El plato típico extremeño ideal para una comida ligera y refrescante de verano

Aurora López

12 de junio de 2025 18:23 h

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En el norte de Extremadura, donde la tradición agrícola sigue marcando el ritmo del día a día, el zorongollo destaca como uno de los platos más característicos y apreciados de la cocina local. Este plato, de nombre peculiar y sabor inconfundible, representa como pocos la esencia del recetario popular de la comunidad extremeña, especialmente en las comarcas de La Vera y el Valle del Jerte. A base de pimientos asados y aliñados con aceite de oliva, ajo y, en ocasiones, tomate, el zorongollo se erige como un símbolo de la cocina rural, donde el producto y la sencillez de la receta se convierten en protagonistas.

Además de ser delicioso, el zorongollo es un plato muy saludable. Rico en fibra y antioxidantes, y elaborado con grasas saludables procedentes del aceite de oliva virgen extra, encaja perfectamente en la dieta mediterránea. Los pimientos asados, al perder parte de su agua en el proceso de cocción, concentran sus azúcares naturales y ofrecen un sabor intenso sin necesidad de añadir azúcares ni aditivos.

Orígenes humildes, alma campesina

Para entender el zorongollo es imprescindible adentrarse en la historia agrícola de Extremadura. Esta comunidad autónoma del suroeste español ha sido tradicionalmente una tierra de agricultores y ganaderos, donde el trabajo del campo ha marcado el ritmo de la vida. En este contexto, los ingredientes más comunes eran aquellos que se cultivaban en las propias huertas como los pimientos rojos, los tomates, cebollas, ajos, y, por supuesto, el aceite de oliva.

El zorongollo tiene su origen en esta cocina de subsistencia, donde no se desperdiciaba nada y se sacaba el máximo partido de cada producto. Se trataba de un plato ideal para los jornaleros, fácil de preparar, económico, y que podía conservarse durante varios días gracias al aliño con aceite y vinagre. Además, era refrescante y ligero, perfecto para los días calurosos de verano, cuando las faenas agrícolas alcanzaban su máximo apogeo.

En cuando a su nombre, “zorongollo”, se cree que proviene del término mozárabe o de una deformación fonética local del vocablo “salpicón” o “zarangollo”, plato murciano con el que guarda ciertas similitudes. Aunque no se tiene certeza absoluta sobre su etimología, lo que sí está claro es que este plato ha sabido conservar su esencia hasta nuestros días.

Variaciones locales y evolución contemporánea

Como ocurre con muchas recetas tradicionales, el zorongollo ha experimentado adaptaciones según la zona y las costumbres familiares. En algunas partes de la provincia de Cáceres se le añaden cebollas asadas o crudas en juliana. En otras, se prescinde del vinagre para que el sabor del pimiento asado y el aceite prevalezca. La introducción del tomate es también un elemento diferenciador, ya que algunos puristas lo rechazan, mientras que otros lo consideran imprescindible.

Con la llegada de la cocina de autor y el auge del turismo gastronómico en Extremadura, el zorongollo ha salido del ámbito doméstico para entrar con fuerza en los restaurantes de cocina regional. Hoy no es raro encontrarlo reinterpretado en forma de tapa gourmet, acompañado de espuma de ajo, virutas de jamón ibérico o incluso como base de una ensalada templada con bacalao confitado. Estas innovaciones, sin embargo, no han eclipsado la versión tradicional, que sigue siendo la favorita entre los extremeños y visitantes.

Presencia en fiestas y celebraciones

El zorongollo no es solo un plato cotidiano. Su presencia es habitual en las celebraciones populares, especialmente en ferias, romerías y festividades locales. En los pueblos del norte de Cáceres, como Jarandilla de la Vera, Cabezuela del Valle o Navaconcejo, es común ver grandes fuentes de zorongollo sobre las mesas durante los banquetes familiares, acompañado de pan de pueblo y vino de la tierra.

Incluso existen concursos y jornadas gastronómicas dedicadas a esta receta, donde vecinos y cocineros compiten por preparar el mejor zorongollo, compartiendo sus secretos y variantes con orgullo. Estas iniciativas no solo fomentan el turismo rural, sino que refuerzan el sentimiento de pertenencia a una cultura culinaria viva y compartida.

Receta paso a paso del zorongollo

Una de las características más destacadas del zorongollo es su simplicidad. No necesita ingredientes exóticos ni técnicas culinarias complejas. Su éxito radica en la calidad del producto y el cuidado en su preparación. La receta tradicional incluye:

  • Cuatro pimientos rojos grandes
  • Un diente de ajo
  • Seis cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • Una cucharada de vinagre de vino
  • Sal al gusto
  • Un tomate grande (opcional)
  • Dos huevos cocidos (opcional)
  • Atún (opcional)

Aquí tienes una receta detallada para preparar un zorongollo auténtico en casa:

  • En primer lugar, precalienta el horno a 200 grados. Mientras tanto, continúa lavando bien los pimientos y colócalos en una bandeja para horno.
  • Ahora asa los pimientos durante aproximadamente unos 30 o 40 minutos, dándoles la vuelta a la mitad del tiempo de cocción para que se hagan de forma uniforme. Si has decidido meter el tomate en la receta, ásalo también junto a los pimientos.
  • Cuando se haya terminado el tiempo de cocción, saca los pimientos del horno y cúbrelos con un paño limpio o mételos en una bolsa de plástico. Esto ayudará a que suden y se puedan pelar más fácilmente.
  • Una vez estén fríos, pélalos con cuidado, retira las semillas y córtalos en tiras. Haz lo mismo con el tomate, si lo has incluido.
  • A continuación, pica el ajo y mézclalo con el aceite, el vinagre y una pizca de sal.
  • Aliña los pimientos con esta mezcla, remueve bien y deja reposar en el frigorífico al menos una hora antes de servir para que cojan todo el sabor del aliño.
  • Ahora simplemente queda servir y disfrutar. El zorongollo se suele servir frío o a temperatura ambiente, y puede acompañarse de huevo duro picado, atún en aceite o incluso de jamón serrano, según el gusto del comensal.