La rutina diaria de los elefantes en el parque de Cabárceno se parece mucho a la experiencia de vivir en libertad. Comen hasta doscientos kilos de hierba al día, se dan baños de barro, se reproducen de forma natural y duermen de pie. Tumbados son más vulnerables porque necesitan varias maniobras para levantarse. Mantienen sus costumbres aunque habiten un recreo de 25 hectáreas -la extensión exacta del zoo de Madrid- con un establo de mil metros y una piscina de cinco millones de litros de agua.
Cada noche, cuando se retiran a descansar entran en un recinto cubierto en fila, respetando la jerarquía del grupo. Hasta hace unos días Jums accedía el primero. Ahora lo hace su heredero, Juma. Padre e hijo rivalizaron por el liderazgo de la manada en una pelea a muerte. Los cuidadores del parque encontraron a Jums gravemente en herido en una pradera. Solo.
La primera dificultad fue trasladar a un elefante de siete toneladas a un lugar seguro. Tardaron cuatro horas y tuvieron que recurrir a la mayor grua pluma de todo el norte de España. Ya en el patio de las cuadras los veterinarios y el personal del parque intentaron salvar su vida durante seis horas, pero tuvo un desenlace fatal. Jums murió con 50 años. Pero ni los depredadores ni los buitres aprovecharán sus restos. Será enterrado en la zona de cementerio del parque. Una práctica habitual para conservar los restos de los animales para posibles investigaciones futuras.
Jums, el elefante británico que llegó a Cantabria
Jums era uno de los elefantes más grandes y más longevos de Europa. Un emigrante con pasaporte británico que llegó a Cantabria en 2015 cuando Cabárceno y el zoológico Howletts Park de Bekesbourne (Inglaterra) decidieron intercambiarse dos elefantes africanos machos para evitar problemas de consanguinidad en ambas colonias, las más numerosas en ejemplares que viven fuera de África. Su cuidadora inglesa lo visitaba todos los años.
Así fue como llegó este madurito -que entonces tenía 39 años y diez hijos- dispuesto a ejercer de seductor. Por su tamaño y veteranía los otros tres machos más jóvenes lo aceptaron con naturalidad.
Pero Jums ya tenía algunos vínculos con la manada: un hijo, Jumar, al que no veía desde hace 16 años. El primer encuentro entre ellos evidenció que son capaces de expresar sus afectos. El padre se arrimó a la valla y acareció con su trompa a su vástago. Ambos se reconocieron. Aquel gestó lo confirmó.
Los elefantes aprenden, aman y viajan. Jums no tuvo problemas para comunicarse cuando llegó del zoo inglés. Como toda su manada lo hacen de dos formas. Mediante un lenguaje de infrasonidos de baja frecuencia, inaudibles para las personas, reconocen y pronuncian hasta treinta vocalizaciones distintas que pueden llegar a escucharse a más de diez kilómetos de distancia. Los elefantes barritan, emiten barritidos con su trompa, una especie de mano tan versátil que lo mismo absorbe hasta 16 litros de agua para ducharse con ella, que coge del suelo un minúsculo grano o levanta hasta una tonelada de peso.
La segunda forma de comunicarse es mediante pautas de comportamiento comunes. El tópico de la memoria de elefante es solamente eso. En realidad solo aprenden lo que experimentan y lo que les resulta útil. Si a un bebé le enseñan que una planta es tóxica no lo olvidará nunca.
Cuando Jums llegó a Cabárceno hace una década la primera hembra con la que Jums contactó fue Cristina, que arrastraba un complicado historial psicológico y problemas de adaptación. Durante mucho tiempo creyó que su manada eran los humanos que le habían criado a biberones -doce al día, al principio- porque su madre, Kira, la repudió porque no conseguía ponerse de pie. Una lesión de cadera, sucedida en el momento del parto, hizo que no solo su madre sino toda la manada le diese la espalda. Las elefantas paren de pie: sueltan el feto de forma que la cría, que pesa unos noventa kilos, cae al suelo a plomo. Cristina, con su discapacidad, tardó ocho años en integrarse. Ella misma no sabía que era una elefanta.
Pesaba solo mil quinientos kilos cuando conoció a Jums. Al lado, parecia diminuta. Pero ese encuentro fue crucial porque ella reaccionó como un elefante sin haber sido educada para ello. Instintivamente le mostró su retaguardia en señal de respeto. Él pasó su trompa por encima, ella devolvió la caricia y se despidieron. Siguió el protocolo a pesar de no haberlo aprendido.
El parque con más elefantes nacidos en cautividad
Cabárceno es el parque con mayor número de elefantes africanos nacidos en cautividad del mundo. 24, desde que la matriarca Penny alumbró en 1995 al primero de España. El último nació en la primavera de 2023. Los elefantes africanos, el mamífero terrestre más grande del planeta, viven en el parque desde su origen. Hoy son una familia numerosa de 18 miembros.
Pepe fue el primer elefante que criaron a biberón. Tenía cuatro años cuando la víspera de San José enfermó de lo que parecía un cólico digestivo, frecuente en estos animales. Murió al día siguiente. La autopsia desveló que se había tragado una bolsa de plástico con asas rígidas que le destrozó por dentro. Alguien la había dejado tirada en el parque.
El Gobierno de Cantabria considera que el Parque de la Naturaleza de Cabárceno “es un referente mundial en la conservación y reproducción de elefante africano”. Lo cierto es que acoge la comunidad más numerosa que existe de esta especie en el mundo fuera de su continente de origen. Un grupo de elefantes que se comporta de manera similar a como lo hacen en su hábitat natural.
21 hijos
El malogrado Jums era, asimismo, uno de los machos reproductores de esta especie más valorados en los zoos europeos, con una gran valía como semental, y ha dejado cuatro descendientes en Cabárceno y 17 en Howletts Park. Llegó a Cantabria con esa misión porque la lógica natural es que el líder del grupo cubra a todas las hembras de la manada aunque exige un cortejo y permiso de la elefanta. Si ella no está receptiva no se produce la cópula. En realidad, el privilegio del macho dominante es elegir primero.
Por lo demás el grupo funciona como un matriarcado. La cabeza de familia dirige a la manada hacia el lugar donde hay comida o donde van a descansar. Cuando nace alguna cría –tras gestaciones de 22 meses- las hembras se organizan para cuidarla entre todas, mientras la madre descansa para producir leche. Normalmente alguna de ellas ejerce el papel de tía. Sin embargo los machos viven aparte desde que abandonan el grupo femenino con diez u once años.
En Cabárceno, durante una década, Jums fue el primero de la fila en la jerarquía, tenía el respeto de los miembros más jóvenes de la manada. Hasta que hace unos días Jumar, el hijo, mató al padre. En una especie de tragedia griega desde el punto de vista de humano. En los códigos de la naturaleza es un comportamiento habitual.
Al día siguiente de morir Jums el Gobierno de Cantabria anunció que en el parque empieza la programación navideña de espectáculos y actividad didácticas. La vida sigue en Cabárceno, sin duelos.