Ni café ni cáscaras de huevo: cómo hacer el abono casero que ayudará a revivir y hacer crecer tus plantas en verano

El verano puede ser una estación difícil para las plantas. Las temperaturas elevadas, la exposición solar intensa y el riego irregular ponen a prueba incluso a las especies más resistentes. En estas condiciones, muchas plantas muestran signos de fatiga. Hojas que se marchitan, flores que no se abren o crecimiento detenido. Pero no todo está perdido. Con un poco de cuidado y un buen aporte de nutrientes, es posible no solo mantenerlas con vida, sino revitalizarlas por completo.

Sabemos que el calor extremo y la intensidad solar pueden ser letales para muchas plantas, especialmente aquellas cultivadas en macetas o jardines urbanos. Las altas temperaturas provocan una mayor evaporación del agua, un agotamiento rápido de los nutrientes del suelo e incluso cierto estrés en las raíces. Es precisamente en esta época cuando las plantas necesitan un empujón extra para sobrevivir y florecer. Y ese empujón puede venir, sorprendentemente, de tu cocina, sin necesidad de recurrir a caros fertilizantes comerciales ni a los clásicos posos de café o cáscaras de huevo.

Si bien estos últimos ingredientes han gozado de buena fama entre los aficionados a la jardinería doméstica, lo cierto es que su eficacia como fertilizantes es un tanto limitada o incluso contraproducente si no se tratan adecuadamente. En cambio, existe una alternativa casera, ecológica y mucho más efectiva: el abono líquido fermentado. Esta solución se elabora con residuos de cocina ricos en nitrógeno, fósforo y potasio, los tres nutrientes esenciales para el desarrollo vegetal, a partir de un proceso de fermentación que transforma los desechos orgánicos en un alimento más adecuado para las plantas.

Hacer tu propio abono casero no solo mejora la salud y el crecimiento de tus plantas en verano. También es una forma de reducir residuos. En tiempos de sequías prolongadas, cada decisión cuenta, incluso la de guardar los restos de tu ensalada para preparar un elixir nutritivo en lugar de tirarlos al cubo de la basura. Este verano, antes de correr al vivero en busca de otro fertilizante sintético, abre tu nevera. Lo que necesitas para revivir tus plantas puede estar más cerca de lo que crees.

Por qué ni café ni cáscaras de huevo

Antes de entrar en materia, conviene desmontar algunos mitos. Los posos de café son ricos en nitrógeno, sí, pero su descomposición puede acidificar el suelo si se aplican en exceso o directamente sobre la tierra. Además, su textura compacta puede dificultar la ventilación del sustrato.

Por otro lado, las cáscaras de huevo contienen calcio, un nutriente útil, pero de muy lenta liberación. Para que las raíces lo absorban, las cáscaras deben estar finamente pulverizadas y compostadas durante meses. No son, por tanto, una solución inmediata.

El abono líquido fermentado: fácil, rápido y efectivo

A diferencia de los residuos mencionados, el abono líquido fermentado, una forma casera que algunos llaman “té de compost” o incluso “biofertilizante”, permite obtener un concentrado de nutrientes en poco tiempo, ideal para usar durante las semanas más críticas del verano. El proceso, además, es sencillo, barato y no requiere más que un poco de paciencia y un puñado de ingredientes:

  • Restos vegetales ricos en nitrógeno: hojas verdes, peladuras de frutas (especialmente de plátano, que aporta potasio), restos de lechuga, espinacas, zanahoria o cáscaras de pepino.
  • Agua sin cloro o agua del grifo reposada al menos 24 horas.
  • Un recipiente de plástico o de vidrio con tapa no hermética.
  • Opcional: un poco de melaza o azúcar para acelerar la fermentación.

Este “té” actúa como un revitalizante natural, aportando nutrientes solubles directamente a las raíces. A diferencia del compost tradicional, que requiere semanas o meses, este abono está listo en una semana y sus efectos se notan en pocos días. Te explicamos cómo prepararlo:

  • En primer lugar, trocea los restos vegetales en partes pequeñas para facilitar la descomposición.
  • A continuación, llena el recipiente hasta la mitad con estos restos. No es necesario seguir una receta exacta, pero procura combinar fuentes de nitrógeno, como los restos verdes, con algo de potasio, ya sea plátano o cáscara de melón.
  • Después, agrega agua hasta cubrir todos los restos y si deseas acelerar el proceso, añade una cucharada de melaza o azúcar. Esto alimentará a los microorganismos encargados de la fermentación.
  • Tapa el recipiente, pero, recuerda, no de forma hermética. Es importante que los gases del proceso puedan liberarse.
  • Deja fermentar de cinco a siete días en un lugar fresco y a la sombra, removiendo la mezcla una vez al día.
  • Pasado ese tiempo, cuela el líquido y dilúyelo en una proporción de una parte de abono por diez de agua antes de aplicarlo al suelo.

Algunos consejos de aplicación

Aunque este abono es beneficioso para la mayoría de las plantas, algunas especies lo agradecen especialmente como tomates, pimientos, albahaca, geranios, petunias y cualquier planta en floración que requiera un impulso de energía durante los meses calurosos. También es ideal para el césped o huertos urbanos en maceta.

Además, es importante que no abuses del compuesto. Aun siendo natural, un exceso de nutrientes puede saturar el sustrato. Observa siempre la respuesta de tus plantas y ajusta la frecuencia según su aspecto. Si las hojas amarillean, puede ser señal de exceso de nitrógeno. Y si el líquido tiene mal olor, a podrido y no solo a fermentado, deséchalo y repite el proceso.

Para aprovechar al máximo los beneficios del abono líquido fermentado, es fundamental aplicarlo con cierta regularidad y siguiendo algunas pautas clave. Se recomienda utilizarlo cada 10 a 15 días durante los meses de verano, cuando las plantas experimentan una mayor demanda nutricional. Lo ideal es aplicarlo al atardecer o en días nublados, ya que las altas temperaturas y la exposición directa al sol pueden provocar quemaduras en las raíces sensibles si el abono se aplica en condiciones extremas.