El PSOE gallego, 11 años de travesía del desierto buscando una identidad y sin horizonte a la vista

El Partido Socialista gobierna en 111 de los 313 ayuntamientos gallegos, entre ellos en cinco de las siete ciudades. También encabeza tres de las cuatro diputaciones provinciales. En las generales de abril del año pasado se impuso a la derecha por primera vez en la historia de la autonomía. En la repetición de noviembre, se quedó a unas décimas del PP, obtuvo 460.213 sufragios y envió diez parlamentarios y ocho senadores a Madrid. Pero el 12 de julio, los votantes se desentendieron de anteriores decisiones, solo repitieron 252.537 y dejaron al PSdeG de Gonzalo Caballero casi como estaba, con 15 escaños y de tercera fuerza del Parlamento gallego.

“Aumentamos el apoyo electoral del 17% al 19%, pero los resultados son insatisfactorios”, declaró Caballero en su comparecencia del lunes, “necesitamos aprender del mensaje de las urnas y continuar abriendo el partido a la ciudadanía”. En 2016, con Xaquín Fernández Leiceaga –hoy senador– como candidato, los socialistas gallegos quedaron detrás de PP y En Marea. Ahora ha sido el BNG el que, igual que había sucedido en 1997 y en 2001, les ha pasado por delante. El candidato socialista, que emplazó a la Comisión Executiva Nacional Galega del próximo jueves para un “análisis pormenorizado” de lo sucedido el 12J, sí avisó de sus intenciones: “Mantener el timón en momento de tempestad”.

La paradoja es que precisamente el poder local del PSdeG, su mayor activo, se encuentra detrás de las dificultades de la organización para ofrecer un proyecto gallego. Gonzalo Caballero ha hecho las paces con su tío Abel, alcalde de Vigo y tal vez el barón más importante del partido en Galicia. Las urnas lo certificaron, al dar fe de que los socialistas vigueses sí se movilizaron esta vez: obtuvieron 43.332 votos en la ciudad, casi 10.000 más que hace cuatro años y quedaron a medio punto del PP. Con el presidente de la Diputación de A Coruña, Valentín González, las relaciones son, como mínimo, frías. “Es un partido organizado en baronías locales y en baronías provinciales”, dice un miembro de la actual dirección, “y eso le quita peso a la dirección gallega. A veces resulta difícil establecer criterios generales”.

Este municipalismo que por momentos transmuta en localismo –con Paco Vázquez, alcalde de A Coruña entre 1983 y 2006 y secretario general del partido durante 12 años, como máximo ejemplo– y cierta “tendencia al cainismo”, en palabras del ex diputado Francisco, Tuco, Cerviño. “¿Cuántos candidatos a la Xunta hubo después de Touriño?”, se pregunta retóricamente. Tres: Pachi Vázquez, que después también se arrimó a Ciudadanos; Leiceaga, y Gonzalo Caballero, que quiere “mantener el timón”. Fuentes de Ferraz aseguran ser conscientes de los problemas internos de la de la federación gallega y reconocen que el ruido de sables comenzará en breve tras el mal resultado el pasado domingo. Sin embargo, sostienen que, de producirse de forma inmediata, las maniobras comenzarán dentro del PSdeG y que la intención de la dirección federal es aguantar.

“Va a tocar aguantar”, explican esas fuentes, que desechan abrir una crisis orgánica ahora para renovar el liderazgo en otoño con un congreso extraordinario. La previsión es que en la primavera o el verano de 2021 se celebre el cónclave ordinario, una vez abierto el proceso congresual federal en el que Sánchez será revalidado como secretario general. La idea de Ferraz es, por tanto, sostener a Caballero al menos hasta entonces. El propio secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, trasladó su apoyo –aunque con matices– a Caballero en la misma noche electoral: “Tendremos que trabajar mucho más en Galicia para ser la alternativa. Ahora que el líder del PSdeG se incorpora de lleno a esta tarea es la que tendremos que desarrollar. Esperamos que se consolide este liderazgo a partir del resultado obtenido”. El dirigente socialista atribuyó el estancamiento en buena medida al hecho de que Caballero se incorporó al Parlamento gallego solo en el tramo final de la legislatura.

Falta de autonomía

A lo que todavía no ha entrado la cúpula gallega del partido es a diagnosticar los motivos de la brecha que separa los resultados locales o estatales en Galicia de los autonómicos. “Tenemos un problema con nosotros mismos y como no lo resolvemos acabamos pensando que es un problema del país”, explica un veterano ex diputado de la Cámara gallega. Hace memoria y recuerda como sectores del galleguismo histórico, representados por el intelectual Ramón Piñeiro, se integraron en el socialismo gallego durante la Transición. “Hicimos un trabajo ingente durante la constitución de las instituciones de autogobierno. Cuando nos mantenemos ahí, pegados al país, obtenemos nuestros mejores resultados”, añade.

Por la secretaría general del PSdeG han pasado seis hombres y una comisión gestora dirigida por Pilar Cancela, hoy diputada en el Congreso. Según las personas consultadas para esta pieza, solo durante el mandato de Emilio Pérez Touriño (1998–2009), el partido se esforzó por construir un proyecto gallego autónomo. “La falta de autonomía explica por qué hay tantas dificultades en el ámbito gallego. Si crees que montado en el caballo de Pedro Sánchez puedes llegar a la Xunta, y lo haces sin dimensión autonómica... La ola de Sanchez no fue suficiente.”, lamenta un dirigente consultado, “hoy carecemos de esa dimensión autónoma. Solo Touriño intentó hacerlo en serio”. Cerviño coincide: “A veces el PSOE gallego se pega demasiado a las políticas del PSOE en España. En la etapa de Touriño no lo fue tanto y quizás eso explique su éxito”. En esa etapa, los socialistas gallegos encabezaron el Gobierno de coalición con el BNG entre 2005 y 2009. Solo otra vez, y fruto de una moción de censura, ha habido alternativa política al PP: fue entre 1987 y 1990, con Fernando González Laxe de presidente de un tripartito con pequeñas formaciones nacionalistas de centro.

El historiador Justo Beramendi hace honor a su oficio y se remite alos años de la creación de la rama gallega del PSOE, en el tránsito a la actual democracia parlamentaria. “En la Transición, el PSOE gallego cabía en un taxi y sobraban plazas. Creció con los cuadros del Partido Comunista y del Partido Socialista Galego [nacionalista, fundado en la clandestinidad y con Xosé Manuel Beiras como líder]”, recuerda. No por casualidad, los dos presidentes de la Xunta del PSdeG procedían del comunismo –Touriño– y del nacionalismo del PSG –González Laxe. Y aunque Beramendi habla de que entonces se consolidaron las dos almas del partido, la galleguista y la centralista, estas no se correspondieron nunca exactamente con esas dos fuentes de cuadros. “Ha sido un partido que ha dado muchos bandazos. Touriño consiguió recomponerlo, pero tras el bipartito, entró de nuevo en crisis”, considera.

Gonzalo Caballero asumió el mando en octubre de 2017 enganchado al tirón de Pedro Sánchez, que acababa, contra todo pronóstico y la dirección del PSOE, de derrotar a Susana Díaz. Hay quien relaciona con esa peripecia su excesivo seguidismo del Gobierno central en la campaña electoral. “Pero no podemos olvidar que en el electorado gallego hay una mayoría amplísima que se siente tan gallego como español, más gallego que español o solo gallego. No puedes hacer un discurso que ignore ese factor diferencial”, repite una fuente de la cúpula. Y que además, interpreta, facilita espacio para el nacionalismo de izquierdas del BNG. Comparte opinión un ex parlamentario: “Históricamente se repite la ecuación, la derecha fortalece su mayoría y el nacionalismo crece en función del vacío que deja el PSdeG”.

Tuco Cerviño, en su día llegado al PSdeG desde la izquierda nacionalista, dice que el socialista es un partido “muy enraizado en el territorio”. Casi 300 agrupaciones locales en un país organizado en 313 ayuntamientos y 10.000 militantes lo prueban. Pero, en su opinión, le cuesta ir “más allá” de su poder municipal debido al “carácter conservador” de Galicia, “que sigue siendo esencialmente campesina en su cultura”. Los éxitos municipales “obedecen a otras lógicas” y los de las generales “a la ola del PSOE en Madrid”, se resigna, ya retirado y en proceso de escritura de sus memorias. Otro ex diputado se muestra menos complaciente. “Tendremos que tomar algunas decisiones para dejar de ser un obstáculo al cambio en Galicia”, critica con dureza y eco tal vez de esos sables de los que en Ferraz prefieren de momento no hablar, “porque tenemos la responsabilidad de ser alternativa a la derecha. Debemos ser socialistas de Galicia, no socialistas en Galicia”. Desde más allá de la dirigencia, una militante socialista de una de esas agrupaciones locales del rural resume su visión de los hechos y de lo que necesita su partido: “Gonzalo es un tipo inteligente. Viene del ámbito académico y eso se nota mucho. Pero todavía tiene que dar una vuelta o dos a Galicia para conocerla”.