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Ocho tabernas de la Cava Baja para tomar el vermut del domingo: tapas castizas, huevos rotos y champiñones

Vermut y tapas que ofrecen algunas de las tabernas de la Cava Baja que recomendamos

Nerea Díaz Ochando

Madrid —

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La Cava Baja, construida a los pies de una antigua muralla cristiana en el siglo XII a modo de foso y frontera de la ciudad, es uno de los lugares más castizos de Madrid. La famosa calle, que nace en la plaza de Puerta Cerrada y transcurre de forma paralela a la Cava Alta hasta llegar a Humilladero, cuenta con más de 900 años de historia y es considerada una de las más antiguas de la capital.

Desde el siglo XV fue el punto de llegada y partida de arrieros y carreteros de las diligencias que trasportaban el correo a los pueblos de la provincia, comerciantes que iban a vender sus productos a los mercados de San Miguel y la Cebada y otros viajeros que llegaban desde los alrededores de la ciudad. Así nacieron las primeras posadas, en las que daban hospedaje a los forasteros que pernoctaban en Madrid.

Más adelante, algunas se transformaron en casas de comidas y tabernas. Los más de 50 bares que discurren actualmente a lo largo de la Cava Baja son la herencia de aquellas posadas, de las que todavía perduran algunas como la de la Villa o la del León de Oro. Esta zona de La Latina es todo un símbolo de la ciudad por su historia, su influencia cultural y por ser la calle con mayor concentración de bares y restaurantes de Madrid, un título que la ha convertido en un gran reclamo turístico.

Para algunos madrileños es casi una tradición ir a la Cava Baja los domingos a tomar el vermut con una tapa de callos o cocido madrileño en cualquiera de sus históricas tabernas. Es una de las pocas zonas que todavía sigue siendo como antaño y que guarda intacta su esencia castiza. Terminar una mañana de Rastro tomando unos pimientos verdes fritos en el Mesón del Champiñón o unos huevos rotos en Casa Lucio, es, sin duda, uno de los planes más típicos que se pueden hacer en la capital.

Cada local tiene su encanto especial. Muchos se mantienen intactos, madrileños de pura cepa, en otros suenan coplas y se comen gambas de huelva. Una pizca de esa mezcla de culturas que define Madrid a la perfección. Para no perderse entre las decenas de bares y opciones que aguarda esta calle, hemos seleccionado los mejores bares que tomar el aperitivo los domingos. Históricas, renovadas y muy castizas, estas son las ocho tabernas imprescindibles de la Cava Baja:

La antigua corrala: Posada del León de Oro

Construida sobre la antigua muralla cristiana que rodeaba Madrid, la posada del León de Oro es una de las tabernas más antiguas de la Cava Baja. En su origen, allá por el siglo XIX, fue una corrala en la que sus dueños ofrecían hospedaje. Con los años, añadieron una casa de comidas en su planta baja y actualmente es un “hotel boutique” en el que, además de dormir, se puede comer muy bien. Al frente del negocio se encuentra la quinta generación de la familia que abrió la posada y más de dos siglos después se esfuerzan por mantener la esencia de sus orígenes.

La especialidad del restaurante es el cocido, uno de los más famosos de la ciudad. Lo sirven de octubre a mayo, respetando los meses de calor, siempre con reserva. No hay nada más castizo que un buen cocido en tres vuelcos, aunque en su carta también hay otros platos tradicionales y deliciosos como el rabo de toro, manitas de cerdo o las croquetas. Para acompañar sus suculentas recetas cuentan con más de 300 variedades de vino. Si después de tomar el aperitivo de quedas con ganas de comer en su salón, la experiencia mejora todavía más. Bajo los pies de los comensales, a través de una cristalera, se pueden ver los restos de la antigua muralla sobre la que se levantó el edificio.

El de los huevos rotos: Casa Lucio

Lucio Blázquez abrió las puertas de su restaurante más conocido en noviembre de 1974 y casi medio siglo después sigue siendo un sitio de obligada visita en la capital. El lugar elegido para montar el negocio fue el local en el que se ubicaba el centenario Mesón El Segoviano, donde el empresario abulense empezó a trabajar con 12 años. Dos factores intervinieron para alcanzar la fama que hoy alberga Casa Lucio: la simpatía de su dueño y sus huevos rotos.

Una receta tan simple como unos huevos (con la “puntillita” justa) mezclados con patatas ha conseguido perdurar durante 49 años como uno de los platos más aclamados de la hostelería madrileña. De su carta también destaca el rabo de toro guisado y sus guisos del día, como las judías con perdiz o los callos con garbanzos. El plato estrella de Casa Lucio tiene actualmente un precio de 14,50 euros y se sigue sirviendo respetando la receta de siempre. Es un clásico de la capital que, aunque atraiga a muchos turistas, es imprescindible visitar.

Castellana y castiza: Posada de la Villa

Otra de las posadas centenarias de Madrid, la de la Villa. Sus orígenes se remontan al siglo XVII, cuando el que era el único molino de harina de la ciudad se transformó en la primera posada de la Corte, donde se daba comida y aposento a todos los viajeros que llegaban a la capital. Estuvo cerrada durante muchos años hasta que en 1980, fue rescatada y restaurada por Félix Colomo, quien se encargó de transformarla en el restaurante que conocemos en la actualidad.

La estrella de este establecimiento es su gran horno de asar, en el que elaboran su plato estrella: el cordero lechal. La cocina del restaurante está especializada en comida tradicional madrileña y castellana, siendo su otra especialidad el cocido madrileño hecho en puchero y lumbre baja. En un aperitivo de la Posada de la Villa no pueden faltar ni los callos ni su delicioso pisto manchego. Para los más atrevidos, recomendamos sus caracoles en salsa.

Un trozo de Andalucía en La Latina: Casa Curro

Una taberna andaluza en el corazón de Madrid. No hace falta viajar hasta el sur para degustar los mejores platos de su gastronomía. Casa Curro se ha convertido en uno de los lugares de tapeo más famosos de la Cava Baja gracias a su buen producto, sus buenos precios (el precio medio de sus raciones ronda los 10 euros) y su divertido ambiente flamenco. En su carta destacan especialidades sureñas como la mojama de Barbate, el chicharrón de Chiclana, las famosas gambas de Huelva, producto estrella de la casa, y las huevas de maruca, todo ello servido en papel de estraza, como suele hacerse en las freidurías andaluzas.

En esta taberna cambian el vermut por los finos y las manzanillas, dos bebidas típicas del sur que hay que probar sí o sí si vas a Casa Curro. De este local no solo destacamos sus aperitivos domingueros, también recomendamos sus espectáculos flamencos en directo de cada fin de semana por la tarde y por la noche, el acompañamiento perfecto a su delicioso repertorio de chacinas ibéricas.

Coplas y cazuelitas: La Perejilla

De origen andaluz también, La Perejilla destaca por su ambiente folclórico, dedicado a una famosa coplera de principios del siglo XX del que recibe su nombre la taberna. En su carta también se refleja este homenaje al folclore andaluz con nombres de platos ligados al género musical de la copla: castañuelas, lunares, peinetas, perejillas o estoques.

La gastronomía que reina en este bar es de origen mediterráneo y andaluz, en el que mezclan lo tradicional con mezclas y texturas más actuales. Su vermut de grifo es uno de los mejores de la Cava Baja, un acompañamiento ideal para cualquiera de sus tapas como sus cazuelas de hasta nueve variedades y sus grandes rebanadas a seis euros. Con cada consumición ponen un plato de queso o embutido, cortesía de la casa.

  • Dónde: Calle de la Cava Baja, 25 (Metro La Latina, L5)

Con tapas gratis: Taberna La Chata

La Chata es la definición de castizo, su fachada de azulejos pintados a mano en la que sobresale un cartel que reza “degustación de toda clase de quesos y jamones de jabugo” invita a entrar solo por matar la curiosidad de cómo será por dentro. En el interior, la estética taurina consigue atraer la esencia más madrileña. Además de sus buenas tapas gratuitas acompañadas de chatos de vino, es necesario probar sus huevos rotos con jamón, que poco tienen que envidiar a los de su vecino Don Lucio. 

  • Dónde: Calle de la Cava Baja, 24 (Metro La Latina, L5)

Bohemio, vasco y renovado: Lamiak

La Movida Madrileña hizo al bar de la Mandrágora un lugar de culto. En este local, Joaquín Sabina grabó su primer disco y lanzó su famoso tema Calle Melancolía. Ahora, varias décadas después, la famosa casa Mandrágora ha reabierto con una estética renovada y bajo el nombre de Lamiak. Sus dueños han convertido el que fue el punto de encuentro de grandes artistas madrileños en una tasca vasca.

Sus especialidades son los pinchos, la cerveza bien tirada y el buen rollo, que nunca falta en su local. Es posiblemente de los pocos bares de esta zona en los que se pueden conseguir opciones veganas y vegetarianas, otro punto a favor para este bohemio establecimiento. Además, organizan exposiciones de arte y fotografía con jazz en directo, e incluso divertidas despedidas de soltero.

De setas, pimientos y sangría: Mesón El Champiñón

Este es el único restaurante del listado que no se encuentra en la famosa calle madrileña. Ubicado en uno de los extremos de la Cava Baja, es un imprescindible de los vermuts domingueros, aunque su dirección oficial esté en la Cava de San Miguel. En el Mesón del Champiñón tienen un lema: “Seas madrileño o de fuera, si no vienes a tomarte algo con nosotros, no habrás vivido ni disfrutado de Madrid: Simplemente habrás pasado por aquí”. Es uno de los más típicos y tradicionales de la capital.

Abiertos desde 1964, sus champiñones son considerados unos de los más ricos de Madrid. Comer bien, cantar y disfrutar del buen vino son las señas de identidad de este mesón que lleva más de 50 años sirviendo comidas. Además de sus champiñones, las otras dos estrellas de su carta son los pimientos verdes fritos y la sangría. Entre su variedad también se pueden probar otras tapas típicas de la gastronomía madrileña como los callos.

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