Cumbia, dinero negro y tragedia: la vida y la muerte de “el rey de las orquestas” como nunca antes se había contado

Alfonso Pato

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El 24 de Febrero de 2022 un hombre se suicida tirándose de un puente en Pontevedra. El levantamiento del cadáver no deja lugar a dudas: se trata de Ángel Martínez Pérez, “Lito”. El que era conocido como “rey de las orquestas” había decidido acabar con su vida a los 58 años. Lito fue una figura clave que revolucionó el mundo de la verbena en los años 90. Tan relevante como controvertido, edificó un imperio de millones de euros levantado sobre enormes cantidades de dinero negro que circulaban en bolsas, validadas por contratos firmados en servilletas y amparadas por el sistema ancestral de donaciones recogidas puerta a puerta en cada aldea para celebrar las fiestas patronales. Todo legitimado por una frase popular que es toda una declaración de intenciones de la más pura esencia gallega: “sempre se fixo así”. Una actividad casi inabarcable, con 400 orquestas saliendo a la carretera, más de 4.000 parroquias con su verbena y cerca de 5.000 actuaciones cada año.

La historia de Lito, su ascenso fulgurante, las reglas de juego que marcaba, la revolución que impulsó en la verbena o la inspección por sorpresa que fue su principio del fin, son el hilo conductor de “Verbena”, un podcast documental que se puede escuchar en la plataforma Sonora. La secuencia del suicidio es la primera de una historia contada a lo largo de ocho capítulos, de alrededor de media hora cada uno.

El músico y periodista Carlos Pereiro, Carlangas, narra en primera persona el ascenso y caída de Lito y el entorno sociológico del fenómeno de la verbena en Galicia. Bajo la dirección de Pablo G. Batista y con guion de Sara Cuesta y el propio Carlangas, más de 30 testimonios de amigos, periodistas, músicos, abogados o cargos de responsabilidad a nivel judicial y en la Agencia Tributaria, trazan un perfil de la verbena y su entorno, en una época en la que “no había cultura de impuestos”, como dice eufemísticamente uno de los protagonistas.

“Lito ya había muerto antes de tirarse del puente, tuvo una muerte civil antes de su muerte física”, declara su abogado Carlos Seoane en un testimonio estremecedor al comienzo de la narración. La “muerte civil” a la que se refiere son las consecuencias derivadas del comienzo del ocaso de su imperio: la inspección por sorpresa en 2013 de su nave en Arcos da Condesa (Caldas de Reis), tras la cual la fiscalía solicitó 35 años de cárcel y 47 millones de euros en concepto de multa e indemnizaciones. Un proceso que le llevarían a un accidentado camino judicial y a una decadencia patrimonial y física.

“La figura de Lito es imprescindible para entender los últimos 35 años de la verbena popular gallega”, explica Carlangas, que llegó a esta historia casi por azar. “Un día quedamos con Toni Garrido, el director de Sonora, yo comencé a hablar de la verbena y de las orquestas en Galicia y se quedaron alucinados. Comprobé que era algo que todavía estaba por contar”, rememora el que fuera líder de Novedades Carminha. En ese momento, Lito todavía estaba vivo y su muerte aceleró la posibilidad de ahondar en esta historia.

Ángel Martínez, Lito, era una persona afable y cercana en las distancias cortas. Un tipo discreto y parco en palabras, poco amigo de la exposición mediática pero con una habilidad innata para los negocios. En los años 80 comienza su camino en el mundo del espectáculo, debido a una circunstancia familiar. El que entonces era su suegro era integrante de Los Cunter´s, una histórica formación de Cuntis (Pontevedra), y le propone que represente al grupo, en un momento el que las fiestas estaban de capa caída.

“En los años 50 y 60 había entrado ya la música tropical por la emigración y se tocaba aquí mucho antes de que en Nueva York se inventase la palabra salsa”, contextualiza Xurxo Souto en el podcast. Esta música latina de cumbia y merengues invadió con enorme éxito los campos de la fiesta -recintos abiertos, habitualmente pegados a la iglesias que acogen las actuaciones de las fiestas patronales- y se convierte en la banda sonora que agita los veranos.

Pero a finales de los 70 y en los 80 irrumpen las grandes salas de fiestas, las discotecas y los disco-pub y los jóvenes desertan de la verbena. Justo en ese momento de declive, entra en escena Lito y da un vuelco al sector. “Lito lo revolucionó todo. Comenzó a crecer y a invertir en camiones articulados con escenarios que cambiaron el concepto de verbena”, dice Carlangas. Sus orquestas vuelven a atraer a los jóvenes al campo de la fiesta e incluso generan un nuevo fenómeno fan inédito hasta entonces en este ámbito.

Su nave en Caldas de Reis (Pontevedra) se convirtió en la zona cero de la pachanga. De allí salían camiones que recorrían todas las aldeas de Galicia con equipos de sonido de última generación y deslumbrantes juegos de luces. Para unos un espectáculo grandioso, para otros una horterada. “Era la época de OT y ese era el gran referente estético y musical, pero a mí el contenido del espectáculo me daba bajona”, confiesa en el podcast Perico Guzmán, ahora componente del grupo indie Guadalupe Plata y que antes se curtió como músico en las verbenas gallegas.

En medio de esta eclosión, Lito había impulsado en 1988 una orquesta convertida en la joya de su corona: la Panorama. Era el reclamo que cada pueblo buscaba para las fiestas del verano, la que más innovaba y en la que más invertía. Un espectáculo de pantallas led, acróbatas y fuego en el escenario, “cuyo caché se dispara hasta los 30.000 euros, al mismo nivel que artistas como Iván Ferreiro o La Oreja de Van Gogh”, compara este podcast sonoro. Y que alcanzó su cénit un 31 de diciembre tras las campanadas en el prime time de Telecinco.

La Panorama se convirtió en la cabeza tractora de su agencia, a la que fue sumando otras orquestas con las que negoció su exclusividad, como París de Noia, Costa Oeste o Filadelfia. Así hasta sumar unas 70 formaciones que le dieron el poder de marcar sus códigos e imponer su ley, a través de una nutrida red de agentes que trabajaban a porcentaje y llegaban hasta la parroquia más remota de Galicia e incluso León o Asturias. El catálogo, con fotos a todo color donde las orquestas posaban con sus mejores galas, llegaba al último rincón de Galicia. “Si querías tener a Panorama o París de Noia [las dos más famosas que medían la calidad de las fiestas patronales y por las que se peleaba cada pueblo] tenías que completar el resto del cartel con otras de sus orquestas menores, si no no había trato. O todas o ninguna”, explica en el podcast documental Juan Bazarra, que fue miembro de la Sintonía de Vigo. Su orquesta fue de las últimas que se doblegó al rodillo implacable de Espectáculos Lito. “De inicio nos resistimos, pero nuestras actuaciones cayeron considerablemente. Decidimos primero entrar con él y después venderle la orquesta”, rememora Bazarra en el audio de “Verbena”. Como muchos otros, confiesa sin pudor que parte de la venta de la orquesta se hizo con dinero negro. “Defraudaba el sector en su totalidad, no solo Lito. Solo que él fue el conejillo de indias de toda esta regularización”, declara sin tapujos el que fue miembro de la Orquesta Sintonía.

Todo se construía en un mundo paralelo que vivía al margen de los cauces legales de Hacienda. La recaudación de las verbenas se hacía puerta a puerta en cada aldea, nadie pagaba por vía legal en un sistema tradicional, donde imperaba el “sempre se fixo así”.

Además de las verbenas, Lito invirtió en escenarios para alquilar, montó una tienda de instrumentos y aumentó su capacidad para producir plataformas móviles para las orquestas. Un negocio diversificado que salta por los aires en 2013 cuando se produce una inspección sorpresa en la nave de Espectáculos Lito de Arcos da Condesa. “Entre 2009 y 2012 había facturado unos 100 millones de euros y solo tributado por 10 millones”, explica con detalle en el podcast Augusto Santaló, Fiscal de Delitos Económicos de Pontevedra, quien añade que “solo había facturas oficiales de un 8%, pero el 92% restante era todo sin factura”. Se le acusó de varios delitos fiscales y la fiscalía solicitó para él una pena de 35 años de cárcel y 47 millones de euros en concepto de indemnizaciones. “Aquel día cambió el destino de sus empresas y el prestigio de la verbena en Galicia”, narra Carlangas en su documental sonoro.

Lito se movía en un vacío legal, amparado en que en teoría eran las comisiones de vecinos que organizaban las fiestas las que debían dar de alta a los músicos. “Las orquestas no existían como tales, no eran empresas, pero había varias webs donde estaban todas sus actuaciones y las rastreamos”, declara Enrique Gómez, inspector de la Agencia Tributaria en Galicia. “La comisión [asociaciones vecinales que recaudan y organizan las fiestas patronales] pagaba en negro y hasta ayuntamientos pagaban muchas veces en B de lo que recaudaban de las atracciones de feria”, dice uno de los agentes de Lito.

Contrariado por la sobreexposición mediática, algo de lo que siempre huyó, Lito entra en un declive personal acuciado por los embargos, con sus empresas cerradas y sus orquestas ya en manos de otros. Sus abogados y allegados alegan una enfermedad neurológica degenerativa, algo de lo que desconfía la fiscalía. El empresario al que todos los banqueros se disputaban en el pasado, había caído ahora en desgracia. “Todas sus cuentas habían sido canceladas y hasta tenía que cobrar en la ventanilla su pensión de incapacidad”, rememora Javier Arca, su amigo y escudero fiel hasta el último día de su vida, en el que compartió comida con él. Arca se muestra en el documental muy crítico con el proceso abierto contra él: “A Lito fue Hacienda quién lo tiró del puente y lo empujó al suicidio”.

Tras varios juicios aplazados por prescripción médica, la fiscalía había dictado finalmente una sentencia de 12 años de prisión y el pago de 46 millones de euros, pero Lito se declaró insolvente. Su abogado recurrió, logró que se anulase esta sentencia y que lo juzgasen de nuevo. Esta vez la sentencia se redujo notablemente a dos años de prisión y 340.000 euros de multa, aunque esta era solo una de las varias causas que tenía pendientes.

El “caso Lito”, hizo que las orquestas viesen las grandes orejas que tenía el lobo de la Agencia Tributaria y este terremoto provocó cambios notables. “De 2013 a 2017 la recaudación por este concepto creció un 132%, y pasó de 20 a 47 millones de euros”, sentencia en la última parte del documento Imelda Capote, delegada de la Agencia Tributaria en Galicia. Y también que, en 2017, se lograse un acuerdo para un convenio colectivo en el sector, con paro y vacaciones, algo impensable antes de esa fecha. “Hay una especie de omertá para no hablar mal de Lito, pero tenía muchos cómplices y no estaba solo.

Cuando el decía no, nadie le llevaba la contraria“, cuenta Manuel Fariña, presidente de las orquestas gallegas. ”El 98% de la gente con la que hablamos da la cara por Lito. Mi conclusión es que en ningún caso era un mafioso. Para bien y para mal hay muchas cosas que aprender de él“, sentencia Carlangas en conversación con este diario.

Mientras tanto, el show debe continuar y la cumbia debe seguir sonando.

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