Lo que ha pedido Jorge Rodríguez sobre Luis Soria es un arma de doble filo, porque si bien es cierto que el entonces consejero acudió a la Cámara a informar cuando fue requerido por los grupos parlamentarios, más cierto es que mintió descaradamente en varias ocasiones. Lo hizo cuando definió el objeto social de Megaturbinas de Arinaga, la empresa que dejó morir su hermano Manolo desde el Cabildo para dejar el camino expedito a Promotora de Recursos Eólicos, la mercantil del casero más famoso a este lado del río Pecos. Pero también mintió Luis Soria cuando, para tratar de quitar importancia al pelotazo, llegó a afirmar que lo eólico no es negocio. Ya le contradicen, que sepamos, dos informes técnicos que tiene la comisión de investigación y, sobre todo, el sentido común: no son compatibles los centenares de ofertas a un concurso cuyo resultado iba a ser deficitario.