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Jóvenes que reclaman el habla propia de la Mancha como patrimonio cultural: “De tal cepa, tal sarmiento”

Cuando un vecino de Castilla–La Mancha visita Madrid, Valencia u otra gran ciudad, suele recibir en algún momento miradas expectantes, sorpresivas o incluso ofensivas por su forma de hablar. Un hecho que exprimió mucho el cine popular de finales de los años 70 y 80. Pero este fenómeno ya lo registró unos años antes el académico de la lengua José S. Serna quien, viendo las evidentes diferencias de habla entre la tierra del Quijote y el resto de España, creó un diccionario que recogía localismos aportándoles un significado, Cómo habla la Mancha, 1968.

Más de un viajero habrá escuchado en las muchas y buenas casas rurales que habitan las tierras de Don Quijote expresiones como “me compongo y le atiendo” o “me pillas ennortao, dame unos segundos”, porque se usan y mucho y tienen su propia lógica. Después de todo, ¿quién puede atender a un viajero estando descompuesto, dormido o desorientado?

Le pasó a Cristina Vallejo, que forma parte de la Asociación ElKambio, junto a Teresa de Pablo, Amalia Rueda y Sara Molina. Tras tras un periodo viviendo en Valencia recibía miradas, como poco sorprendidas, por su forma de hablar: “Pero yo es que me siento muy orgullosa. Así hablan mis padres, mis abuelos y antes que ellos mis familiares”, nos cuenta orgullosa al defender lo que es parte de sus raíces.

Por eso nació el proyecto 'De tal cepa, tal sarmiento'. Una iniciativa que pretende visibilizar el habla popular de la Mancha como herramienta de transmisión de cultura y, por añadidura, su valor como espacio social compartido. Mientras charlamos, reconoce que lo de la cepa y el sarmiento es para que se vea claramente que es algo ligado al terreno (manchego, claro). 

Cristina defiende la riqueza patrimonial que supone tener un habla propia. La Unión Europea ha estado de acuerdo con ella y con sus tres compañeras de asociación ya que ha respaldado esta iniciativa. “No creo que porque no sean palabras muy usadas o porque se utilicen en una zona pequeña sean menos cultas”.

“Somos un pueblo que tenemos mucho que contar y pocos espacios donde hablar” y lamenta que a veces, solo por la forma de expresarse se tilde al manchego o a la manchega de “paletos”, cuando en realidad se trata de una forma de hablar con metáforas. Y es que, para quien no lo sepa, el universo semántico de la Mancha también tiene su complejidad.

Teresa de Pablo, que también forma parte del proyecto, apunta que tras la revisión previa ya tiene un refrán favorito: “Donde no hay mata, no hay patata”. Ella es de Belmontejo, en Cuenca, uno de los cinco pueblos en los que desarrollarán este proyecto de recuperación de memoria popular a través del habla. “Hay muchos refranes y aquí se utilizan mucho”.

“Estoy traspellá” –que es lo mismo que tener mucha hambre– es su localismo favorito, aunque una palabra que le ha sorprendido es Cotana. En Belmontejo la usan para definir la marca que te deja el calcetín después de usarlo. En el diccionario de la Real Academia Española (RAE) aparece con otro sentido: la hendidura sobre la madera sobre la que se apoya algo, pero ya en la edición de 1983 de J. S. Serna aparecía cotana con la siguiente definición: “F. Cada una de las muescas del acial para sujetarlo al labio o la oreja de las bestias” (es decir, la abrazadera para sujetar al ganado).

Cristina Vallejo comenta que utiliza “un manchego muy profundo y autóctono”, a través del tiempo. El suplemento inédito publicado por la RAE, sobre el estudio de José S. Serna en 1974, le da la razón: “Cierto es que en La Mancha se habla el puro castellano, si bien muchas veces con giros propios”. Por ello, en ocasiones desafía a sus conocidos y amigos a que le digan palabras de sus pueblos “y aun así no me las sé”, nos cuenta. Eso en su opinión demuestra la gran riqueza del habla local. 

Reconoce esta joven vecina de Ciudad Real que cuando está fuera de su provincia, lo que a mucha gente le resulta raro es que hable con refranes. Y tiene claro cuál es su favorito: “A perro flaco todo son pulgas”, aunque el que más utiliza es bien distinto: “Cosa hecha no corre prisa”. Y la palabra que más le gusta es abundante, que nada tiene que ver con la cantidad de cosas o riquezas. Entre los manchegos se utiliza como sustituto de bacín, golismero o metomentodo. “Mi madre te lo explicaría diciendo que eres una mariliendre que de todo sabe y de nada entiende”, concluye riéndose la impulsora del proyecto.

Demasiado cerca y a la vez demasiado lejos de Ciudad Real, el municipio de Poblete está viviendo lo contrario a la despoblación. Allí han pasado de poco más de 500 a casi tres mil habitantes en poco más de 20 años. El alcalde, Luis Alberto Lara, afirma estar encantado. De hecho, él mismo fue uno de los primeros repobladores que no tenían raíces en aquel lugar, pero decidieron 'plantarse' en este municipio cómodo, cercano y bien conectado “con una gran riqueza cultural”, afirma el edil. 

Al alcalde de Poblete el proyecto le pareció estupendo, porque se vio reflejado en “aquellas películas del que va del pueblo a Madrid”. Cree que ayuda no solo a cambiar el sentimiento de identidad, sino a hacer ver toda una realidad: “Somos unos privilegiados por vivir en el mundo rural y sus pueblos”. Recuerda que cuando llegó a Poblete la forma de hablar ya le llamó la atención, así que lleva años apuntando refranes y dichos, en muchos casos para salvarlos del olvido porque los escuchó en boca de personas que ya fallecieron.

Por su parte, Teresa de Pablo explica que se incorporaron a este proyecto para visibilizar el habla local “en parte porque Cristina siempre defiende ser ciudadrealeña de corazón” pero sobre todo, incide, “porque se nos dice fuera que no hablamos bien, pero son palabras que forman parte de nuestro entorno y forman parte de nuestra cultura. Es la manera que tenemos de expresarnos”.

“Que utilicemos palabras distintas no quiere decir que estemos hablando mal”, argumenta Cristina, que pone el acento en la diferencia: “A un madrileño o a un valenciano no le cuestionan cómo habla y a los manchegos sí”.

“Por ser nieta de Benino –afirma Teresa– hablo de una forma”, dice durante la conversación, casi como una necesidad. Lo reclama como parte de su identidad. Pero además, añade, los jóvenes siguen utilizando estas palabras. “Es muy bonito ver cómo las palabras pasan de generación en generación” e indica que el habla persiste.

Que utilicemos palabras distintas no quiere decir que estemos hablando mal. A un madrileño o a un valenciano no le cuestionan cómo habla y a los manchegos sí

Si una persona del pueblo, explica Cristina, “reconoce que se le está dando valor a su forma de hablar, creamos una conexión intergeneracional”. Y eso ayuda, según ella, a mejorar el clima social, la riqueza local y la conexión entre los vecinos. Además, este proyecto incorpora una parte digital a través de códigos QR con sonidos, para que los interesados puedan ver también la entonación y acento de las palabras y refranes.

Luis Alberto Lara añade que con el habla, además, hay una forma de entender la realidad y el pueblo y cómo vivir. Y en ese manual de supervivencia tan de sabiduría popular, “lo que más me llamó la atención fue la lógica de algunos dichos”, afirma el edil, poniendo de relieve toda una construcción del mundo a través de la palabra “que nada tienen que envidiar al cogito ergo sum de Descartes”. El que más le gusta y mejor representa lo que quiere decir es un dicho de su vecina Feli, anotado en su cuaderno hace muchos años y quedó atrapado en su memoria por su lógica aplastante: “Es que sí, porque sí, porque si no, no”.

Un refrán que retuerce la tautología hasta el punto de que en Poblete hicieron una actividad en el contexto de la campaña de “Solo sí es sí” y allí puso el alcalde, como rendido homenaje al feminismo rural, la frase de la Feli, “es que sí, porque sí, porque si no, no”, con toda una teoría de la libertad implícita y un desarrollado concepto del consentimiento en tan solo nueve palabras.

Como alcalde, Luis también tuvo que rendirse a la lógica de un vecino, que ya no está entre ellos, pero cuya frase sigue resonando entre las calles. Era el Capi, de Capitán Galvao, un apodo que se pierde en explicaciones. Decía el Capi, en la paradoja de un apodo que es un apócope militar y a la vez una burla al franquismo: “Me das, te quiero. No me das, no te quiero”.   

Por último, el alcalde de este municipio apunta el dicho de su vecino Diego como uno de los que más le gusta: “No me vengas con cuentos que me he rozado en muchas esquinas”. Una biografía condensada en una frase.

Visibilizar el habla

El proyecto incluye espacios de diálogo intergeneracionales en los que, mediante talleres, se facilita el diálogo entre personas mayores y jóvenes. Para conseguir el mayor número de expresiones, las impulsoras de la Asociación ElKambio han organizado tanto encuentros formales como informales y talleres que dinamizarán la actividad de los asistentes. “Incluso con comida local, y todos los productos de cercanía, para estimular la participación de la realidad social y económica en el resultado final”, comenta Cristina. 

Tras estos procesos de participación, y su respectivo análisis y votaciones y demás herramientas de implicación popular, cada pueblo participante tendrá un mural que será tarjeta de presentación del habla local.

Los murales estarán diseñados por el artista Tomás Gutiérrez Ortiz, cuya obra ya incorpora valores culturales de la Mancha, siendo un embajador gráfico de las historias populares y las tradiciones más arraigadas en la tierra de El Quijote.  Los municipios con presencia murales serán Belmontejo, Poblete, Miguelturra, Carrión de Calatrava y Corral de Almaguer. Además, habrá placas con la palabra ganadora en cada municipio.

Cristina comenta que “todo lo estamos haciendo desde una metodología participativa”, pero para ellas tan o igual de importante es que esos murales se queden como testigos de esta actividad, conectando abuelos con nietos en estos cinco rincones de la Mancha, pero sobre todo para que el aire no pueda llevarse las palabras del pueblo.