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Cuando la periodista Maribel Vilaplana (Muro de Alcoi, 1975) se especializó en comunicación de impacto, seguro que no pensaría en afrontar personalmente una crisis política sin precedentes en su tierra. Tampoco que en el foco de esa crisis estaría la sobremesa que compartió con el presidente de la Generalitat Valenciana y líder del PPCV. Ni mucho menos en ir a declarar como testigo al juzgado que investiga si la muerte de 229 personas se produjo por una negligencia de la Administración Pública autonómica que él dirige. Y además, esta declaración ante la magistrada Ruiz Tobarra, que instruye la causa en los juzgados de Catarroja, se produce menos de 48 horas después de que se conociera que Vilaplana recibió por WhatsApp un tuit en el que se informaba de la situación en la que se encontraba la localidad de Utiel, donde las inundaciones causaron la muerte a seis personas. Sin embargo, el entorno de la comunicadora asegura que en ningún momento le mostró esa publicación al jefe del Consell.
La periodista que comió con Carlos Mazón durante la tarde del 29 de octubre, que está sufriendo mucha presión en los días previos a su declaración y en la tarde del sábado tuvo que ser trasladada a un centro sanitario tras sufrir una indisposición, se ha convertido, sin ella quererlo, en una de las protagonistas de la jornada, aunque su rol en la historia es más bien secundario. Vilaplana tuvo la mala suerte de comer durante más de tres horas con el máximo dirigente de la Comunitat Valenciana, con quien ya había compartido mesa y espacios, en la peor tarde de su historia reciente, algo que la convierte en una testigo de su actuación —o falta de ella—. Como tal, tendrá que acudir este lunes al juzgado de instrucción número 3 de Catarroja, donde la magistrada Nuria Ruiz Tobarra y las acusaciones la interrogarán sobre qué escuchó y qué le transmitió el presidente de la Generalitat, que recibió varias llamadas durante la sobremesa en El Ventorro. También sobre cuánto tiempo estuvieron juntos, pues es, hasta la fecha, la única persona que puede acotar el paradero del dirigente autonómico desde que salió del Palau a mediodía hasta que se incorporó al Centro de Emergencias, dado que él mismo se niega a hacerlo, recurriendo a evasivas y sin aportar pruebas documentales. Obligada a decir la verdad, Vilaplana tendrá que dar una versión de los hechos que se ajuste a la realidad, tras meses de bandazos compartidos.
La comida del 29 de octubre, de la que no consta ticket o factura, le ha costado la salud a la periodista, como ha comunicado ella y su entorno, con una crisis que requirió de hospitalización, y la ha convertido en el epicentro de las comidillas más morbosas y denigrantes. Ha recibido desde entonces un alud de críticas y se ha visto siendo objeto de comentarios de todo tipo, como si ella ostentara responsabilidad alguna o tuviera poder sobre el president. Es en estas críticas en las que se escuda Carlos Mazón para no dar detalles sobre su encuentro. El líder del PP valenciano la usa constantemente como parapeto. Y la comunicadora secunda siempre su versión, pese a que insiste en desvincularse por completo de Mazón. De hecho, ella misma asume la responsabilidad de que no se informara antes del encuentro con el presidente valenciano. Le llamó tras el 29 de octubre para pedirle discreción sobre la reunión porque no quería quedar vinculada a un episodio tan traumático. Con sus silencios y con sus palabras hace suyas las versiones del presidente.
La relación entre ambos viene de meses atrás. Cuando el dirigente popular llegó a València coincidieron en varios espacios de ocio, y, al parecer, desarrollaron cierta complicidad. Muestra de ello es la intervención que Mazón realizó en un acto empresarial que presentaba la periodista, dos semanas antes de la dana, donde el presidente dijo: “La noche ha empezado fenomenal porque ha empezado con la aparición de Maribel Vilaplana, que como todo el mundo sabe es síntoma de que todo va a ir bien. En València hay dos tipos de galas: las que presenta Maribel Vilaplana y las demás”.
Maribel Vilaplana es una conocida periodista valenciana. Quienes han tratado con ella la definen como una mujer solvente y trabajadora. Presentó su primer informativo con solo 21 años, prácticamente al terminar la carrera, en Televisión Española. Especializada en los últimos años en comunicación de impacto, decidió no volver a trabajar con el PP en un medio de comunicación público tras su salida de Canal 9. Allí fue encargada de retransmitir la visita del Papa Benedicto XVI a València, que terminó siendo objeto de dos piezas del caso Gürtel; la Audiencia Nacional confirmó en una sentencia de 2020 que la Gürtel y directivos de RTVV hicieron negocio con la retransmisión del evento. De nuevo, fue ella el rostro ligado a la mala gestión del PP. Tuvo la mala suerte de estar allí entonces.
Tras el cierre de Canal 9, Vilaplana quiso desvincularse de una etapa oscura en los medios públicos. Es por ello que, según su entorno, rechazó la oferta de Mazón para incorporarse a la dirección de À Punt, cuyo nuevo consejo controlado por PP y Vox se estaba gestando en esas semanas de octubre. La comunicadora se dedica desde hace años a la docencia y a su cargo como consejera en el Levante U.D., que compagina como consultora y formadora en comunicación a través de su empresa Bencomunicat S.L. Ofrece cursos en multitud de entidades, entre ellas una fundación sufragada con fondos públicos, el Centro Europeo de Empresas e Innovación de Valencia. Se trata de una entidad sin ánimo de lucro que se financia con aportaciones de la Generalitat y la Diputación de Valencia mayoritariamente. Son sesiones para profesionales “que deseen comunicarse con eficacia en cualquier situación, tanto personal como profesional”.
De esa disciplina hizo gala durante el encuentro con Mazón, que no es el primero que ambos mantenían. Tras rechazar la oferta del president durante el ágape, según apuntó en su carta abierta, la comida derivó en una sesión de consultoría. “Durante la conversacioÌn se me plantearon varias opciones, entre ellas presentar una candidatura a un cargo en la televisión autonómica, que rechacé de forma clara por conviccioÌn personal y profesional. A partir de ahí, me pidió mi opinión sobre la situación de la televisión: queÌ aspectos consideraba que funcionaban bien o mal y queÌ cambios podrían aplicarse. Desde mi experiencia, expuse mi punto de vista, lo que derivó en un intercambio de pareceres y acabó en una sesión de consultoría de comunicación en la que se abordaron cuestiones propias de mi especialidad”, expresó en la carta abierta a los medios de comunicación.
La comunicadora, que rompió su silencio el 5 de septiembre con aquella carta, puede contribuir a esclarecer la verdad sobre la fatídica jornada. Hasta la fecha solo había tenido una aparición pública como periodista, una colaboración en un programa de cocina en el que habló del acoso sufrido en redes sociales. Con la carta abierta, en la que niega haber escuchado las conversaciones del presidente, volvió al foco al cambiar la duración del encuentro. De entrada, su testimonio puede acotar su reunión con el presidente, de la que se han dado varias versiones, todas ellas pactadas entre ella y Presidencia de la Generalitat.
Su portavoz, correa de transmisión de sus versiones, que son a la vez las del presidente valenciano, ha cambiado varias veces la hora de salida del restaurante, y recientemente el entorno de ambos ha apuntado que se despidieron en un parking del centro de la ciudad, en dirección opuesta al Palau de la Generalitat, que es a donde Mazón ha dicho una y mil veces que se dirigió tras terminar de comer. Nunca ha marcado la hora. Ahora la jueza, a petición de varias acusaciones, pide el comprobante bancario del pago del de parking, un detalle que esclarecerá si la última versión pactada por ambos es, esta vez, la real.
“Hasta qué momento la testigo Sra. Vilaplana acompañó al President, y en consecuencia, hasta que momento pudo estar presente durante las llamadas que se sostuvieron entre el President y la investigada Salomé Pradas, convierte en útil la prueba solicitada, la obtención del ticket de entrada y salida del parking”, afirma la magistrada en un auto dictado este viernes. Interrogada debidamente, “podría ofrecer información que solo ella, el presidente de la Generalitat y sus interlocutores podrían conocer”. Qué pudiera escuchar en las conversaciones telefónicas o qué le transmitió el presidente valenciano es determinante para averiguar si en el Cecopi se estaba actuando con diligencia. Este lunes, al comparecer como testigo, tendrá la obligación de decir la verdad.