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Un embajador del Mundial de Qatar afirma que la homosexualidad es un “pecado” y “una desviación mental”

Alberto Ortiz

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Quedan poco menos de dos semanas para que comience el Mundial de Fútbol en Qatar, una dictadura que no respeta los derechos humanos, con leyes que discriminan a las mujeres y a los colectivos LGTBQ. Pese a los gestos tibios de la FIFA para evitar eventuales discriminaciones durante el mes que dura el evento, el emirato se esfuerza en defender sus tradiciones. En una entrevista en la cadena alemana ZDF, el embajador del Mundial Khalid Salman ha afirmado que la homosexualidad es una “enfermedad mental” y, además, un haram (un pecado, algo prohibido o ilegal), según la ley dura interpretación de la ley islámica que rige en el país.

“Van a venir muchas personas al país durante la Copa del Mundo. Hablemos de los homosexuales, por ejemplo. Lo más importante es que todos aceptarán venir aquí. Pero tendrán que aceptar nuestras reglas”, dice Salman. ¿Cuáles son esas reglas? “[La homosexualidad] es haram”, dice el exfutbolista y embajador de la cita. “¿Sabe lo que significa haram?”, le pregunta al periodista. “No soy un musulmán estricto. Pero, ¿porqué es haram? Porque hay un daño en la mente”, concluye. En el documental, que está disponible en la web del canal, el periodista Jochen Breyer relata que en ese momento de la conversación una persona de la organización del Mundial frena la entrevista.

La legislación qatarí castiga con penas de cárcel de hasta diez años las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo. El código penal vigente prevé además penas de entre uno y tres años de prisión para quienes “instiguen” o “persuadan” a otras personas a cometer actos de “sodomía o inmoralidad”.

Las penas son aún más duras para los musulmanes, que pueden ser sentenciados a muerte simplemente por tener relaciones sexuales fuera del matrimonio; y mucho peores para las mujeres en particular, que incluso aunque denuncien haber sido violadas pueden ser juzgadas por sexo consentido fuera del matrimonio. 

Por todo esto, la preparación del Mundial ha despertado enormes críticas no solo entre la opinión pública general sino también entre varios jugadores de fútbol, como Harry Kane, capitán de la selección inglesa, o el australiano Josh Cavallo, el primer futbolista en activo en declararse abiertamente gay, que dijo hace unos meses que tendría miedo de jugar en Qatar por su legislación homófoba.

Por este motivo, varias selecciones que participan en el torneo se han mostrado dispuestas a llevar un brazalete arcoíris como respuesta a la criminalización de las personas LGTBI en el emirato. Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Suiza, Gales e Inglaterra han afirmado que llevarán el símbolo aunque el gesto les suponga una sanción. La FIFA no ha aclarado aún si castigará a quienes lo lleven, a pesar de que ya ha pasado un mes desde que se solicitó el permiso. 

Preguntado hace un año por las declaraciones de Cavallo, el presidente del comité organizador, Nasser Al Khater, aseguró que “todo el mundo es bienvenido”. En declaraciones a la CNN, Al Khater afirmó que “le dan la bienvenida” y que “nadie” se siente “amenazado” o “inseguro” en Qatar. Entendió que el jugador tenía esa percepción “después de leer estas acusaciones [de que Qatar no es seguro para el colectivo LGTBI] o de leer estas noticias que arrojan una luz negativa”.

Al Khater calificó el país como “tolerante”, “acogedor” y “hospitalario”, pero dijo después que “las muestras de afecto en público están mal vistas, de forma generalizada”. El dirigente dijo que su país es “modesto” y pidió a los fans que vayan al Mundial que “respeten” que el país es “mucho más conservador”. “Respetamos las diferentes culturas y esperamos que otras culturas respeten la nuestra”, ha añadido. Sí ha reconocido que el matrimonio entre personas del mismo sexo es ilegal, “como en muchos otros países”.