Soria había dejado morir la empresa pública Magaturbinas de Arinaga en la creencia de que todo iría viento en popa a toda vela. Es decir, que la sociedad de su amigo y casero Javier Esquivel iba a obtener las autorizaciones para hacerse con los vientos de Gran Canaria sin despeinarse. Como la cosa se frustró, hay concurso y ahora llega Iberdrola, Soria ha decidido que lo mejor es reservarse para la iniciativa pública un porcentaje de entre un 20 y un 30% de la energía a otorgar (unos 40 o 50 megavatios) para destinar ese lote a la filantropía futura. Con el fin de estudiar la operación, Soria I reunió este jueves a su alrededor a los que tienen que ocuparse de hacer el trabajito: José Jiménez, Carlos Sánchez, Cristina Reyes, Rosa Rodríguez, José Luis Guerra, Larry Álvarez, Antonio Núñez, Celso Perdomo y, atención, el jefe de los Servicios Jurídicos y la jefa de Contratación del Cabildo. Ahí, con luz y taquígrafos. La intención es ir a un concursito (se dice así en el argot) para garantizarse desde lo público el control de una parte del negocio. Y dios, que todo lo ve, proveerá en el futuro.