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El desamparo de los refugiados solicitantes de asilo: “No he recibido ayuda ni del Estado ni de las asociaciones”

Adnan Herzallah tiene 29 años y es un médico de Gaza al que la vida le ha dado un vuelco. Se formó en Venezuela y en 2022 regresó a Palestina para hacer prácticas y ayudar a la población que sufre los daños de la guerra con Israel. Hace más de un año que la invasión le obligó a huir y, gracias a su visado de estudiante, pudo cruzar Egipto y viajar hasta Barcelona en busca de una nueva vida como refugiado.

“Logré salir de Gaza seis meses después de que comenzara guerra, pero mi mente sigue con mi familia. Como no hay Internet ni señal, no sé si están vivos o muertos”, lamenta Herzallah.

Desde octubre del año pasado tiene asilo en Barcelona, pero ha sido una ardua batalla que ha durado ocho meses hasta que consiguió una cita para tramitar su petición. Cuando llegó al Aeropuerto de Barcelona, quiso realizar la solicitud de protección internacional (que otorga asilo y refugio), y se la negaron pese a que su visado estaba vigente. “Ni el Estado, ni las asociaciones, ni las organizaciones me ayudaron”, explica Herzallah.

El joven médico se encontró ante un callejón sin salida: las entidades y ONG a las que acudió alegaron que su caso no era “de emergencia”, mientras que el procedimiento oficial para realizar la solicitud se encuentra en un colapso permanente. “Que te atiendan es más bien un milagro”, recuerda este joven.

Herzallah buscó un hostal para hospedarse, vivió en la calle un par de días y hasta una mujer le ofreció un techo en el que cobijarse durante sus intentos por pedir cita para tramitar la solicitud. Finalmente, la comunidad palestina de Barcelona le tendió una mano para solucionar su situación.

En 2024 y, según los datos de la Comisión Catalana de Acción por el Refugio (CCAR), Catalunya recibió un total de 17.448 solicitudes de protección internacional, la mayor parte realizadas en Barcelona, en concreto un total de 12.745. La segunda provincia fue Girona, con 2.697 solicitudes, seguida de Lleida con 1.240 y, por último, Tarragona, con 806.

“Hay un colapso del sistema, no podemos tener datos reales de todos los refugiados que quieren acceder a esta solicitud porque tienen grandes dificultades para tramitarla”, destaca una de las coordinadoras de la CCAR, Dilara Ekmen, en la presentación del informe anual sobre la situación de los refugiados en Catalunya.

Entre las propuestas de la CCAR para descongestionar el sistema figura la renovación de un marco normativo que gestione e integre la protección internacional. “Desde 2014 no hay ningún cambio en el marco, el que hay ya está obsoleto y la realidad de Catalunya ha cambiado”, insiste Maya. También proponen cambiar los consensos para tumbar los discursos de odio que existen alrededor de las migraciones y los refugios, que insisten en que hoy en día se ven desde un “marco criminalizador”.

Las vías irregulares de acceso

Ekmen asegura que hay una obstaculización a los refugiados a “nivel interno” con las solicitudes, pero también a “nivel externo” en cuestiones de frontera. Miles de refugiados llegan a España mediante “vías irregulares de acceso”, como el caso de Aboubacar Drame, que lo hizo mediante la ruta canaria.

Aboubacar es un chico de 19 años procedente de Mali, un país de África occidental que lleva más de una década en conflicto armado. Pasó de vivir con su abuelo en Djenné para luego irse a Bamako, la capital del país, por seguridad. A los doce años se huyó de su país por la guerra y se marchó a Argelia y después a Marruecos, donde residió tres años siendo un sin techo. Llegó en patera a Canarias cuando tenía 17 años y sin su familia, a la que hace siete que no la ve. En Las Palmas vivió en un centro de menores y pudo aprender español y formarse en albañilería.

Ahora hace dos años que vive en Barcelona como un joven tutelado, y cursa unos estudios de jardinería a la par que aprende catalán. “Cuando llegué todo era muy complicado, me pondría a llorar si cuento todo lo que he pasado, tengo una vida llena de cicatrices”, confiesa el joven maliense.

“Tenemos muchas personas que quieren hacer la solicitud y tienen necesidad de refugio, porque tampoco pueden acceder a derechos como la sanidad, la educación o el trabajo”, destaca Elena Maya, otra de las coordinadoras de la CCAR.

En el caso de Herzallah, todavía sigue esperando la homologación del título de Medicina. “No he obtenido ninguna respuesta, pero tampoco tengo expectativas, estoy a la espera de ver qué otros trabajos me salen”, concluye.

Según la CCAR, en 2024 hubo 123 millones de personas desplazadas en todo el mundo, es decir, 1 de cada 67 personas es un refugiado. Esto se debe a que, pese a la poca atención mediática, hay miles de conflictos en distintos países, como Burkina Faso o Sudán, y muchas personas se ven obligadas a abandonar sus hogares.

La situación de los refugiados es una de las más complicadas de vivir y, como afirma Aboubacar, “hay que parar las guerras del mundo porque todos nosotros necesitamos una vida sana, con más tranquilidad”.