Nadie se ha entristecido con la decisión del fiscal de no meter mano a Adán Martín, lo que significa que, como temíamos, estamos en un archipiélago inmensamente feliz. Sí hubo, sin embargo, personas que se alegraron una barbaridad porque, entre otras cosas, podrán seguir hablando con naturalidad. Soria, por ejemplo, declaró que “como se prohíban ahora las conversaciones con empresarios u organizaciones sociales, no sé a qué nos vamos a dedicar, porque la labor de los políticos es escuchar, y si es posible, dar soluciones”. Quieto parado, que una cosa es una organización que defiende unos intereses colectivos y otra un empresario concreto. Pero, para no liarnos más, sugerimos desde aquí suprimir el artículo 429 del Código Penal. Más que nada para que Larry pueda bajar el volumen de su aparato de música cuando habla con un empresario en su despacho del Cabildo. De nada.