Pese al tabú, las personas mayores también practican sexo

Foto: Ian MacKenzie

Cristian Vázquez

Cuando somos jóvenes, la referencia de personas mayores es la de nuestros abuelos, y a ellos nunca los oímos hablar de sexo. Tampoco los medios de comunicación ni el cine dan mucho lugar a las relaciones sexuales durante la segunda mitad de la vida. Por esas razones, a mucha gente le cuesta imaginar cómo son. ¿Cuáles son las prácticas más comunes? Besos, abrazos, caricias y penetración vaginal. Esa es la respuesta ofrecida por un estudio sobre casi 2.000 personas de más de 65 años, realizado por investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid.

El mismo trabajo apuntaba que el 62,3 % de los hombres y el 37,4 % de las mujeres en ese grupo de edad son sexualmente activos. Unos porcentajes muy parecidos a los de quienes habían dicho que sus relaciones sexuales eran satisfactorias o muy satisfactorias en un estudio anterior: 59,6 % entre los hombres y 35,7 % entre las mujeres, siempre en el mismo rango de edad.

Esta otra investigación, elaborada por especialistas catalanes en sexo, también había consultado por la frecuencia de la actividad sexual: 6 de cada 10 personas dijeron hacerlo, de media, unas cuatro veces por mes. Un dato revelador de esta encuesta indicaba que el 87,6 % nunca había preguntado a su médico por cuestiones vinculadas con la sexualidad en esta etapa de la vida

Por otro lado, el médico solo había hecho preguntas por el mismo motivo al 8,8 %. El sexo en los adultos mayores sigue siendo un tema tabú, incluso para los profesionales de la salud, pese a que sigue siendo un área central en la vida de las personas. El interés por la actividad sexual es un indicador de la calidad de vida del adulto mayor, y además proporciona muchos beneficios.

Caricias, besos y otras muestras de afecto

Los cambios fisiológicos, psicológicos y sociales llevan a que, con los años, la sexualidad se viva de otra manera. Con respecto a lo físico, el principal problema entre los hombres -tal como explica el Instituto Nacional sobre el Envejecimientode Estados Unidos (NIA, por sus siglas en inglés)- suelen ser las disfunciones eréctiles.

Es decir, las dificultades para lograr y mantener una erección (además de otros hechos, como que la erección se pierda más rápidamente después del orgasmo, o que se necesite más tiempo para lograr una nueva erección). “No es un problema si ocurre de vez en cuando, pero si sucede con frecuencia hable con el médico”, recomiendan estos especialistas.

Para las mujeres, por su parte, las dificultades a menudo se relacionan con los cambios en su vagina. Según la NIA, “puede acortarse y estrecharse”, y las paredes vaginales “volverse más delgadas y un poco más rígidas”. Además, la lubricación vaginal es menor y toma más tiempo. Por todo esto, es posible que el coito resulte doloroso y menos placentero. Existen productos lubricantes a base de agua que pueden ayudar en estos casos, lo mismo que ciertos condones con buena lubricación.

Es en parte debido a estos motivos que, en esta etapa, ganen importancia en las relaciones sexuales elementos como las caricias, los abrazos, los besos y otras muestras de afecto en la intimidad. Forman parte de la llamada fase de deseo, la primera de las cuatro que componen la respuesta sexual humana -definida ya en los años sesenta en los trabajos clásicos de William Masters y Virginia Johnson-, que es más prolongada cuando se superan los 60 años de edad.

Otros factores que limitan el sexo entre los adultos mayores

Con respecto a los factores psicológicos que inciden sobre la sexualidad en los adultos mayores, uno de los más importantes se asocia precisamente con el envejecimiento de la figura corporal, que se traduce en la sensación de que dejarán de ser atractivos para sus parejas. Ante este temor, en un artículo sobre la cuestión publicado en la revista especializada Psicodebate, el sexólogo argentino Adrián Sapetti propone recordar la canción de los Beatles: “Cuando yo tenga 64, tú también serás mayor”.

Es decir, el envejecimiento es algo que afecta a todos. Y vale tanto para parejas de muchos años como para personas que acaban de conocerse. No tener pareja es, por cierto, uno de los factores que limitan la actividad sexual. También padecer dos o más enfermedades crónicas, tomar dos o más medicamentos, tener una percepción negativa de la propia salud, un bajo nivel educativo y superar los 75 años de edad.

El sexo como constructo social

Como apunta un trabajo realizado por investigadores mexicanoscentrado en la relación entre la actividad sexual y la calidad de vida de los adultos mayores, la sexualidad es “una construcción social” que “puede influirse y modificarse a cualquier edad”. Y destacan la importancia de la comunicación. “Encontrar un lenguaje para lo que no ha sido expresado -enfatizan- es una vía fundamental para que las personas modifiquen la percepción que tienen de sí mismas y para que lleguen a comprender la relación entre su comportamiento individual y el contexto social y cultural en que viven”.

El género es una de las variables decisivas en cuanto al modo de vivir la sexualidad en esta etapa, como lo evidencias los porcentajes de actividad y satisfacción sexual citados al comienzo de este artículo: las cifras de los hombres casi duplican a las de las mujeres. Esto se debe, desde luego, a las pautas sociales y culturales dominantes durante la mayor parte de la vida de esas personas. Para las próximas generaciones lo más probable es que, por fortuna, esos números se equiparen.

También es de desear que la sexualidad más allá de la juventud deje de ser un tabú. En la película 45 años, del británico Andrew Haigh, la pareja interpretada por Charlotte Rampling y Tom Courtenay, quienes entonces tenían 69 y 78 años, respectivamente, protagoniza una escena de sexo, algo muy pocas veces visto entre personajes de esas edades. Si bien por ahora esa cinta (que recibió numerosos premios) no es más que una excepción, está claro que el cine puede ayudar a derribar prejuicios y, en última instancia, a mejorar la calidad de vida de mucha gente.

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