Pues sí. La metedura de pata de Rivero la superó con récord olímpico la delegada del Gobierno al declarar a Hora 25, de la Ser, que se habían producido detenciones, sin concretar cuántas ni en qué isla o municipio. “No puedo hablar de eso porque frustraría las líneas de investigación abiertas”, repetía constantemente la delegada a preguntas del periodista, que le insistía en la necesidad de conocer datos al respecto. El resto del esperpento lo vino a poner la Guardia Civil la mañana de este jueves, cuando en una nota oficial desmintió a Hernández Bento al afirmar que no se han practicado detenciones y que, como mucho, han sido llamadas a declarar personas en calidad de testigos para ir acotando la investigación. El ridículo de la delegada fue colosal pero a ella pareció afectarle más bien poco porque antes de que llegara la hora del potaje y no contenta con haber metido la mata de manera tan sonada, fue y metió la otra. Claro que ha habido detenciones, enfatizó, y las ha practicado la Guardia Civil, el mismo cuerpo que lo había negado. Pero escuchando detenidamente las palabras de la representante del Gobierno de España logramos comprender por dónde ha querido llevar su mentira para tratar de ganar un pulso político que ha perdido por zafia: prestar declaración es estar detenido. Y dándole hacia adelante y hacia atrás a esos dos conceptos tan diferentes, la señora Hernández Bento cree haberse salido de su particular atolladero. Pues no. Prestar declaración ante la Guardia Civil no equivale a estar detenido, aunque se pueda prestar declaración una vez detenido, extremo que en este caso no se ha producido. Las personas interrogadas lo han sido por ser posibles testigos o simplemente por figurar en alguna lista de sospechosos a los que se les interroga para descartar su autoría. Pero no, no había habido detenidos. Mintió la delegada del Gobierno. Y mintió deliberadamente ante toda España. Un ridículo institucional inaudito.