Un viaje a la frontera de la Britania romana: el Muro de Adriano
Es uno de los alardes constructivos más grandes de la antigua Roma pero, sin embargo, es el reflejo de un fracaso. El Muro de Adriano es un impresionante sistema defensivo de más de 115 kilómetros de longitud que se extendía desde la orilla norte del Río Tyne, justo en el centro de la cuidad de Newcastle hasta el estuario de Solway, justo en frente del Mar de Irlanda. No es un muro y ya está: es un complejo sistema que incorporaba torres de vigilancia y guarniciones fortificadas cada cinco millas romanas. A sus pies se excavaba un foso y contaba con una calzada perfectamente habilitada para permitir el flujo de tropas y abastos a todo lo largo de la línea. El muro suponía la separación física de la Britania romana y las tierras de las tribus pictas (o caledonios para los latinos), los antepasados remotos de esa raza indómita y orgullosa que forma la nación escocesa. ¿Llegaron los romanos más al norte? Sí. Apenas unas décadas después se construyó el Muro Antonino entre las actuales ciudades de Edimburgo y Glasgow (ya en pleno territorio de la vieja Caledonia), pero el muro de piedra levantado por Adriano se convirtió en la frontera de facto entre las dos realidades hasta que cayó el Imperio en el siglo V. ¿Era la función meramente defensiva? Sí y no. Permitía frenar cualquier intento de invasión, pero en realidad lo que permitía era proyectar el poder de Roma hacia el norte y sostener el complicado sistema logístico que aparejaban las legiones. Una maravilla que hoy aún asombra casi mil años después de que se colocaron las primeras piedras allá por el 121 de nuestra era.
La primera vez que nos topamos con el Muro de Adriano fue en un viaje relámpago a Newcastle. Aprovechamos la ocasión para visitar algunos de los restos más cercanos a la capital del norte de Inglaterra. Lo primero que hicimos fue echarle un vistazo al Hancok Museum de la Universidad de Newcastle (Barras Bridge) que entre sus salas cuenta con un par de buenas colecciones centradas en la presencia romana en Britania y al propio Muro de Adriano (Hadrian’s Wall). Aquí te vas a poder hacer una idea de conjunto de las infraestructuras aparejadas al muro, sus funciones y a la ingente cantidad de material arqueológico que aún se encuentra en las inmediaciones de la muralla. Lápidas con inscripciones; monedas; cerámica; restos de armas; esculturas… El Muro articulaba un pequeño universo que incluía templos, almacenes, cuarteles y pequeñas ciudades. En el museo hay una maqueta muy buena que representa todo el muro y lo que había a su alrededor.
Una ciudad que nació en torno a un castillo.- EL origen de la ciudad de Newcastle hay que buscarlo en el entorno de la Catedral de San Nicolás (St. Nicholas Square). Muy cerca de lo que hoy es Swing Bridge se encontraba el Pons Aelius, fuerte que controlaba el puente que servía para cruzar hasta la orilla norte del Tyne. Este era el punto de arranque del muro. Cuando los normandos llegaron hasta aquí en el siglo XI (después de la arrolladora campaña de Guillermo el Conquistador) encontraron las ruinas romanas y las usaron como cimientos de una nueva fortaleza a la que llamaron, con poca imaginación, el Castillo Nuevo (The Castle, sn). Da un poco de rabia ver como un paso elevado de ferrocarril ha partido por la mitad la fortaleza normanda. Pero aún pueden verse en el nuevo castillo y en la vecina Black Gate algunos viejos sillares de esquinas redondeadas que formaron parte de aquel fuerte que servía, junto al Fuerte de Segedunum (Buddle Street) –dónde hay un museo muy interesante de ver- de arranque al Muro de Adriano. Y tal como sucedió en tiempos de Roma esta fortaleza sirvió como límite de Inglaterra ante los belicosos escoceses.
Qué ver en Newcastle.- No es por nada, pero Newcastle Upon Tyne (así se llama) no es una ciudad especialmente agraciada. Buscando el extremo oriental del Muro de Adriano ya has visto la Catedral de San Nicolás y el Castillo Nuevo. Muy cerca de aquí está casi todo lo que hay que ver en Newcastle. Grey Street sirve de eje monumental de la ciudad (Teatro Royal, Grey's Monument y algunas casas de interés) y también como punto de acceso a otras dos grandes atracciones de la ciudad: la Central Arcade (Market Street), unas galerías comerciales cubiertas del siglo XIX, y el Grainger Market (Grainger Street). Otros lugares bonitos de ver Upon Tyne son la Biblioteca Lit and Phil (Westgate Rd, 23), del siglo XVIII y de las más antiguas del país, y la Iglesia de Todos los Santos (Akenside Hill) y su típico cementerio inglés. Desde aquí puedes cruzar el río por Gateshead Millenium Bridge y dar un paseo por la nueva ciudad de vanguardia arquitectónica que se ha construido en la orilla sur (Baltic Quay). Y, la verdad, poco más. Hay un par de museos, algunos centros de arte, el St James' Park (Barrack Road) –cancha del Newcastle FC-, algunas iglesias…
Un paseo por el muro.- Los primeros restos reconocibles del Muro de Adriano los encontramos a pocos kilómetros de Newcastle. En el pueblo de Heddon-on-the-Wall (no se rompieron la cabeza con el nombre) podemos ver un primer tramo de muralla y también el arranque del Hadrian’s Wall Path, un sendero que recorre el antiguo trazado de la fortificación y que en los primeros kilómetros va en paralelo a la carretera B-6318 –Military Road-. En estos primeros kilómetros, el muro aparece y desaparece y durante millas no es más que un montículo. Lo más espectacular queda un poco más adelante. Y por eso nos apartaremos un poco del trazado del muro para visitar Corbridge (Corchester Ln, 3), una de las pequeñas poblaciones que servían para dar soporte al propio muro (mantenimiento, reparaciones, etc.) y a las tropas. Esta ciudad romana en miniatura se encontraba junto a un puente sobre el Río Tyne y es un ejemplo paradigmático de lo que supuso el muro en esta parte del país: el establecimiento militar y la seguridad dieron paso a una próspera población civil que se mantuvo por tres siglos hasta la caída del imperio y la invasión sajona. El museo es muy interesante de ver (hay una escultura de un león matando a un cordero que es una pasada).
El tramo más interesante del Muro de Adriano comienza en el pueblo de Wall (obvio el nombre). Aquí podemos ver varias torres y uno de los campamentos mejor conservados de todo el trazado – Fuerte de Chesters- donde puede verse muy bien la estructura del destacamento con sus muros, sus calles, los barracones… Y hay un museo de sitio en el que se da bastante información sobre el sitio. Este es el inicio de un verdadero viaje al pasado. Esta zona es la menos poblada y la más salvaje (con pequeñas montañas y lagos que han hecho imposible el establecimiento de grandes granjas). Y la ausencia de gente ha provocado que aquí se encuentren los tramos mejor conservados de muro con alturas considerables y una muy buena conservación de torres, puertas fortificadas y campamentos. Yendo por la B-6318 puedes ir parando para ver los diferentes lugares. Antes de llegar a lo gordo obligado ver el Mitreo de Carrawburgh. El culto a Mitra se implantó de manera muy potente entre las castas militares de Roma entre los siglos I y IV. Se trataba de un culto mistérico y secreto que contaba con complicadas ceremonias y ritos de iniciación. Pues aquí vas a ver un pequeño templo del Dios Mitra.
La Torre 35; el muro, los fuertes y Vindolanda.- Si has seguido la B-6318 desde Newcastle, lo realmente bueno empieza en el kilómetro 50. Vercovicium (Housesteads Roman Fort) ocupaba un lugar importante en la estructura del muro. A partir de aquí, el terreno se encrespa en pequeñas colinas que son suaves en la vertiente sur pero se convierten en pequeños riscos en la vertiente norte. Y el ingenio romano aprovechó la situación para crear un paisaje militar imponente. La baja presión humana en esta zona del país dejó Vercovicium congelada en el tiempo. Aquí puedes ver la planta de la fortificación, las torres, bóvedas subterráneas, una puerta que daba hacia las tierras de Caledonia y el arranque de un tramo de muralla que es, simplemente, espectacular. En esta parte pueden verse los restos de hasta tres campamentos fortificados, torres y zonas de muro de varios metros de altura. Pero la joya de la corona está al sur del muro.
En su periodo de máximo esplendor, Vindolanda (Hexham) contaba con una población estable de unas 1.500 personas. La mayor parte soldados destinados a esta parte de la frontera norte del imperio pero también había artesanos, agricultores, esclavos, comerciantes… El grado de conservación de este antiguo campamento y la ciudad que creció junto a él es brutal. Solo vimos algo parecido en el norte de África y en las Ciudades Muertas de Siria (cuando ese país era un paraíso para viajeros). También aquí se aprovechó un hueco libre de restos arqueológicos para levantar una pequeña sección de muro con su torre de vigilancia. El museo es de los mejores dedicados al mundo romano de toda Inglaterra y cuenta, como curiosidad, con más de 4.000 zapatos de la época, la mayor colección del mundo. Y algunos diseños sorprenden. Vindolanda es el culmen de cualquier visita al Muro de Adriano. La turba del lugar ha preservado multitud de objetos que ponen de manifiesto el alto nivel de vida de las clases acomodadas del antiguo imperio.
Buscando el ‘fiordo’ de Solway.- Más allá de Vindolanda, el muro sigue apareciendo y desapareciendo hasta que más allá del arroyo de Banks Burns se interrumpe para no volver a verse. Esta zona fue ocupada por granjas y los pueblos y ciudades usaron los sillares romanos para construir casas, abadías y nuevos castillos. Una vez aquí (Banks) el muro rodaba hacia el sur buscando lo que hoy son las ciudades de Brampton y Carlise para ir a ‘morir’ en la orilla sur del estuario de Solway. En este camino hoy invisible podemos ver algunos castillos (Naworth; Scaleby; Carlise; Drumburgh) en una línea que llega hasta Bowness-on-Solway, la pequeña población de costa dónde se supone que se encontraba el extremo occidental del muro. También pueden verse viejas casas de campo, abadías, iglesias, pequeñas granjas, aldeas… Llegar o no llegar hasta el final ya depende del grado de mitomanía de cada cual. Para nosotros, el último de los hitos del muro que debe estar en cualquier guía es el Museo del Ejército Romano que se encuentra junto al Fuerte de Magnae, en Brampton. Y aquí se acaba esta historia. En la región hay muchísimas cosas que ver y da para un viaje de tres o cuatro días. Pero ni de lejos tiene la espectacularidad del Muro y de todo lo que rodea a esta obra cumbre de la ingeniería de la vieja y eterna Roma.
Fotos bajo Licencia CC: Barnabas Csomor; John Lord; Carole Raddato; WISEBUYS21; dun_deagh; Robert Linsdell
0