Además de los detenidos, el peor que lo está pasando en el escenario político teldense es el alcalde, Francisco Valido, que de repente se ha visto en la obligación de mandar, cosa que hasta hace pocas semanas le tenían prohibido Toñi Torres y Guillermo Reyes. El furor de la transparencia, de la investigación y de la aclaración de facturas se corresponde con el regidor que quiere transmitir que algo se puede salvar todavía. En la oposición, sin embargo, donde habitan muchos colmillos retorcidos del municipalismo, del comunismo, del movimiento asambleario y del nuevo socialismo, no creen que Valido pueda salvar la nave. Más bien le recomiendan que, tras un periodo prudencial (volvemos al intervalo de tiempo que va desde la rotura de la cáscara hasta la total cocción de la yema) el actual alcalde ha de presentar su renuncia, abandonar el Partido Popular y empezar de nuevo. Lo que no parece claro es que la aplastante tozudez de los hechos por llegar le permitan realizar cada uno de esos encargos. Más que nada porque sólo fuera del grupo de gobierno se respira tranqulidad absoluta.