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Trump arranca con debilidad la recaudación de fondos para las presidenciales de 2024

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Javier de la Sotilla

Washington (EEUU) —

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El expresidente Donald Trump, uno de los personajes políticos con mayor exposición pública del siglo, anda corto de dinero. Al menos, en lo que se refiere a su campaña para las primarias presidenciales de 2024, que anunció a mediados de noviembre y arrancó con un decepcionante mitin a finales de enero en el que trató sin éxito de recuperar su tono más combativo. 

Esta semana, Trump acude a otra cita crucial para su campaña, la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC). El evento arrancó el miércoles y durará hasta el sábado y será una nueva prueba del apoyo al expresidente. El exvicepresidente de Trump, Mike Pence, ha rechazado este miércoles apoyar a Trump en caso de que salga elegido en las primarias: “Estoy seguro de que tendremos mejores opciones”.

“Obviamente, se juega mucho con esto, o en cualquier cosa que haga ahora mismo”, ha declarado a Politico Dave Carney, estratega republicano, sobre la aparición de Trump en la CPAC. “Todo el mundo está buscando fisuras. Cuando eres el favorito, cada evento al que vas se vuelve importante”. Al evento también asistirá Nikki Haley, la única persona que ha anunciado oficialmente su candidatura a las primarias republicanas para disputar el liderazgo a Trump.

Los números publicados por él mismo confirman lo que desde hace meses –especialmente desde los flojos resultados electorales de su partido en noviembre– comentan los analistas políticos en Estados Unidos: Trump ha perdido el capital político del que gozaba en 2016 y 2020. Hay una cifra demoledora: el líder republicano consiguió recaudar más dinero de donantes en las seis semanas previas al anuncio de su candidatura (11,8 millones de dólares), que en las seis semanas posteriores (9,5 millones)

Además del mal momento de forma del expresidente, son diversos los factores que podrían haber influido en este modesto arranque. En primer lugar, los donantes acostumbran a gastar grandes cantidades de dinero en las elecciones de mitad de mandato, como las celebradas en noviembre, por lo que el Trump podría estar acusando el desgaste al haber anunciado su convocatoria tan solo ocho días más tarde de dichos comicios.

En segundo lugar, la penalización que le impuso Facebook hace más de dos años a raíz del asalto al Capitolio ha afectado notablemente a su capacidad de recibir dinero de pequeños donantes. Esta plataforma representó una parte importante de sus ingresos en las campañas presidenciales de 2016 y 2020, pero no ha podido usarla hasta hace unas semanas, cuando el pasado 9 de febrero Meta le devolvió sus cuentas de Facebook e Instagram.

Grandes donantes retiran su apoyo

A pesar de que aún es pronto para determinar cómo evolucionarán las cuentas de Trump a lo largo de su campaña presidencial, su inicio es peor que el de años anteriores y su liderazgo está siendo puesto en cuestión por algunos de los principales donantes del Partido Republicano. Sin ir más lejos, hace unos días dos grandes fundaciones conservadoras, Americans For Prosperity y Club for Growth, anunciaron que se estaban planteando retirar su histórico apoyo a Trump y dárselo a un candidato alternativo. Y no son las únicas. En este sentido Nikki Haley, exembajadora de EEUU en la ONU y popular entre los conservadores, anunció su candidatura a las primarias del partido el pasado 14 de febrero.

“Donald Trump es un cáncer con metástasis, si no se le detiene va a destruir el partido. Es un perdedor”, dijo Eric Levine, uno de los principales recaudadores de fondos republicanos, en una entrevista con al medio estadounidense Politico. Desde las elecciones de 2020 y el posterior asalto al Capitolio, Levine ha estado pidiendo al partido que pase página con Trump. “Es el primer presidente desde Hoover que pierde la Cámara, el Senado y la presidencia en un solo mandato. Por su culpa, la agenda progresista amenaza con apoderarse del país. Es probablemente el único republicano del país que no puede vencer a Joe Biden”, le recriminó.

Su opinión sintetiza las críticas de muchos otros donantes y miembros del Partido Republicano, que cada vez se atreven a hablar más abiertamente en contra del personaje que ha monopolizado el discurso de su partido, al menos durante los últimos siete años. Dentro de su partido, muchos ven complicado que, en caso de ganar las primarias republicanas, Trump pueda salir airoso de unas elecciones contra Biden.

Avalan la postura de los críticos los malos resultados del expresidente desde que ganó las presidenciales en 2016. Concretamente, cosecha una serie de tres decepcionantes ciclos electorales: perdió el control del legislativo en sus elecciones de mitad de mandato en 2018, salió derrotado en las presidenciales del 2020 (a pesar de sus teorías no probadas de fraude electoral) y firmó los peores resultados en dos décadas de un partido opositor en las legislativas de noviembre de 2022.

Justo después de estas fatídicas elecciones emergieron las voces contrarias de los grandes donantes. Stephen Schwarzman, el CEO de Blackstone, que donó 3,7 millones de dólares a Trump en los últimos años, dijo: “Es hora de que el Partido Republicano recurra a una nueva generación de líderes y tengo la intención de apoyar a uno de ellos en las primarias presidenciales”.

Por otro lado, Ken Griffin, CEO de Citadel, que donó 60 millones de dólares a diversos candidatos y campañas republicanas en las elecciones de 2022, dijo poco después de las elecciones de mitad de mandato: “Me gustaría pensar que el Partido Republicano está listo para pasar página de alguien que ha sido tres veces perdedor”. Griffin anunció su apoyo a DeSantis, que no ha anunciado oficialmente su candidatura.

Además, los líderes evangelistas –un segmento de la población que fue transcendental en la victoria trumpista en las presidenciales de 2016– están recordando a sus votantes los comentarios que Trump hizo después de las elecciones de mitad de mandato, en los que insinuó que la culpa de los decepcionantes resultados fue suya, a quienes acusó de “desleales”. 

Con todo, en un total de cinco comités alineados con Trump, la campaña del expresidente acumula alrededor de 81 millones de dólares, más de la mitad (54 millones) en el llamado MAGA Inc., un super PAC (Comité de Acción Política, el nombre que reciben las campañas de financiación estadounidenses) formado por él mismo el año pasado. A pesar de ser solo el inicio, los números son inferiores a estas alturas que los de las campañas presidenciales de 2016 y 2020. Este último año logró acumular en toda la campaña un total de 1.960 millones de dólares, cifra que varios expertos aseguran que será muy difícil de repetir.

¿Quién podría arrebatar el liderazgo a Trump?

Nikki Haley,  exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora de Estados Unidos en la ONU, ha sido la primera en anunciar públicamente su candidatura a la presidencia contra Trump. Haley llevó durante dos años la política exterior del presidente Trump en la ONU, pero dejó el Gobierno en 2018. Desde entonces ha alabado algunas de sus políticas y ha mostrado algunas críticas para apelar a los republicanos moderados. Después del asalto al Capitolio, Haley dijo que “la historia juzgará con dureza” las acciones de Trump tras las elecciones. Sin embargo, se opuso a su destitución durante el impeachment.

“Los republicanos han perdido el voto popular en siete de las ocho últimas elecciones presidenciales. Eso tiene que cambiar”, afirma la candidata en el vídeo de campaña. En 2021, sin embargo, Haley dijo que no se presentaría si Trump fuera candidato.

El gobernador de Florida, Ron DeSantis, parece otro de los políticos mejor posicionados para librar la batalla contra Trump. Según las encuestas analizadas, algunas dan a DeSantis una ventaja de casi 10 puntos sobre el expresidente y otras, como la última de Fox News, coloca a Trump en cabeza con 15 puntos de diferencia sobre el gobernador de Florida.

DeSantis consiguió recaudar más de 200 millones de dólares en su candidatura para la reelección estatal en noviembre y, aunque sus políticas no han sido probadas a nivel federal, se están ganando la atracción del conservadurismo norteamericano en su conjunto. Por el momento, acumula más de 75 millones en dos comités que le sobraron de la campaña para las elecciones de mitad de mandato, donde salió reelegido gobernador tras una victoria aplastante en las urnas (con el 59,4% de los votos).

Su insistencia en incidir en las guerras culturales, con la aprobación de leyes contra el colectivo LGTBI, prohibiendo a las chicas trans participar en equipos deportivos en las escuelas o vetando la conocida como teoría crítica de la raza en colegios y universidades lo colocan como un firme continuador de las ideas radicales sembradas por el propio Trump. Sin embargo, tan solo se trata de un futurible ya que todavía no ha presentado su candidatura oficial, aunque todo indica que lo hará a lo largo de la primavera. 

John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional de Trump, ha expresado que está dispuesto a presentarse y también hay rumores sobre las posibles candidaturas del exvicepresidente Mike Pence y del exsecretario de Estado Mike Pompeo, ambos en activo durante el mandato de Trump.

Los números económicos de estos potenciales adversarios, a diferencia de DeSantis, tampoco parecen muy llamativos. Nikki Haley no ha revelado cuánto dinero a recaudado desde que anunció su candidatura el pasado 15 de febrero. Normalmente, los candidatos utilizan esas primeras cifras para presumir de fuerza, recuerda la agencia Associated Press.

La evolución en la recaudación de Haley puede estar relacionada con el destino del senador de Carolina del Sur Tim Scott, el único senador republicano afroamericano. Scott podría ser un duro contendiente y acumula un fondo de reserva de más de 22 millones de dólares.

Los futuribles candidatos tienen claro que, en caso de presentarse muchos, eso podría estar ayudando indirectamente a Trump en la elección presidencial, puesto que dividirían el voto alternativo entre varios candidatos. En caso de que varios anuncien su candidatura, se espera que los distintos candidatos calibren el apoyo popular y pacten una retirada a tiempo, concentrando el voto –y el dinero recaudado– en uno o dos candidatos, justo antes del inicio de las primarias, en febrero de 2024.

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