La presbicia, también conocida como “vista cansada”, es un problema de visión muy común y estrechamente relacionado con el envejecimiento natural del ojo. A medida que envejecemos, el cristalino, que es la lente natural del ojo, pierde gradualmente su elasticidad. Esta pérdida de flexibilidad disminuye la capacidad del ojo para 'acomodarse', es decir, para cambiar de forma y enfocar objetos a distintas distancias.
El proceso présbito es un cambio natural que ocurre en todos los individuos, aunque su progresión puede variar de una persona a otra, según el Instituto Nacional del Ojo (NEI). Durante esta etapa de mediana edad es especialmente importante prestar atención a la salud ocular, ya que tanto el ojo como el organismo en general empiezan a experimentar cambios que pueden afectar la visión y la calidad de vida si no se detectan y tratan a tiempo. Algunas personas comienzan a notar los primeros signos de presbicia alrededor de los 40 años, mientras que otras no perciben cambios significativos hasta los 45 o incluso 50 años.
¿Qué se entiende como presbicia?
El Dr. Julio Ortega-Usobiaga, oftalmólogo de Clínica Baviera Bilbao, explica el funcionamiento del cristalino, usado por nuestros ojos “para enfocar de lejos y de cerca. Este actúa como una lente capaz de aplanarse o abombarse para ajustar el enfoque, igual que hace una cámara de fotos o un móvil. Ese 'botón' para enfocar lo activamos automáticamente desde el cerebro, pero con la edad, el cristalino se vuelve más rígido y pierde capacidad de cambiar de forma, por lo que ya no puede enfocar correctamente”.
El oftalmólogo afirma que esta pérdida de acomodación no sucede de un día para otro sino de manera progresiva, y que además “comienza prácticamente desde que nacemos, pero no se nota hasta alrededor de los 45 años, más o menos. Entonces empezamos a sentir la necesidad de alejar los objetos para verlos con claridad”. Esa “distancia mínima” a la que podemos enfocar cómodamente, explica, llega a ser aproximadamente un tercio de metro (unos 33 cm).
¿Por qué sucede?
El origen de la presbicia está en los cambios fisiológicos del cristalino y del músculo ciliar. Según recoge MedlinePlus, con la edad:
- El cristalino se endurece progresivamente, lo que limita su capacidad de cambiar de forma para enfocar objetos cercanos.
- El músculo ciliar, encargado de modificar la forma del cristalino, también puede perder eficiencia, aunque el factor principal sigue siendo la rigidez del cristalino.
Este proceso es inevitable y ocurre en todos los seres humanos, independientemente de otros problemas visuales previos. Por eso se dice que la presbicia es un signo natural del envejecimiento ocular y no una enfermedad en sí misma.
Sus manifestaciones
Los síntomas de la presbicia suelen aparecer de manera gradual y progresiva. El Centro Oftalmológico Barcelona del Institut Català de Retina enumera los más frecuentes:
- Dificultad para enfocar objetos cercanos, como un libro, el móvil o al realizar tareas de costura.
- Necesidad de alejar los objetos para poder verlos con nitidez, por ejemplo, alejar el móvil mientras se lee un mensaje o sostener el libro más lejos de lo habitual.
- Visión borrosa al leer o trabajar a una distancia normal de visión cercana.
- Cansancio ocular y fatiga visual especialmente tras realizar tareas prolongadas de cerca.
- Dolores de cabeza que pueden aparecer como consecuencia del esfuerzo visual sostenido.
- Enrojecimiento ocular y sensación de sequedad o irritación después de un tiempo de concentración visual intensa.
Ortega-Usobiaga apunta que “suele aparecer primero en tareas de visión próxima, como leer un libro o mirar el móvil (aproximadamente a un tercio de metro). Más adelante se nota también en el ordenador, unos dos tercios de metro”. Además, asegura que si se realizan trabajos aún más cercanos, como costura, maquetas o joyería, “se notará incluso antes”.
En las personas con hipermetropía, la presbicia puede aparecer antes, ya que el ojo ya tiene dificultades para enfocar de cerca. En cambio, las personas con miopía pueden notar los síntomas más tarde, porque su visión cercana suele ser buena sin corrección hasta edades más avanzadas, según la Academia Americana de Oftalmología.
¿Por qué hay diferencias entre personas?
“No todos notan la presbicia exactamente a la misma edad. La diferencia está en la graduación visual de lejos que cada uno ha tenido toda la vida. Esta graduación influye en que la presbicia se manifieste un poco antes o después”, afirma Ortega-Usobiaga.
Además, resalta que en casos de miopía, la presbicia aparece más tarde porque pueden “engañar” quitándose las gafas y ver de cerca. Por su parte, en los hipermétropes, la presbicia aparece antes, pero muchas veces lo que necesitan son gafas para corregir la hipermetropía latente que antes compensaba. Por último, en los emétropes (sin graduación), la presbicia aparece hacia los 45–47 años.
Respecto al astigmatismo, “puede acompañar tanto a miopía como a hipermetropía y afecta la visión de lejos y de cerca, pero no se combina con ambas a la vez (esto se debe a que no existe algo así como un ojo miopé-hipermétrope)”, afirma.
Prevención y cuidados
Aunque la presbicia no tiene cura definitiva (es decir, no desaparece por completo) sí existen métodos para corregir sus efectos y recuperar la capacidad de ver de cerca con claridad. La elección de la estrategia depende de cada persona, su edad, estilo de vida y necesidades visuales. Entre las opciones más comunes se encuentran:
- Gafas: se pueden usar lentes convergentes (convencionales para visión cercana), lentes bifocales que permiten ver a dos distancias, o lentes progresivas que corrigen la visión a varias distancias de forma continua.
- Lentes de contacto adaptadas a la presbicia, incluyendo lentes multifocales o monovisión, según la recomendación del especialista.
- Cirugía refractiva intraocular, que implica el implante de lentes multifocales o acomodativas, para poder ver de cerca y de lejos sin necesidad de gafas. Esta opción requiere un estudio personalizado y cuidadoso para determinar la técnica más adecuada según la edad, profesión, estilo de vida y expectativas visuales del paciente.
Además de las opciones de corrección, la NEI asegura que es fundamental adoptar hábitos saludables para mantener una buena salud ocular y retrasar posibles complicaciones:
- Evaluaciones oftalmológicas periódicas: se recomienda realizar un examen completo alrededor de los 40 años, incluso si no hay síntomas. Esto permite detectar a tiempo problemas como glaucoma, cataratas, degeneración macular asociada a la edad o retinopatía diabética, mejorando el pronóstico y previniendo daños irreversibles.
- Controles según la presencia de enfermedades crónicas o hallazgos iniciales, ajustando la frecuencia de las revisiones a las necesidades individuales.
- Estilo de vida saludable, que incluya una alimentación equilibrada rica en antioxidantes, vitaminas y minerales; práctica regular de ejercicio; sueño adecuado; y evitar el consumo excesivo de tabaco y alcohol. Estos hábitos contribuyen a la salud general y ocular, disminuyendo el riesgo de complicaciones.
Ortega-Usobiaga concuerda con que “es muy importante que la gente acuda al oftalmólogo, no solo a la óptica. Los oftalmólogos usamos gotas que dilatan la pupila y paralizan el cristalino, lo que nos permite medir cuántas dioptrías estás compensando. Por ejemplo, un niño puede tener 5 dioptrías de hipermetropía y no notarlo porque su cristalino compensa perfectamente. Sin las gotas, en la óptica podrían decir que no tiene nada. Con las gotas, sabemos la graduación real y podemos aconsejar gafas si es necesario”.
Consejos prácticos para la vida diaria con presbicia
Algunas recomendaciones simples pueden mejorar significativamente la calidad de vida de quienes comienzan a experimentar presbicia:
- Mantener buena iluminación al leer o realizar trabajos de cerca
Una iluminación adecuada es fundamental para reducir la fatiga ocular y mejorar la nitidez de la visión cercana. Se recomienda utilizar luces directas y regulables al leer libros, revistas o trabajar en tareas manuales, evitando reflejos o sombras que puedan dificultar la concentración visual. La luz natural también es muy beneficiosa siempre que se aproveche correctamente.
- Tomar descansos frecuentes para reducir la fatiga ocular
Especialmente en trabajos prolongados frente a pantallas de ordenador, tabletas o móviles, es recomendable realizar pausas periódicas. La conocida regla 20-20-20 consiste en mirar algo a 20 pies (aproximadamente 6 metros) durante 20 segundos cada 20 minutos de lectura o uso de pantalla. Esto ayuda a relajar los músculos ciliares del ojo y disminuye la tensión visual.
- Ajustar la distancia de lectura y el ángulo de visión
Mantener libros, teléfonos, tabletas o pantallas a una distancia óptima permite enfocar de manera más cómoda y reduce el esfuerzo de acomodación. Generalmente, la distancia ideal para lectura se encuentra entre 35 y 40 cm del ojo, aunque puede variar según la prescripción visual de cada persona. Asimismo, ajustar el ángulo de visión de las pantallas y evitar posiciones incómodas mejora la postura y evita molestias en cuello y espalda.
- Usar gafas adecuadas y mantener la prescripción actualizada
Las gafas de lectura, bifocales o progresivas son herramientas esenciales para compensar la disminución de la visión cercana. Es importante utilizar la corrección óptica recomendada por el especialista y actualizarla periódicamente según los cambios en la visión.
La presbicia, por tanto, es un recordatorio de que nuestros ojos envejecen junto con el resto del cuerpo, pero con las herramientas adecuadas se puede seguir viendo de cerca con nitidez y comodidad. Ante todo, la decisión sobre si operarse y qué técnica usar debe en todo caso basarse en un estudio personalizado realizado por un especialista, considerando edad, profesión, estilo de vida y expectativas visuales.