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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Trump exhibe las fracturas de su partido arropado por Bolsonaro y Vox en el mayor acto de la derecha en EEUU

Javier de la Sotilla

Washington (EEUU) —

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La Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), fundada en 1974, fue en su momento un reconocido lugar de encuentro para el debate entre los distintos segmentos de la derecha estadounidense, pero ya hace siete años que se ha convertido en un rito de adoración a Donald Trump. El expresidente, endiosado por los creyentes de una religión llamada MAGA ('Make America Great Again'), ha podido comprobar en esta edición que está perdiendo fieles, después de tres decepcionantes resultados electorales, que han desatado las voces críticas en su partido y han propiciado la búsqueda de alternativas. El magnate ha firmado un fatídico y repetitivo discurso de clausura de más de cien minutos ante un auditorio a medio llenar, en el que, de nuevo, ha tratado de recuperar sin éxito el discurso combativo y autoritario que lo aupó a la Casa Blanca en 2016.

Nada parece indicar que vaya a tener la misma suerte en las presidenciales del año que viene. De hecho, las encuestas ni siquiera le aseguran la victoria en las primarias republicanas. Sin embargo, en su cuarta aparición pública desde que anunció la candidatura, ha repetido los mismos llamados a la acción que en los anteriores discursos, en un tono que cada vez resulta menos convincente: “Vamos a completar la misión que empezamos hasta la victoria final. Vamos a hacer que Estados Unidos sea grande de nuevo”.

En un escenario cómodo -vitoreado por los cientos de fanáticos que han pagado las carísimas entradas (desde 295 dólares) al evento de cuatro días organizado en Maryland, y ante la ausencia de sus principales competidores políticos, como el gobernador de Florida, Ron DeSantis-, Trump ha insistido en su teoría infundada del fraude electoral y ha reiterado los marcos discursivos que lo llevaron a la presidencia y le hicieron perder su trono cuatro años más tarde: “con vosotros a mi lado, demoleremos al Estado profundo, expulsaremos a los belicistas, a los globalistas y a los comunistas. Derrotaremos a la clase política que odia a nuestro país y a los medios de las 'fake news'”, ha asegurado ante una multitud exaltada, que ha respondido gritando su nombre y el de su país. 

Antes de que él llegara al Despacho Oval, ha asegurado que el Partido Republicano estaba dominado por “un grupo de frikis, neoconservadores, globalistas fanáticos de las fronteras abiertas y tontos...”. Políticos del ala moderada de su formación, a los que ha puesto nombre y apellidos: “Nunca volveremos a ser el partido de Paul Ryan, Karl Rove y Jeb Bush”. Por ello, ha prometido a sus seguidores que, si lo siguen votando, devolverá al partido y al país la “decencia” que merecen: “desenmascararemos a los Rinos (siglas en inglés para ”republicanos de boquilla“), desalojaremos a Joe Biden de la Casa Blanca y liberaremos a EEUU de estos villanos de una vez por todas”.

“Evitaré la tercera guerra mundial”

El exmandatario también ha tenido palabras para el delicado momento geopolítico que navega EEUU, el mayor aliado armamentístico de Ucrania en la guerra, que trata de combatir la influencia de su histórico enemigo, Rusia, y de luchar por la hegemonía contra la portentosa China, nación a la que ha acusado de tener un programa de espionaje mundial sobre más de 40 países mediante el uso de globos aerostáticos. 

“Este es el momento más peligroso de la historia de nuestro país, y Biden nos está llevando al oblivion”, ha dicho Trump, que ha vuelto a vincular la invasión de Ucrania con la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán en agosto de 2021. “Por cierto, pronto vais a tener una tercera guerra mundial”, ha aventurado, lanzando una desesperada bala en la recámara, para luego erigirse como salvador: “soy el único candidato que puede hacer esta promesa: evitaré la tercera guerra mundial”.

Trump se encuentra corto de dinero por primera vez en sus tres campañas electorales, tras la reciente fuga de importantes donantes, que están optando por candidatos alternativos. Aun así, convencido de que ganará las primarias, no ha desaprovechado la ocasión para desvelar algunas de sus medidas estrella. 

Entre otras recetas, que poco han sonado a novedad, ha dicho que realizará una inversión adicional para la ampliación del muro con México, frontera por la que entran “yonquis, asesinos y violadores”, y a través de la que realizará “la mayor deportación de la historia”. También ha dicho que bajará la inflación, que responsabilizará a China por el “virus chino” y que creará un “fondo de restitución” para los estadounidenses que han sido afectados por las “políticas discriminatorias” de Biden. 

De todas ellas, la propuesta que se ha llevado un mejor recibimiento del público parecía diseñada para contrarrestar la afrenta de su principal competidor, al que se refiere despectivamente como DeSanctimonius. Concretamente, ha dirigido el dardo contra las personas transgénero, afirmando que firmaría una medida para “prohibir la mutilación sexual infantil en los 50 estados” y que mantendría “a los hombres fuera de los deportes femeninos”.

Un partido fracturado

El magnate no se refirió en ningún momento a su gran rival e hijo político, quien no ha presentado todavía su convocatoria para las primarias, pero sigue sonando como principal amenaza. DeSantis, que no ha asistido al evento, ha optado por irse de tour promocional de su nuevo libro, “La valentía de ser libre”, en el que propone escalar a nivel nacional el modelo de Florida, con su persecución racista a los inmigrantes, su censura LGTBI en las aulas, sus recortes de impuestos a los ricos y su discurso anticiencia

Tampoco han hecho acto de presencia el exvicepresidente Mike Pence, quien se apartó de Trump tras reconocer la victoria de Biden en 2020 y ahora suena como posible candidato, ni el recién nombrado 'speaker' de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, a quien los diputados trumpistas bloquearon su elección hasta la décimo quinta votación.

Trump tampoco ha hecho referencias a la única candidata alternativa oficial a presidir el partido republicano, Nikki Haley, quien fue gobernadora de Carolina del Sur y embajadora ante la ONU durante la presidencia de Trump, y recientemente se ha presentado a las primarias republicanas. Se anuncia como portadora del cambio generacional en el partido, ante un deslucido Trump, que ya carga 76 años. Durante estos días, ha reiterado una de sus medidas estrella: exigir pruebas de capacitación mental para los aspirantes a la presidencia que superen los 75 años.

En su discurso, Haley se ha dirigido a aquellos votantes republicanos que están “cansados de perder”, reconociendo implícitamente la derrota de Trump en su último embate a la Casa Blanca, algo que a muchos de los asistentes al evento todavía les cuesta aceptar.

Bolsonaro y Vox, entre los aliados internacionales

En la escena internacional, la estrella invitada -que el año pasado fue Viktor Orban- ha sido el expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien se encuentra desde hace más de dos meses autoexiliado en Orlando (Florida), temeroso de volver y afrontar las investigaciones judiciales que pesan sobre él. 

“En esta tierra, me siento en Brasil”, ha dicho, refiriéndose a EEUU como el lugar de “la libertad, el progreso y el orden”. En su casa, miles de bolsonaristas cometieron un intento de golpe de Estado el 8 de enero, asaltando las sedes de los tres poderes federales y rememorando el ataque que habían cometido en el Capitolio estadounidense miles de trumpistas dos años antes. 

Durante su discurso, ha vuelto a sembrar dudas sobre la victoria de Lula, como ya hizo el 1 de febrero ante la diáspora brasileña en Orlando, afirmando que había recibido “mucho más apoyo” en estas elecciones que en las de 2018. En esa ocasión, reiteró que tiene intención de volver a su país próximamente, algo que ha repetido durante el CPAC, pero que no ha concretado en el tiempo.

Bolsonaro ha pronunciado uno de las decenas de discursos que han tenido lugar durante esta semana, la mayoría de los cuales han durado menos de media hora, a excepción del de Trump, que se ha alargado más de 100 minutos. La sala principal tan solo se ha llenado hasta la mitad en la mayoría de audiencias, y en algunas se ha podido presenciar un desolador panorama, con escasas decenas de espectadores.

Entre estos asistentes se encontraba el eurodiputado de Vox Herman Tertsch, que llegó al evento acompañado por Eduardo Cader, director de Foro Madrid, una entidad que se autodefine como “una alianza internacional de líderes, entidades y partidos que defienden la libertad, la democracia y el estado de Derecho ante el avance de la extrema izquierda en países de ambos lados del Atlántico”. Ante la prensa española, Tertsch afirmó que “es importantísimo que en el Partido Republicano tomen conciencia de lo que está pasando en Iberoamérica”. Junto a Vox, han asistido al CPAC miembros de otros partidos de la ultraderecha europea, como Hermanos de Italia, Ley y Justicia (Polonia) o el Frente Nacional de Francia.