara y su culo de frente en una misma toma, de modo que se vea que aquel escote lumbar es suyo y no de otra.

Fíjense bien en sus hijas o en sus nietas y me darán la razón. Ustedes, señoras y señores míos, gentes de mi edad y mayores, han visto con no poca complacencia cómo, apenas unas niñas en el comienzo de su desarrollo, de su pubertad, abandonan sus hogares en cualquier fría mañana para ir al cole con sus pantaloncitos cortos -o pantangas como las llamó alguno por no saber si son pantalones o tangas-, que dejan fuera y a la vista la mitad de las nalgas y si no, bastante que las insinúan bajo pretendidas medias de grandes rejillas o perneras holgadas.

También las han visto salir vestidas con una malla medio transparente que, si fuera color carne, parecería que van desnudas porque se ajusta a todos (¡todos, todos!) y cada uno de los pliegues de la mitad inferior del cuerpo. Ustedes las ven salir de casa y presupongo que nunca se hacen esa pregunta: ¿todo eso para qué? ¿Para ir al colegio a qué? ¿Nunca se han preguntado qué efecto causa en un colegio ir vestido así? ¿O en los chicos, ir con la mitad del calzoncillo por fuera? No hace mucho les observé en una clase que el lenguaje que usaban dentro del aula unos quinceañeros era totalmente sexualizado y perverso. Fuera imagino que lo era mucho más. Aquellos chicuelos se burlaron de mí, que no estoy en nada. ¡En fin! ¿Para qué discutir lo indiscutible?

Recuerdo el remilgo con que nos tapábamos el trasero en la clase de gimnasia si el chándal nos quedaba muy justo para que no se notara. También recuerdo la humillación que sentí una vez caminando por mi barrio cuando unas chicas con las que me encontré en dirección contraria me gritaron al pasar de largo que movía mucho el culo cuando caminaba. ¿Yo? Dios me libre, la discreción personificada como yo era… Y lo que me ruboricé al pasar delante de una obra, ya con mi carrera terminada y todo, cuando un albañil dijera no sé qué de mi culo, un piropo que nunca antes había escuchado. Y es que las chicas de mi generación y anteriores es como si no hubiéramos tenido culo. Ni cintura, ni pechos, ni nada, de tanto que lo ocultábamos. Y es que yo era bastante mayorcita cuando escuché por primera vez a una amiga comentar que no sé qué chico tenía un buen culo porque así lo dejaban ver sus vaqueros, así que los hombres tampoco parecían tener nada, ni siquiera cuando se pusieron de moda aquellos pantalones de los años 70 cuya cintura llegaba hasta el sobaco o poco faltaba. Nadie pareció reparar en si Mick Jagger tenía culo o no bajo aquellos leggins.

Y ahora vemos que esos artistas (ellos y ellas) se han dado al vicio del botox anal, de los implantes de nalgas (algunos por cierto muy horribles y desproporcionados), de los vaqueros colombianos con relleno y un sinfín de complementos absolutamente estrambóticos y yo diría que ridículos. Pero como no todos están contentos, si nadie se fija, lo pregonas tú y ya está: así hizo la paisana Omayra Cazorla quejándosele a Amancio Ortega para que hiciera los vaqueros con un poco de tela más, porque ella tiene su culo muy grande y ninguno le sirve. (¡A ver si va a tener razón la muchacha! Yo nunca me he comprado ropa de Zara, pero me muero por saber si Amancio le hace caso o qué).

Y encima se pone de moda en Instagram sacarse fotos enseñando el culo frente a un paisaje famoso. (Alucinará cuando le enseñe la de su nieta, doñita. Yo no le digo más).

Quizás a falta de cerebro o de valores le estamos dando al culo más importancia que la que ha tenido nunca en la vida. Y cuando hay personas, más que nada mujeres, que llaman la atención sobre esta parte de su cuerpo cosificándose hasta el punto de que valen tanto como su culo, que incluso se hacen un seguro por si le pasa algo a este, la cuestión es como mínimo para preocuparse. Me pregunto en qué acabará esto de la igualdad, pero vamos de culo…

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