El expresidente de Mondragon asegura que no garantizó a los socios de Fagor la devolución de las aportaciones

¿Conocían los excooperativistas de Fagor Electrodomésticos y de Edesa de la mala marcha de la empresa y, a pesar de eso, seguían haciendo aportaciones voluntarias para mantenerla a flote? ¿O eran los rectores de Fagor Electrodomésticos y de la Corporación Mondragon los que indujeron al colectivo de trabajadores a mantener sus ahorros en las cooperativas aunque conocían que las dos empresas estaban abocadas al cierre? Básicamente esa es la cuestión que trata de dilucidar el juicio en el que más de 900 ex cooperativistas, englobados en las asociaciones Ordaindu y Eskuratu, reclaman a la Corporación Mondragón 47,8 millones de euros. Dinero que tenían invertido en ambas cooperativas mediante aportaciones voluntarias, préstamos mercantiles, préstamos especiales y reintegros pendientes. Estas aportaciones se resumen en que los excooperativistas disponían de una especie de cartilla de ahorros dentro de la propia empresa que nutrían con sus aportaciones y que, por lo general, retiraban al final de su vida laboral o cuando se iba a otra compañía.

El juicio ha generado una gran expectación ya que, además de tratarse de la mayor demanda acumulada presentada en Euskadi, es la primera vez que antiguos trabajadores exigen responsabilidades a Mondragón por el fracaso de dos de sus empresas. La demanda sugiere que la Corporación Mondragón primó su propio patrimonio sobre los legítimos intereses de los socios que, con una antigüedad media de 40 años de trabajo en las dos cooperativas, confiaban “plenamente en los ideales de intercooperación y solidaridad inculcados por la Corporación”, creyendo que esta “jamás les engañaría y abandonaría a su suerte”.

El Palacio de Justicia de Bergara ha albergado la primera sesión de un juicio que se prolongará durante cuatro días y en el que lo más significativo ha sido el testimonio de Txema Gisasola, expresidente de la Corporación Mondragon y exdirector general de Fagor Electrodomésticos cuando se fraguaba el desastre de la cooperativa. Durante su comparecencia ante la jueza, Gisasola ha asegurado que en ningún momento garantizó a los socios de Fagor Electrodomésticos la devolución de sus aportaciones voluntarias a ésta, ni tampoco el futuro de la empresa. E incluso ha insistido en la idea de que los socios tenían información y conocían la mala situación de la misma. Esta será una de las claves del juicio y a la que tratará de aferrarse la defensa: demostrar que los socios estaban informados desde el primer momento de los avatares de la empresa y, por lo tanto, sus rectores no les engañaron para que siguieran adelante con las aportaciones.

Pese a las “dificultades” que venía atravesando la cooperativa desde 2008, con una caída de ventas de 586,6 millones hasta 2011, 4.500 personas menos en plantilla y 200,6 millones menos de márgenes, en ningún momento en 2011 se contempló su cierre, ni siquiera que fuera a ir a concurso. Según Gisasola, se reflexionó sobre el hecho de que la cooperativa “no iba a poder seguir sola” a medio o largo plazo en el mercado.

Además, ha enfatizado (a preguntas de la defensa) que no garantizó a los socios de Fagor la devolución de las aportaciones, ni que estuviera garantizado el futuro de la compañía. “Hasta 2012 se devolvieron las aportaciones a los socios que así lo solicitaron A partir de entonces ya hubo más problemas”.

Sin vínculo con los demandantes

Respecto a la prórroga de la emisión de las aportaciones voluntarias que se decidió en la asamblea del Grupo Fagor en 2011, “en ningún caso fue a iniciativa” de la Corporación Mondragon. “Aunque era algo que se daba por hecho porque afectaba a varias cooperativas, no sólo a Fagor Electrodomésticos. De lo contrario habrían vencido todas y habría que haberles hecho frente a la vez, por lo que la decisión se tomó por asentimiento”.

Arantxa Laskurain, secretaria general de la Corporación Mondragón, ha reiterado la línea de defensa que la compañía mantiene desde que salto a la luz pública el caso. Según Laskurain, no tiene sentido buscar en Mondragón un responsable de las decisiones sobre la continuidad de las cooperativas que sólo corresponden a quien las adoptó, ni pedir a las instituciones de Mondragón, “que son el principal acreedor de las sociedades concursadas”, la devolución de cantidades que los socios“ individualmente aportaron a su propia cooperativa”

“La Corporación no comercializó esas aportaciones, no garantizaba su devolución. Mondragón es un tercero que carece de cualquier vínculo con los demandantes y con las declaraciones”, ha descrito. En esta línea, ha recalcado que la Corporación “jamás” intervino en las decisiones de Fagor Electrodomésticos, perteneciente a su vez al Grupo Fagor, ni de ninguna de las 102 cooperativas que aglutina. Y remató: “cada cooperativa es soberana en sus decisiones”.