Permítannos que nos explayemos hoy nuevamente en el tercer Soriagate, el que acaba de montar el presidente del PP canario en comandita con el periódico El Mundo y asiéndose como a clavo ardiendo a una denuncia presentada recientemente por un inspector de policía inasequible al desaliento. Al leer en El Mundo de el miércoles que volvían a incluirnos en una conspiración judeo-masónica para empañar el buen nombre del PP, nos constituimos a través de nuestros abogados en el juzgado correspondiente, de modo y manera que se nos notificara tan abracadabrante acusación. Nuestro gozo en un pozo: no estamos denunciados, salvo que su señoría, en el transcurso de la instrucción y a la vista de lo que pueda ir comprobando, encuentre que lo que siempre ha sostenido el abogado del tal Vargas fuimos unos niños malos. Ante la sorpresa de no estar denunciados hicimos las correspondientes indagaciones para verificar, en el entorno del denunciante, que no nos había incluido a nosotros. Confirmado tal extremo tenemos que preguntarnos, no sin cierta sorna, por lo que El Mundo, Soria y el PP han dicho de nosotros, que en la denuncia se presentan pruebas de una trama mediático-policial contra ese partido. Que nos lo vayan picando menúo, que lo queremos para la cachimba.