No parece haberle salido bien la jugada a Miguel Zerolo de dejar a Ángel Llanos colgado de la brocha incorporando al grupo de gobierno a tres concejales de la oposición que hicieran innecesarios los votos del PP. Primero le dijeron que no los concejales de Ciudadanos de Santa Cruz, tras un amago de romperse en mil pedazos los tres dirigentes que forman ese partido. A continuación consiguió el sí de Nacho González, capaz de matar un burro a pellizcones con tal de tocar poder, aunque sea en la segunda mitad del mandato. Luego tentó el alcalde a Ramiro Cuende, concejal socialista al que une una estrecha amistad solidificada gracias a muchas conversaciones y algunas parrandas. Cuende, arquitecto vinculado a importantes proyectos áticos en Santa Cruz, como la gran marina (uf, qué paralelismo) de San Andrés, parecía débil de espíritu, y a él se dirigió el alcalde. Pero el PSOE de Santa Cruz ha advertido al concejal que, de aceptar, sería objeto de expediente inmediato de expulsión. Y se convertiría en tránsfuga, de esos que ni Llanos quiere ver en pintura. De momento.