Desconocemos los motivos, pero somos libres de hacer nuestras propias interpretaciones ante el hecho de que fuera Adán Martín, en persona, quien se encargara este miércoles de comparecer ante el Parlamento para hablar de inmigración, a petición de los socialistas. Lo primero es agradecerle que crea en esa institución y dé valor a lo que supone que un presidente se explique ante los representantes de los ciudadanos. Que aprenda Soria, si llega a tiempo, que tampoco pasa nada, que sus señorías ni muerden ni echan espuma por la boca. Lo segundo es preguntarse por qué el presidente sustituye en esa comparecencia a la consejera del ramo, nuestra cada vez más admirada Águeda Montelongo. Si lo hizo por la coincidencia de la fecha con la cumbre de la inmigración, tiene su aquél; si lo hizo para corregir el desaguisado en que metió a su Gobierno con lo de a mí la legión, tiene un pase. Pero si lo hizo porque no quería quedarse colorado por lo que pudiera decir la señora Montelongo, malo, malo. Porque tener en tu orquesta a tres músicos que interpretan las partituras según les viene en gana no debe ser muy alentador.