Hace tiempo que no se llevan los bigotes en política, pero el de Miguel Ángel Revilla ha desafiado cualquier corriente estética para perpetuarse como líder carismático del PRC durante más de cuatro décadas. Un bigote que lleva 42 años pegado a un cartel electoral y que de alguna manera lo identifica con lo rural, con las tradiciones: el hombre que nunca cambia porque la política no le ha cambiado a él. Es una imagen fija que ha rentabilizado electoralmente. Era una personalidad desbordante que lo eclipsaba todo. Era un caballo ganador.
El bigote es un símbolo, una marca propia de su peculiar predicamento político, un singular 'peronismo purriego' –así se llama a los nacidos en Polaciones– que mantiene álgido su vigor en el prime time televisivo con anécdotas, lenguaje llano y una extraordinaria habilidad para colocarse siempre a favor del viento social y político. Aunque en esta madurez biológica se le dan mejor las audiencias que las urnas.
Durante tiempo se especuló con su sucesor, pero en aquellas quinielas nunca se consideró el nombre de una mujer. Durante décadas, el regionalismo fue cosa de hombres. Tardó más que el resto de partidos en dar protagonismo a las mujeres. Hubo varios ejecutivos con el PRC en el poder hasta que una se estrenó en el Consejo de Gobierno. Sin embargo, ahora la militancia acaba de sorprender decantándose por un perfil rotundamente opuesto a Revilla: una mujer. Paula Fernández, la primera consejera que nombró Revilla.
La designación de Fernández no supondrá ningún cambio inmediato en el partido. Los regionalistas han seguido el consejo de no hacer mudanza en tiempos de tribulación y han dejado las cosas como estaban: al mando de la vicesecretaria de Organización y número 2 de facto.
Nueva generación de líderes municipales
La nueva generación de jóvenes alcaldes y líderes municipales que se presentaba como alternativa impulsando a Pablo Diestro no ha convencido con los aires de renovación y cambio que postulaban. Diestro lo hubiese tenido más complicado. Fuera del Grupo Parlamentario Regionalista, sin voz en la tribuna del hemiciclo, con Revilla por encima y con Paula Fernández controlando el aparato el margen de maniobra hubiese sido reducido e incómodo.
Revilla presume de haberse mantenido al margen del proceso, que ha sido escrupulosamente imparcial. Pero en voz baja, algunos coinciden en presumir que ha influido algo más de lo que reconoce. Primero, bendiciendo la sucesión en el perfil de Guillermo Blanco, su mano derecha como jefe de Gabinete durante dos décadas. Después, apostando de manera discreta por Pablo Diestro.
Al menos, eso es lo que ha estado circulando desde el entorno de la otra candidata, Paula Fernández, en una campaña electoral, no obstante, extraordinariamente amable y que facilita la gestión del día después. Pese a la lógica rivalidad en las urnas no se han abierto cicatrices públicas tan profundas y lacerantes como las que han debilitado al Partido Socialista. Su agresivo proceso de primarias ha sido el constante espejo de lo que no se debía hacer y la campaña ha sido un ejemplo de templanza.
De cara a la galería se ha sobrevivido sin grandes heridas. Pero internamente son notorios ciertos reproches y traiciones, desengaños, malentendidos y aspiraciones frustradas. Habrá que ver si la autoridad de Revilla y de Fernández consigue sosegar las discrepancias entre diferentes corrientes que se han generado en este proceso interno inédito hasta la fecha en las filas regionalistas.
Expectativas electorales
En cualquier caso, el cartel electoral del PRC para las elecciones autonómicas de 2027 será muy diferente. También la coyuntura y las expectativas políticas. Siendo realistas, el PRC esta vez ya no sale a ganar, sino a gobernar con quien le den los votos, no hay más remilgos ideológicos. Constantemente apela a que es un partido de gobierno y aunque a Fernández se la percibía más progresista que a Diestro, les da igual izquierda o derecha a la hora de pactar, ateniéndose a sus palabras.
La aspiración de gobernar de Paula Fernández quedará probablemente reducida a tratar de conseguir ser consejera en un Gobierno de coalición. Pero esa voluntad depende de una coyuntura que puede complicarse. El Partido Popular puede que no les necesite y que salga reforzado de la próxima cita electoral. Probablemente, no contribuirán tanto su acción de gobierno como el escenario nacional y, sobre todo, la debilidad de la izquierda en Cantabria y la oposición de postal que ha hecho hasta ahora el propio PRC.
En todo caso, la autonomía política de la nueva candidata estará sujeta a un programa electoral de consenso y condicionada por la bicefalia. El Partido Regionalista de Cantabria abre una etapa de transición inédita. Revilla ha preferido retirarse paulatinamente de escena, pero mientras permanezca sobre las tablas todos los focos seguirán iluminándolo. Aunque sea desde un rincón del escenario.
En el corto plazo, la elección de Paula Fernández no cambiará probablemente nada en el partido sobre el que se mantiene el ascendente de Revilla capitaneando la acción política. Únicamente le fortalece de cara al público y, por el contrario, quizá le debilite internamente, habida cuenta de que en el grupo parlamentario convive con otros los otros dos vicesecretarios –Guillermo Blanco y Francisco Javier López Marcano– que quedaron derrotados por una Ejecutiva que, obviamente, controlaba la Secretaría de Organización del partido y no les otorgó el aval para presentarse a las elecciones primarias.
Queda saber, por tanto, a quién hubiese preferido la militancia regionalista si hubieran podido elegir entre todos los aspirantes. La incógnita que no se ha despejado porque, en este proceso controlado de apertura democrática interna, únicamente se les ha dado elegir entre un falso dilema. Como si Paula o Pablo fuesen las dos únicas soluciones.
En todo caso, esto no acaba aquí. La elección de Paula Fernández cierra una puerta y abre la siguiente. La próxima estación es la renovación del secretario general en el horizonte del congreso ordinario del partido, previsto inicialmente para diciembre de 2026. Será la verdadera operación de sucesión de Revilla. Una vacante incluso más determinante que la de candidato electoral que renueva expectativas de poder y que podría complicarse si de ello resultase una bicefalia discrepante. El futuro del PRC todavía no está escrito.