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La nueva Biblioteca Municipal de Santander, más pequeña e insuficiente: algunos fondos siguen en el edificio viejo

Un traslado, cinco años y dos millones de euros después, la Biblioteca Municipal de Santander ha estrenado una sede más pequeña, con 200 metros cuadrados menos y que resultan insuficientes para custodiar sus fondos, algunos de los cuales siguen dentro del edificio viejo. El rehabilitado espacio del antiguo Archivo Histórico Provincial -que ahora está situado en la Biblioteca Central- es incómodo y ha perdido protagonismo porque la nueva instalación cultural está escondida en el callejón trasero de la casa del intelectual y escritor Marcelino Menéndez Pelayo, entre las calles Gravina, Rubio y Cisneros.

El traslado también ha supuesto suprimir la sala de estudio, donde antes había espacio para 80 personas ahora no hay ninguno, ni siquiera existe este servicio. Tampoco dispone, por imprevisión o falta de espacio, de una sala de investigación. No hay un espacio cómodo y útil para que los usuarios e investigadores consulten los fondos que no son de préstamo, solo una mesa en una área abierta al ascensor y las escaleras.

Mientras, el edificio de referencia donde estuvo ubicada hasta unos años, junto al Museo de Arte de Santander (MAS), ha quedado deshabitado y sin uso con el peligro de que pueda ir languideciendo más con el deterioro de los años. Junto a él se ubica también la biblioteca del polígrafo cerrada y vacía desde hace seis años.

Las obras de esta instalación, inaugurada recientemente, se iniciaron en 2020 y han supuesto una inversión de 2,1 millones de euros, con una ayuda de fondos europeos de 440.000 euros procedentes de las ayudas del Plan de Impulso a la Rehabilitación de Edificios Públicos.

Sin embargo, la elección del antiguo Archivo Histórico fue un anuncio, por sorpresa, del entonces aspirante a la Alcaldía por el Partido Popular, Íñigo de la Serna. En la vorágine de la campaña electoral presentó una infografía con el diseño de la futura Biblioteca Municipal sin más debate ni discusión. La obra finalmente renunció a abrir al público una terraza superior que inicialmente estaba incluida en el proyecto y que iba a incluir una grada para organizar actividades de lectura al aire libre, pequeños conciertos o actuaciones.

Trasladar los fondos a un espacio mucho más pequeño ha sido una tarea complicada. De hecho, muchos de ellos están guardados en otras dependencias sin acceso público.

Alrededor de 40.000 volúmenes, entre monografías y colecciones de prensa, están almacenados en una nave en el polígono de Parayas que tiene en alquiler el servicio de Talleres del Ayuntamiento junto a otros objetos, como las urnas electorales, y materiales diversos, algunos procedentes del Archivo Municipal.

“Está lejos, en condiciones descontroladas y no es facilmente localizable. El objetivo era poder traerlo a la Biblioteca para catalogarlo”, reconoce Pablo Susinos, director de la Red de Bibliotecas de Santander.

A este depósito se une los seis palés con más fondos y algunas colecciones de periódicos extranjeros que se guardan en dependencias municipales del Mercado de México. Es más, todavía quedan libros en el viejo edificio de la Biblioteca, ahora cerrado, que debería de estar vacío.

La sección infantil, en el edificio viejo

Las hechuras del edificio, construido en los años 50 del siglo pasado, no dan para mayores alegrías. Han sido cinco años de obras para lavar la cara a 1.000 metros cuadrados divididos en cuatro plantas.

La estrechez es tal que, finalmente, la primera planta se extendió hasta el antiguo edificio para poder disponer de más espacio para ubicar la sección de libros infantiles. Así que se ha añadido una extensión que pertenece a otro cuerpo: el edificio que desalojaron. Así, en la planta baja -íntegramente dedicada a la lectura de adultos y niños- se han ganado 470 metros cuadrados.

Las superiores son mucho más reducidas: en una se ubican los depósitos y las áreas de Administración y Dirección, y en la otra, también hay un espacio destinado a investigadores.

El Archivo Histórico salió de este lugar hace años porque la estructura no soporta el peso de todos los documentos almacenados. Ahora, en esta rehabilitación, se han esmerado en reforzar las plantas para que no se reproduzca este problema. De hecho, se hicieron dos modificaciones del proyecto para resolver esta cuestión. Una de ellas cuando se detectaron problemas de cimentación que retrasaron un año el avance de la rehabilitación.

La mayor colección de fondos de Cantabria

La Biblioteca Municipal tiene unas 120.000 obras. El Fondo Local reúne la mayor colección sobre publicaciones de Cantabria desde que en 1908 se abrió la Biblioteca Municipal. Una colección que suma 27.000 volúmenes. “Somos depositarios de la bibiografía de Cantabria más completa que hay” -subraya Susinos- “no hay nada parecido ni en calidad ni en cantidad”. Incluye todo lo que tenga que ver con Cantabra por tema, por autor e incluso los libros editados por imprentas locales.

Las colecciones completas que existen de los periódicos 'El Cántabrico', 'La abeja montañesa' o 'La Atalaya' se custodian en esta biblioteca. Si ahora están accesibles en formato digitalizado en el portal de prensa histórica del Ministerio de Cultura es porque se prestaron desde Santander estos ejemplares.

Ese repertorio de fondos cántabros, además de libros y revistas, incluye una gran colección de efímeros: carteles, tarjetas de baile, anuncios de circo, calendarios, postales, programas de teatro y conciertos. “Fondos únicos que se hicieron sin vocación de permanencia pero que aportan información sobre acontecimientos e historia local”, estima el director.

El fondo se ha nutrido de algunas donaciones relevantes como la Colección Pedraja que ha enriquecido notablemente los depósitos de la Biblioteca municipal.

Además hay una importante colección de fondo antiguo, libros impresos con anterioridad a 1830, incunables y manuscritos de varias épocas. Cualquier ciudadano puede acceder a examinar el cartulario medieval del Monasterio de Piasca, una bula pontificia del siglo XVI, algunos documentos de ayuntamiento cántabros del censo del Marqués de la Ensenada, el Pleito de los valles -origen mítico de Cantabria- o el manuscrito de la novela Sotileza de José María de Pereda.