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ENTREVISTA Economista

Juan Torres López, economista: “Ayuso es la referente de la economía de la motosierra en España”

El economista Juan Torres López (Granada, 1954) bromea con que “España se está convirtiendo en un país donde se escribe más que se lee”. Lo hace justo antes de arrancar una entrevista para presentar su nuevo libro, Cómo sobrevivir al trumpismo y a la economía de la motosierra (Deusto), donde describe la “ofensiva global contra los pilares del Estado social” que encabezan los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y Argentina, Javier Milei. Los dos que gráficamente han colocado la “motosierra” en el imaginario como metáfora del recorte del gasto público, caiga quien caiga.

Torres, jubilado desde octubre como catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla, advierte que estamos viviendo un “cambio de era” y que es necesaria una nueva “caja de herramientas para enfrentarlo”. Pero la Unión Europea (UE) y España están lejos de aportar esas soluciones que frenen la ola reaccionaria.

¿En qué consiste la economía de la motosierra?

Es la vieja política de austeridad, de recorte del gasto social y de utilización del Estado para favorecer a los más ricos pero aplicada de una forma grosera, inhumana, sin freno, sin disimulo y violentando las libertades y la democracia. Es un paso más allá y mucho más peligroso para las sociedades democráticas.

¿Cuál diría que es ahora mismo su referente en España?

Quien aplica este tipo de medidas de manera bastante clara, pero todavía quizás no tan exagerada, es Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Pero, en Andalucía, con un lenguaje y con unas formas un poquito más moderadas, se lleva a cabo una política de recortes en servicios públicos que va a ser muy peligrosa.

Es verdad que aún no hemos llegado a los extremos de Trump o Milei, pero porque todavía no disponen del Gobierno central. Pero, en cuanto la derecha llegue al Gobierno del Estado, las políticas que aplicará serán claramente de motosierra porque ya las han hecho antes. Y dependiendo de quién sea que lidere ese proceso, tendrá un aspecto más o menos semejante a esa actitud grosera, chulesca, antidemocrática y autocrática de Trump o Milei.

La economía de la motosierra es la vieja política de austeridad pero grosera, inhumana y sin freno

En el libro menciona que Trump y Milei no son causas, sino síntomas del sistema. ¿A qué se refiere?

Es un poco ingenuo pensar que cualquier personaje puede ganar unas elecciones y llegar al Gobierno de un país tan importante como Estados Unidos, Argentina, Reino Unido… simplemente por su propia iniciativa. Necesita contar con el dinero y el apoyo mediático de grandes grupos de poder. Trump ha recibido el soporte explícito del poder financiero, el nuevo capital tecnológico y de los grupos industriales muy potentes que aún existen allí. Y Milei tiene el apoyo de material de la casta argentina que se enriquece con los gobiernos corruptos desde hace décadas. Aunque sean personajes ‘singulares’, en realidad no son versos sueltos, sino que aplican las políticas que requieren y demandan los grandes grupos que gobiernan el mundo y sus países en concreto. 

Trump ha aprobado su One Big Beautiful Bill ('Una ley grande y bonita') con grandes recortes fiscales a los ricos. ¿Cómo puede ser esta nueva ultraderecha tan atractiva para las clases populares cuando defiende intereses totalmente opuestos?

Ese es el resultado de tres fenómenos. En primer lugar, quien pone la bota sobre el cuello del que tiene debajo ha de convencerlo de que eso es lo que más le conviene. En estos momentos se dispone de más medios que nunca para mentir y generar falsas realidades. En segundo lugar, la gente que apoya a la extrema derecha se siente muy desposeída y fuera del abrazo de las fuerzas políticas de las que cabría esperar su apoyo. Hay un fracaso generalizado de las izquierdas en todo el mundo, que no han sabido responder a ese proceso de desposesión y han puesto en bandeja a su propio electorado a la extrema derecha, que habla de los problemas que les preocupan.

Esos dos fenómenos, unidos a que hay una connivencia más fuerte que nunca entre el poder político, los grupos de presión, los mediáticos… permite hacer discursos que entroncan con los sentimientos y preocupaciones corrientes de la gente.

Las tecnológicas cada vez tienen más peso en el sistema económico, lo estamos viendo con la emergencia de la inteligencia artificial y también con las redes sociales. ¿En qué medida está relacionado?

Está perfectamente imbricado porque ese nuevo capital se está consolidando como muy poderoso y tiene la virtud de ganar dinero al mismo tiempo que logra consenso y legitimación. Tienen la capacidad de ganar dinero y también para silenciar, desmovilizar y evitar que quienes resulten desposeídos se den cuenta de lo que pasa y se levanten.

Para que la economía de la motosierra sea posible hace falta tener un control muy estricto de los aparatos del Estado. Y, curiosamente, quienes se arropan con la ideología supuestamente liberal o anarcoliberal utilizan el Estado y todas las palancas del poder con una fuerza y una discrecionalidad nunca antes vista. Nunca se había utilizado el Gobierno de manera tan manifiestamente arbitraria y partidista como hacen hoy Trump o Milei.

Cada vez estamos más individualizados y menos sindicalizados. ¿Nos hace eso más vulnerables?

Lo que trato de señalar en el libro es que, por un lado, la vulnerabilidad se incrementa como consecuencia de este capitalismo empachado de beneficios en el que estamos. La pobreza se extiende, la frustración, el dolor, el sufrimiento, la precariedad y el trabajo que empobrece. Pero, al mismo tiempo, se puede apreciar que las sociedades mantienen formas de organizar la vida contrarias al capitalismo. 

¿Como cuál?

No hay que irse a otro planeta. Tenemos experiencias que no responden a la lógica del lucro: desde la sanidad pública, las empresas públicas, el cooperativismo… Cientos de experiencias de organización descentralizada que impactan directa o indirectamente sobre la vida de miles de millones de personas. No abren telediarios, pero están presentes son exitosas aunque se desarrollan en un entorno obviamente hostil.

En las últimas semanas hemos visto que desde la Casa Blanca no se deja de atacar a Europa. ¿Está jugando bien la UE sus cartas para frenar esta ola reaccionaria?

La Unión Europea hace mucho tiempo que se autoinmoló. Se autoinmoló cuando se diseñaron mal a propósito las instituciones financieras y de gobernanza. Se autoinmoló cuando hizo una apuesta ciega y torpe por depender de Estados Unidos. Y se autoinmoló cuando no se dio cuenta de que la complicidad de la sociedad, que sintiera que Europa es cosa suya, es fundamental para salir adelante. 

Europa renunció a ser un polo de independencia, de soberanía, de eficiencia y de apuesta por la paz. Y, al mismo tiempo, Estados Unidos, en cuyos brazos se dejó caer la UE, se encuentra ahora en una situación de declive en la que ya no puede seguir manteniendo su dominio imperial, como el abuelo rico que paga la juerga de sus hijos y nietos. Tiene que mantener su hegemonía por la fuerza. Y ese proceso lo dirige una persona como Donald Trump, sin frenos ni límites.

La UE se autoinmoló con su apuesta ciega y torpe por depender de EEUU

Y, singularmente España, ¿está reaccionando bien para frenar la ola reaccionaria?

España está en una situación muy difícil y comprometida porque sus socios no están actuando con mucha dignidad. Europa no está respondiendo a Estados Unidos: la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se va a un campo de golf propiedad de Trump a negociar, si es que se le puede llamar así. No hay voces que respondan a los insultos. 

Tener dignidad, ejercer la soberanía, defender los intereses de la nación frente a los insultos, las amenazas, la violencia y los actos criminales e ilegales que lleva a cabo Estados Unidos es muy difícil. Es comprensible que el Gobierno tenga que ir con pies de plomo porque se enfrenta, sin casi protección de quien debería proporcionársela, a un imperio en declive, que se va a defender con la fuerza y la agresión.

En este nuevo mundo bipolar, ¿cree que acercarse a China es una jugada acertada?

Seguramente el mundo va a ser más multipolar que bipolar, porque yo creo que China, que también está tomando posiciones a escala internacional. Yo creo que España hace bien en acercarse a cualquier polo del que pueda obtener impulso, respeto, beneficio, comprensión, ayuda y colaboración mutua. Sobre todo, cuando se comprueba que Estados Unidos lo que desea es una relación de vasallaje ya sin disimulo.

¿Qué opina sobre el aumento del gasto en defensa?

Es un drama. Añade lo que ni siquiera ya es necesario para que nos destruyamos entre todos. Y porque en Europa el incremento del gasto en Defensa tiene poco sentido si no se construye un auténtico ejército europeo. Se está alimentando a la industria militar pero no se construye una fortaleza defensiva. Para eso haría falta más coordinación, más unidad de mando y política. Es un gasto solo útil para quienes van a recibir miles de millones de dólares. 

A esta presión no se le puede hacer frente si no es con complicidad ciudadana, con una ciudadanía movilizada que reclame paz, sensatez y estar en condiciones de repeler cualquier agresión.

Se ha jubilado hace poco. Cada vez hay más jóvenes que cuestionan el sistema de pensiones en un momento en el que la juventud lo tiene realmente complicado. ¿Se está rompiendo la solidaridad intergeneracional?

Eso es lo que se procura por parte de los grupos financieros que, desde hace ya décadas, intentan quedarse con el ahorro de la población y romper el sistema público de pensiones. Los mismos que buscan quebrar el sistema público de sanidad. Tienen mucho poder y medios de comunicación y eso les permite difundir un discurso materialmente falso, sustentado en tesis teórica y científicamente insostenibles, pero que provocan miedo e inseguridad.

Lo que me parece sorprendente es que los partidos, los sindicatos, las organizaciones que defienden los sistemas públicos no generen auténticos ejércitos de ideas que hagan pedagogía y salgan a las calles a explicarle a la gente lo que de verdad ocurre. Que no cuenten con los intelectuales para enseñar y divulgar la realidad de las cosas. Eso es lo sorprendente, no que quien tiene el poder mediático y político logre convencer a los jóvenes de que se van a quedar sin pensiones como consecuencia de la mejora de la productividad, lo que dará lugar a que haya menos gente trabajando, algo que todavía está por ver.

La única manera de resolver el problema de la vivienda es que las casas sean para la gente que va a vivir en ellas

El mayor problema que hay ahora mismo en España es el de la vivienda. ¿Qué cree que hay hacer? ¿Se están tomando las medidas adecuadas o se están repitiendo los errores del pasado?

Es un problema global. Se ha generado una capacidad de ahorro tan extraordinaria, no solo en el 1 o 2% más rico de la población, sino también en capas relativamente medio altas, que ha derivado en un poder de compra brutal. Y ese ahorro está dirigiéndose a la vivienda como un bien de inversión. Mientras se permita que la vivienda se desnaturalice y sea adquirida como valor refugio, los precios no van a dejar de aumentar. La única posibilidad que permitiría cortarlo de raíz es garantizar que la oferta se pone realmente a disposición de quien la necesita para vivir. Porque si se construyen más casas pero las compran quienes han tenido ese ahorro extraordinario, no se va a resolver nunca el problema.

En el libro plantea 15 propuestas de políticas que, dice, son “elementales y de sentido común”. ¿Hay alguna formación que esté cerca de lo que propone?

Más que propuestas, lo que he tratado de expresar es que vivimos en un contrasentido. Nadie permitiría que el árbitro de una final de Copa entre Real Madrid y el Barcelona fuera socio del Barcelona, por ejemplo. Si hablamos de que la economía de mercado es lo mejor porque permite que haya precios que generan satisfacción y equilibrio, no tiene sentido que no reflejen los costes y los beneficios de la producción. No tiene sentido pilotar un avión fijándose solo en la velocidad, hay que tener en cuenta otros indicadores. Y eso es lo que está sucediendo en la economía de nuestro tiempo. Hace ya más de 50 años que muchísimos economistas de todas las tendencias dicen que no se puede gobernar la economía teniendo en cuenta solo el Producto Interior Bruto (PIB).

Son cosas que son de sentido común, pero chocan con los intereses que gobiernan el mundo. Arreglar las economías requiere que la gente se empodere, que se tome conciencia y que haya democracia.

El Gobierno defiende que ahora mismo la economía va a toda máquina, pero al mismo tiempo hay mucha gente que no lo nota en su día a día. ¿Cuál es la causa? ¿Si no hay capacidad de que la gente lo note, cómo puede tener la izquierda posibilidades?

La economía, como una nave, circula bien, pero lo que ocurre dentro del barco puede que no. Indicadores importantes como el empleo, la actividad económica, las inversiones… están evolucionando positivamente. No olvidemos las predicciones que habían hecho economistas liberales o dirigentes del PP y Vox, que decían que la economía se iba a despeñar. Nada de eso ha ocurrido. 

¿Qué ocurre? Que hay que ir poniendo la casa en orden por dentro. Y eso seguramente tiene que ver con que el Gobierno no ha querido o no ha podido llevar a cabo reformas estructurales que hubieran sido muy importantes, sobre todo por las condiciones parlamentarias. Pero es que tampoco se ha intentado. Se ha perdido la oportunidad histórica de hacer una reforma fiscal que nos pusiera al día. Eso lo vamos a pagar. Tampoco la financiación autonómica y el encuadre de las autonomías en las políticas del Estado. No se han corregido ineficiencias en las ayudas sociales. 

En sí, no se han hecho reformas que hubieran sido necesarias y que hacen que por dentro de la nave las cosas no vayan como sería deseable. Pero la nave no solo no se ha hundido, sino que es la mejor de toda la flota.