Las grandes empresas europeas, obligadas a dejar Irán por las sanciones de Donald Trump

Michael Gorges estuvo hace unas semanas en Teherán. Este alemán afincado en Aquisgrán (oeste germano) se dedica a la asesoría para empresas interesadas en hacer negocios en Irán. En su última visita a la capital iraní acompañó en una feria comercial a los responsables de una empresa germana de cosmética deseosa de entrar en el mercado del país persa.

“La feria nos fue bien. El mercado iraní de la cosmética es muy interesante, porque es grande y porque crece con mucha fuerza. No hay que olvidar que en Irán hay 80 millones de personas, esos son muchos consumidores potenciales”, dice Gorges a eldiario.es.

Este experimentado asesor sabe de las muchas dificultades económicas resultantes de las sanciones estadounidenses contra Irán y contra todo aquel que quiera hacer negocios en el país persa. Esas medidas entraron en vigor a principios de mes. Son una consecuencia de la retirada estadounidense del acuerdo nuclear internacional anunciada por Donald Trump el pasado mes de mayo. “Las grandes empresas europeas en Irán que también están presentes en Estados Unidos tienen miedo a las posibles sanciones del Gobierno estadounidense”, apunta Gorges.

En su última visita a Teherán, el regreso de las sanciones era uno de los temas de conversación más recurrentes. “En el ambiente que me encontré allí había preocupación por el endurecimiento de las sanciones. Desde hace un año, de hecho, es así la atmósfera que se respira”, precisa el asesor alemán. Él, sin embargo, se esfuerza en convencer de que “las empresas europeas, si no están presentes en Estados Unidos, pueden hacer negocios en Irán”.

No es el caso, desde luego, del fabricante de coches alemán Daimler –responsable de marcas como Mercedes-Benz o Smart– o del gigante francés de la energía y la petroquímica Total. Ésta última había firmado el pasado verano un jugoso contrato para la explotación del que describen como el “mayor yacimiento de gas jamás encontrado”, un proyecto que atiende al nombre de South Pars 11.

Sobre la mesa había 4.800 millones de dólares (unos 4.200 millones de euros). Pero ése es un dinero con el que ya no cuentan los responsables de Total. Desde que Trump anunciara la salida de Estados Unidos del acuerdo nuclear iraní, la firma con sede en Courbevoie, a las puertas de París, empezó a manifestar sus reticencias respecto a un proyecto del que ha terminado desvinculándose. Este el lunes el ministro iraní de Petróleo, Bijan Namdar Zanganeh, confirmó la salida oficial de Total del proyecto.

“Debido a la administración Trump, hemos decidido poner fin a los servicios en Iran”, decía, por su parte, el pasado mes de julio, Rodolfe Saadé, CEO de la Compañía Marítima de Fletamento –Compañía General Marítima (CMA-CGM, por sus siglas francesas). Este armador galo pasa por ser la tercera compañía más importante de transporte marítimo a nivel mundial. Después de la firma en 2016 de un principio de acuerdo en Irán, en CMA-CGM llegaron a pensar que podrían explotar líneas marítimas y cooperar en el uso de puertos iraníes. El anunció de Trump cambió ese horizonte.

Hace unos días, a Daimler le tocaba dejar de emprender en Irán. “Hemos suspendido nuestras limitadas actividades en Irán de acuerdo con las sanciones aplicables”, decían desde el consorcio alemán con sede en Stuttgart (suroeste germano) el pasado 7 de agosto. Ese mismo día, Donald Trump tuiteaba lo siguiente: “Las sanciones contra Irán han sido impuestas oficialmente (...) Cualquiera que haga negocios con Irán no hará negocios con Estados Unidos”.

Una retirada europea a la vista

Antes, los fabricantes de coches franceses PSA Peugeot Citroën y Renault suspendieron sendos proyectos en suelo iraní. PSA Peugeot Citroën tenía firmados acuerdos valorados en 700 millones de euros, mientras que Renault quería llegar a producir 350.000 vehículos al año en el país persa. El regreso de las sanciones estadounidenses ha acabado con esos planes. Estos abandonos son un varapalo para todas las partes implicadas. Se estima que la industria del automóvil representa cerca de un cuarto del PIB iraní.

“La mayoría de las compañías importantes de Europa está planeando retirarse de Irán, independientemente de su situación contraactual en el país y de cómo de lejos se hayan adentrado en el mercado iraní”, plantea a eldiario.es Henry Rome, investigador especializado en temas iraníes de la prestigiosa consultora Eurasia Group.

Este tipo de decisiones no traducen, sin embargo, la voluntad general de los políticos e industriales europeos. El acuerdo nuclear alcanzado en 2015 por Estados Unidos en tiempos de Barack Obama, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China lograba la paralización del programa nuclear iraní. A cambio, se prometía a la República Islámica volver a la escena internacional, también en lo económico.

“Es un aspecto fundamental” que Irán “tenga una ventaja económica a cambio de lo que han hecho hasta ahora, cumpliendo con todos sus compromisos relacionados con su plan nuclear”, ha dicho al respecto recientemente Federica Mogherini, alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

Sin embargo, dadas las amenazas de Trump, se constata la incapacidad europea de retener invirtiendo en Irán a grandes firmas como Daimler o Total. “Estamos en una situación que sólo hace pensar en que lo venidero será difícil para las grandes empresas europeas en Irán. Y la economía iraní va a estar bajo mucha presión, aunque las actuales sanciones contra Teherán tal vez sean menos duras que la última oleada que hubo, porque a Washington le falta ahora el consenso internacional”, comenta Rome, el investigador de Eurasia Group.

Empresas europeas ya sancionadas por EEUU

Para él, la reactivación del llamado “Estatuto de Bloqueo” de la Unión Europea, que permite a las empresas que sean sancionadas por Washington recuperar los daños causados por los castigos como los que la administración quiere imponer por hacer negocios en Irán, no resulta creíble. “Las empresas europeas tienen que lidiar aquí con un mecanismo nuevo de la UE, algo incierto, al tiempo que tienen en frente una bien engrasada y agresiva maquinaria estadounidense de sanciones”, abunda Rome. Y tanto.

El banco galo BNP Paribas ya fue condenado en 2014 a pagar 8.900 millones de dólares (7.800 millones de euros) a las autoridades estadounidenses por haber operado en países sometidos al régimen de sanciones de Estados Unidos. Entre esos países figuraba Irán. En 2008, la compañía de ingeniería germana Siemens pagó unos 700 millones de euros al ser castigada por la justicia estadounidense por su actividad en el país persa.

Así, sólo parecen estar a salvo de los castigos pequeñas y medianas empresas como las que asesora Gorges desde Aquisgrán. “Las pequeñas y medianas empresas europeas no tienen nada que temer si no mantienen actividades en Estados Unidos, pero las grandes compañías están claramente en una situación distinta”, concluye Gorges.