Estamos verdaderamente maravillados con las filigranas que es capaz de construir el periódico El Día para defender la honradez y la entereza moral de Antonio Alarcó sin hacer la menor referencia al fondo de la cuestión, es decir, a las graves irregularidades y el despilfarro por él protagonizado en dos organismos públicos del Cabildo de Tenerife. Ayer les acercábamos los artículos editoriales y de los dos lindos tigres de Bengala que acompañan a don Pepito en su reconquista guanche de Canarias. Hoy nos tenemos que referir a una entrevista de libro, de esas que deberían ser analizadas por los teóricos de la comunicación. Podríamos calificarla como entrevista ensortijada, o entrevista del bies, porque en ella se consigue de manera burda hablar de la bicha sin mentar a la bicha; defender al acusado sin relatar los cargos que se le imputan; de absolver al reo sin celebrar el juicio. El título de la entrevista prometía lo que luego no fue: “Se ha usado el Cabildo para afectar a un candidato al Senado”. Pero, al menos en la edición digital, que es lo que nosotros nos atrevemos a leer para no mancharnos los dedos, no se ofrecía ninguna explicación que desentrañara tan expeditiva afirmación. El periodista, bastante aleccionado por las alturas, cumplió a rajatabla el encargo con la primera pregunta: “¿Quién es usted?” Y tras eso, una admirable respuesta: “Soy un profesional con más de 34 años de experiencia como cirujano, que ha intervenido a más de 28.000 enfermos con anestesia total. Vitalista, comprometido con la sociedad que me ha tocado vivir y que está en política como servicio y no como beneficio, sin esperar nada a cambio”. ¿Esperar? ¿Para qué esperar?