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El primer Orgullo LGTBI de la historia de Bosnia: “Queremos salir”

Lejla Huremovic, uno de los símbolos del movimiento LGTBI bosnio, en la sede del Sarajevo Open Center.

Eva Máñez / Lorena Tortosa / Raúl Abeledo

Sarajevo —

Bosnia Herzegovina se prepara para acoger la primera manifestación del Orgullo LGTBI de su historia. Miles de policías blindarán la marcha que este domingo recorrerá el centro de Sarajevo para evitar incidentes violentos como los que estallaron en Belgrado en 2010. La organización, dirigida por Sarajevo Open Center (SOC) y a la que se han sumado numerosas entidades civiles, ha recibido amenazas de muerte. El Gobierno les ha pedido que adopten “medidas de protección adicionales” y tendrán que pagar seguridad privada, ambulancias, bomberos e incluso los bloques de hormigón que la Policía usará para cortar las calles.

Aunque la homosexualidad se despenalizó en 2001, esta movilización ha generado una enorme ola de homofobia en las redes y en las calles de un país donde el colectivo no puede ni caminar de la mano sin recibir insultos o agresiones, tal y como recoge el Informe Pink de 2019. El 61% teme por su seguridad. Desde 2016, SOC ha documentado 84 crímenes e incidentes violentos de odio, aunque ninguno de ellos ha llegado a los tribunales. La mayoría de víctimas no denuncia por miedo y desconfianza en las instituciones y ni si quiera la Policía o el poder judicial disponen de registros oficiales.

Bajo el lema 'Ima izac', algo así como 'Queremos salir', cientos de activistas llevan meses preparando una marcha que promete ser histórica. La joven Lejla Huremovic se ha convertido en la cara más visible de un movimiento que poco a poco se abre camino en la normalización del colectivo. Está tranquila e impaciente por explicarse.

¿Por qué ahora?

Debemos recordar la situación tras la guerra y las muchas dificultades que ha afrontado el país en los últimos 25 años. El activismo LGTBI bosnio es el más joven de la región, fundamos la primera organización en 2002 y nunca habíamos iniciado un Orgullo. Pienso que ya es hora.

¿Qué espera el colectivo LGTBI de esta movilización?

Las marchas del Orgullo alrededor del mundo empoderan y visibilizan los problemas y necesidades de la comunidad. Queremos utilizar esta para crecer y mostrar los inconvenientes a los que nos enfrentamos. También para romper los prejuicios en nuestra sociedad y cambiar algo. En Bosnia hay que luchar mucho para salir del armario, la gente tiene miedo de la violencia y la discriminación. Es como si no existiéramos, por eso es importante salir a la calle, ser visibles, para que nos vean las caras, con nombres, vivos....

Se habla de una movilización sin precedentes. ¿Cuántas personas calcula que acudirán?

Tenemos muchos apoyos y pienso que habrá bastantes personas, pero al final no importa la cantidad de gente que venga a la marcha o si es LGTBI o no. Lo más importante es estar unidos y luchar juntos, no solo por el colectivo, sino contra todos los que nos discriminan y con todos los que sufren violencia. Este Orgullo defiende para todos la libertad de expresión, de asociación, de pasear tranquilos. Si hoy me discriminan a mí, mañana cualquier otro grupo puede sufrir lo mismo. La unidad es fundamental.

¿Han recibido adhesiones de instituciones o del ámbito cultural?

Tenemos algunos apoyos aunque insuficientes por parte del Gobierno, que prefiere realizar declaraciones a ejecutar actos reales. El Orgullo también es una llamada de atención sobre esto. Por ahora tenemos una buena cooperación con la Policía y el Cantón de Sarajevo, espero que podamos continuar así y que no haya problemas. No contamos con apoyo de políticos o partidos concretos, pero instituciones como Human Rights Watch se han sensibilizado, aunque no es suficiente.

Hace dos meses emprendimos una campaña mediática y ahora hay más de 50 personajes públicos que nos animan con mensajes en vídeo. Son actores y actrices famosos, cantantes, profesores universitarios, periodistas, escritores. Muchas personas LGTBI piensan que estamos solos y ver todos estos mensajes resulta muy poderoso.

¿Teme que se repitan agresiones violentas como las del Festival Merlinka en 2014 que dejaron ocho personas heridas?

Sí, por su puesto. Desgraciadamente hemos recibido amenazas, aunque menos que hace dos años, cuando organizamos una protesta contra la violencia en Sarajevo. Entonces hubo muchas más amenazas, así que hemos mejorado. Estamos cooperando con la Policía y denunciándolo todo. Nos han dicho que arrestarían a las personas que están intimidándonos. Ya veremos qué pasa.

En las calles de Sarajevo hay grafitis contra el colectivo gay. ¿Es homófoba la sociedad bosnia?

La sociedad bosnia es muy homófoba, está llena de prejuicios. Tenemos muchísimos problemas en nuestras familias, con amigos, compañeros de trabajo, en las calles… Desgraciadamente todos los días nos enfrentamos a distintos tipos de violencia. En Sarajevo Open Center documentamos las agresiones y discriminaciones, ofrecemos información y asistencia.

El principal problema actualmente es la violencia intrafamiliar porque muchos padres no entienden que sus hijos sean homosexuales y no les dan dinero ni cama. Aquí el desempleo es enorme, la mayoría sigue viviendo con sus familias incluso a los 30 años. Si tu familia no te acepta, tienes que esconder tu vida personal porque necesitas un techo y dinero para vivir. Es terrible. Es importante empezar a trabajar con los padres, necesitan hablar con otros padres para entender mejor a sus hijos.

El Informe Pink de 2019 recoge numerosas violaciones cotidianas de derechos básicos.

Legalmente estamos discriminados. Por ejemplo, no podemos casarnos. Hay parejas con hijos en Bosnia, es una realidad, pero no están cubiertas por ninguna ley, tienen incluso que esconderse. Conozco amigas que llevan 30 años juntas y no pueden visitar a su compañera si está en el hospital, sacar dinero del banco o acceder a servicios sociales o sanitarios para sus hijos.

Tampoco las personas trans disponen de derechos. Sólo si han realizado una transición completa pueden cambiar sus documentos oficiales, pero el Estado no les proporciona asistencia. No existen equipos médicos, ni cirugía, ni hormonas. Muchas se van a Croacia o a Serbia a realizar la transición. Además, diariamente nos discriminan en la escuela, en el trabajo, la universidad… Pero el principal problema está en la calle. Si has salido del armario en Bosnia Herzegovina y quieres pasear libremente puedes tener problemas. A mí me conocen en todo el país y aun así no puedo ir a cualquier sitio en Sarajevo, mi círculo es muy pequeño. No puedo pasear por el centro histórico porque, quizá no pase nada, pero nunca lo sabes. Utilizo avenidas principales, calles transitadas… es terrible. Hay tres bares a los que puedo ir. Eso no es vida. Una vez mi exnovia y yo estábamos paseando cogidas de la mano y un chico nos gritó cosas horribles. Cada vez que intentas ser libre puede ser violento para ti.

¿Cómo es la situación en las zonas rurales, ya que son mayoritarias en el país?

Desde luego es peor, allí no hay organizaciones. Están mejor en Tuzla, Prijedor, Banja Luka o Mostar, pero en los pueblos la situación económica y cultural es nefasta. Yo provengo de un pueblecito llamado Kladanj. Cuando visito a mi madre, de 65 años, le pregunto “¿cómo estás?” y siempre responde “tengo el corazón aburrido”. ¡Imagínate cómo es para los jóvenes! Eliges no salir del armario y mudarte a ciudades más grandes. Yo vine a Sarajevo para vivir libremente.

¿Ha sido igual para todas las generaciones?

Antes de la guerra civil ser homosexual estaba criminalizado en Yugoslavia. Muchos activistas de 35 o 40 años, que estaban trabajando hace 15 años, se han ido al extranjero porque aquí no podían tener una vida. Se han dado por vencidos, cansados de que nada cambie, quieren tener familia, etc. Los que quedan de esa generación no están interesados en el activismo. Suelen encontrarse con amigos y familiares en sus casas. Es muy triste que solo tengan ese tipo de vida, espero que cambie. Sin embargo la gente joven de 15 o 20 años ha crecido en otro contexto donde es totalmente normal hablar de LGTBI en la escuela o verlo en Internet.

¿Qué acciones desempeña ahora para la visibilidad y normalización del colectivo?

Hace siete años iniciamos el Festival Merlinka de cine Queer porque no existían espacios públicos ni culturales en Bosnia donde visibilizar los asuntos LGTBI ¡Ni si quiera hay discotecas donde podamos ir! Cada edición ponemos el foco en un tema, como la realidad lésbica. Nos fijamos en que los medios solo reflejan a los gays, aunque la mayoría de activistas son lesbianas. Suelen contar todo lo que sucede, bueno o malo, pero no son críticos y no están investigando para profundizar en determinadas cuestiones que nos afectan. Aunque el principal escollo para la normalización social es la educación. Está llena de prejuicios y los niños aprenden que ser LGTBI es algo malo o que estamos enfermos. Es muy difícil romper con ello, es parte del sistema patriarcal.

¿Cree que el auge de los etnonacionalismos amenaza la consecución de derechos del colectivo?

Vivimos en una sociedad repleta de nacionalismo, está en todas partes. Se habla siempre de tres nacionalidades, en cualquier tipo de discurso político: bosnia, croata y serba. Todos nuestros partidos son nacionalistas, nuestro sistema es nacionalista. Tienes que ser parte de una de las tres naciones. Este nacionalismo se está transformando en fascismo y creciendo en Europa y en Bosnia. Se crea una situación muy peligrosa

Pero este Orgullo integra a todas las etnias. ¿Ha conseguido el movimiento LGTBI reconciliar las diferencias?

Decidimos llamarla Manifestación del Orgullo de Bosnia, no sólo marcha de Sarajevo, porque queremos unirnos y actuar juntos. No creemos en tres partes, creemos en las personas. Los políticos intentan lo contrario. Es fundamental trabajar unidos, seamos gays bosníacos, gays católicos o heterosexuales serbios. Da igual, somos personas y tenemos que darnos cuenta de que este país no trata de naciones, sino de nuestras vidas. Debemos unir todas las identidades y pelear juntos.

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