Paraty: la joya colonial de Brasil a dos pasos de Río de Janeiro

La torre de Los Dolores sobresale entre la vegetación. Octavio Nogueira

Viajar Ahora

Cuando hay luna llena y sube la marea,las calles de Paraty se inundan con una ligera lámina de agua salada. Las casas blancas de tejados a dos aguas quedan fuera del alcance del mar aupadas en ligeros escalones de piedra que impiden que el agua entre. La marea viene, limpia los adoquines de las calles y se va tal cual. Así la diseñaron hace ya más de 500 años los colonos portugueses que llegaron al lugar en busca de los mejores campos para cultivar la caña de azúcar. Calles que reciben el agua y quedan limpias hasta la próxima luna que volverá a hacer que el agua entre y se lleve todas las inmundicias. Ingenio en épocas en las que hablar de alcantarillados u otras formas de saneamiento urbano no eran más que una quimera. Es un fenómeno único en el mundo y que se suma a lo que, sin necesidad de marea alguna, es una ciudad linda. Mucho más que linda, incluso. Preciosa.

Situada a medio camino entre Río de Janeiro y Sao Paulo, esta pequeña ciudad de poco más de 35.000 habitantes es una de las joyas coloniales del gigante sudamericano. En sus primeros siglos de existencia fue uno de los centros de producción de caña de azúcar más importantes de la colonia portuguesa y, posteriormente, punto de aprovisionamiento y puerto de salida de las riquezas de Mina, en la cercana Cunha en lo que se llamó Camino del Oro. Hoy, Paraty es uno de los destinos más singulares de Brasil; un lugar que aúna la belleza de la propia ciudad y un entorno en el que se juntan el bosque lluvioso y el mar en bahías increíbles y, dicen, más de 300 playas.

Un pueblo bonito

Junto a la desembocadura del pequeño Pereque Azú, se abre una planilla de calles en damero cuajadas de casitas blancas de una o dos plantas en las que se suceden antiguas iglesias, patios y plazas vedadas al tráfico rodado. Los coches no pueden circular por las antiguas rúas de Paraty. Sólo los pies de los viajeros y locales, las bicicletas y las aguas del mara cada marea de luna llena. Una de las características del lugar es el respeto por la historia; y eso se logra sólo a través de la veneración por el patrimonio: no es de extrañar, pues, que la ciudad esté empeñada en entrar en el selecto listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO . Y razones no faltan: no sólo es uno de los centros históricos singulares mejor conservados del país , sino que aúna su historia a la apabullante naturaleza de sus aledaños: Paraty posee extensiones de bosque atlántico de los mejor conservados del país .

Desde el Morro del Fuerte, aupados a las murallas del Castillo Defensor Perpetuo, junto a los cañones portugueses que aún apuntan hacia la bahía, podemos ver la ciudad en casi toda su extensión y gran parte del entorno. Los que hayan visitado a fondo el viejo mundo se acordarán de Portugal o de las Islas Canarias. Casas chatas y blancas de tejados rojos y, acá y allá, algún campanario de iglesia que rompe la monotonía horizontal. Como Nuestra Señora de los Remedios , germen de la ciudad y verdadera joya artística del lugar; o la preciosa Nuestra Señora de los Dolores , que aunque no posee la presencia de la parroquia matriz, es la más bonita de la ciudad. Iglesias que hablan de mucho más que religión y que sirven para ponernos en el contexto de una ciudad colonial vinculada al cultivo de la caña azúcar: Los Dolores se construyó por las élites de la ciudad para no mezclarse con los trabajadores pobres de origen europeo, que oían misa en Los Remedios; los mulatos iban a Santa Rita (dónde se ha habilitado un interesante Museo de Arte Sacro) y los negros a Nuestra Señora del Rosario y San Benito.

Azúcar… Esa es la clave que lo explica todo. Con ella llegaron la explotación de los indios, su exterminio y la necesidad de importar esclavos desde África. Los que quieran profundizar en la historia local pueden darse un salto hasta el Museo del Territorio (Dirección: Rúa André Rebouças, 39; Tel: (+55) 24 3371 6107; E-mail: contato@museudoterritoriodeparaty.org.br ) dónde se hace un repaso a la historia local a través del uso del territorio por sus habitantes. Ahí se habla del Azúcar, del oro, del aislamiento que posibilitó la conservación de la ciudad, del turismo que empezó a llegar en los 70. No es mala idea alternar playa con un poco de cultura y conocimiento. Y acercarnos hasta la Casa de La Cultura (Dirección: Rúa Dona Geralda, 177) para, más allá del contenido, ver el continente y conocer una casa colonial de clase alta por dentro.

Hoy el casco histórico está cuajado de posadas, hostales, restaurantes y pequeños comercios. Algunos extemporáneos y otros auténticos: como el Armazém da Cachaça (Dirección: Rúa Maria Jácome de Melo, 279; Tel: (+55) 24 3371 7519) y el Empório da Cachaça (Dirección: Rúa Dr Samuel Costa, 22; Tel: (+55) 24 3371 6329) dónde se puede comprar y beber la estupenda Cachaça local, aguardiente de caña de azúcar base de la célebre Caipirinha brasilera.

Ir a la playa

A dos pasos del casco histórico se encuentran las playas deDo Puntal (más pequeña y tranquila) y Do Jabaquara (dónde se concentra la mayor parte del turismo) a las que se puede acceder a pie desde el casco histórico. Pero por la bahía se reparten un buen rosario de pequeñas playas de arena blanca que alternan con enormes manchas de bosque atlántico . Un verdadero paraíso, vamos. Un lugar increíble cuajado de islas, cabos y entrantes a los que se puede acceder en barcos o en excursiones de kayaks con o sin guía (una opción más que recomendable). Imperdible la Playa do Engenho d'Água, un paraíso para tomar el sol o hacer snorkeling dónde, además, hay un restaurante genial. Otra opción es acercarse hasta alguno de los balnearios cercanos a los que se puede acceder mediante transporte público desde la Estación de buses de Paraty. La playa más famosa es la de Trinidade (apenas 45 minutos en bus) pero hay muchas otras (Penha;Corisco; Grauna;Paraty Mirim (una de las que más nos gustó) y Divisa de Ubatuba). Todas espectaculares. Todas como para quedarse toda la vida al sol.

COMO LLEGAR

En avión : Hay vuelos en aviones de pequeña capacidad desde Sao Paulo y Río de Janeiro.

En Bus : Desde Río de Janeiro median 250 kilómetros. Los buses salen cada hora desde las 7.00 desde la Terminal Rodoviaria de Río Novo (Dirección: Av. Francisco Bicalho, 1) y tardan unas cuatro horas y media. Hay muchas empresas que hacen el tramo hasta Paraty. Nosotros viajamos en Costa Verde. Al cierre de esta edición (junio de 2017) el billete costaba 83 reales. Desde Sao Paulo hasta Paraty hay 267 kilómetos. Los buses salen de la Terminal Rodoviaria de Tietê (Dirección: Cruzeiro do Sul, 1800) y tardan cuatro horas y 50 minutos. Reunidas Paulistas cobraba el pasaje más barato a 62,3 reales.

DORMIR Y COMER

La oferta hotelera es enorme. Hay pequeños hoteles, casas de huéspedes en régimen de Bed and Breakfast, hostels y encantadoras posadas instaladas en edificios coloniales. Los precios van desde los 10 euros en Hostels de mochileros hasta los 100 euros de las posadas de rango medio. El precio medio de un alojamiento decente (sin lujos) es de unos 50 euros. La oferta para comer es también enorme. Los precios más caros están en el centro histórico; en la parte moderna es mucho más barato comer.

Fotos con Licencia Creative Commons:Cynthiasadie;Alejandro Zücher;Rodrigo Soldon;Octavio Nogueira; Ronasetur.

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