La intolerancia siembra violencia

El mundo sufre, y nuestro silencio es complicidad. Las guerras, el odio y la violación sistemática de los derechos humanos desgarran vidas mientras la indiferencia nos anestesia. No podemos seguir de brazos cruzados. El Informe Mundial de Human Rights Watch, publicado en enero de 2024, revela que los conflictos armados han crecido un 20% en la última década, dejando más de 150 millones de personas desplazadas. ACNUR reporta un récord histórico: 26 millones de refugiados en 2024. No son números, son historias: familias atrapadas bajo escombros, mujeres sometidas a violencias indescriptibles, comunidades borradas mientras los poderosos juegan al poder.

La desinformación aviva esta tragedia. La UNESCO alerta que el 70% de los jóvenes consumen narrativas de odio en redes sociales. Según el Instituto para el Estudio de la Guerra y la Paz, el 65% de las noticias falsas sobre conflictos como el de Ucrania o Yemen amplifican divisiones étnicas o religiosas. Esta manipulación siembra discordia y normaliza la violencia. ¿Cuánto más permitiremos que el odio se propague?

Hemos fallado desde la base. Nuestras escuelas, obsesionadas con lo técnico, descuidan la enseñanza de la empatía y el respeto. La Encuesta Mundial de Valores 2022 muestra que solo el 45% de las personas prioriza educar a los niños en la tolerancia. Este vacío convierte la diversidad, nuestro mayor tesoro, en una amenaza percibida. Sin embargo, una educación que fomente la tolerancia y la diversidad no solo previene la violencia, sino que impulsa la colaboración y la innovación en sociedades plurales.

Aún hay esperanza. En Castilla-La Mancha, los programas de mediación cultural de la Fundación Secretariado Gitano han reducido un 30% los conflictos intercomunitarios, demostrando que la cohesión es posible. A nivel global, los proyectos de la ONU en educación para los derechos humanos alcanzan a millones de personas, trazando un camino hacia la solidaridad.

Los medios de comunicación, además, tienen un rol clave: contrarrestar la desinformación con historias que unan en lugar de dividir. No podemos seguir ocultos por el silencio. Exijamos el fin de las guerras en Ucrania, Gaza, Sudán, Yemen y cada rincón donde la violencia reina. Denunciemos la propaganda que divide. Apostemos por una educación que celebre la diversidad. Como escribió Cervantes: “El hacer el bien a todos no está en manos de todos, pero el intentarlo sí”.

Desde nuestro rincón, podemos cambiar el rumbo. Comparte este mensaje, apoya iniciativas locales por la paz, únete a campañas globales como las de Amnistía Internacional para exigir justicia. Que nuestras voces construyen puentes y derriben muros. Necesitamos construir juntos un mundo donde la tolerancia venza a la violencia.