EEUU ataca Irán

Trump impulsa la gran guerra de Netanyahu en Oriente Medio

El presidente Donald Trump dijo que se tomaría dos semanas para decidir si atacar Irán, pero su gran aliado y amigo en Oriente Medio, Benjamín Netanyahu, logró convencerle de que tenía que hacerlo lo antes posible, arrastrando así a EEUU a una guerra abierta cuyas repercusiones son impredecibles.

La brutal ofensiva de Israel contra la Franja de Gaza –donde ha matado a 56.000 palestinos desde octubre de 2023– ya había desestabilizado toda la región. Además del genocidio en Gaza, Israel ha llevado a cabo operaciones militares en Líbano y Siria y ha bombardeado Yemen (campaña a la que se sumó Trump en los pasados meses). No satisfecho, el primer ministro israelí lanzó una nueva guerra con Irán el pasado día 13 y ha conseguido que Trump participe pese a las consecuencias que puede suponer intervenir en un país clave en los equilibrios de Oriente Medio.

Esos equilibrios ya se habían visto trastocados en los pasados 20 meses de guerra en Gaza, pero un conflicto a gran escala contra un actor estatal podría sumir a toda la región en una peligrosa espiral de violencia e inestabilidad prolongadas.

Así lo advirtió el Ministerio de Exteriores iraní tras el ataque contra las tres principales instalaciones nucleares del país (Natanz, Isfahan y Fordo) en la noche del sábado al domingo. “Estados Unidos es plenamente responsable de las peligrosas consecuencias e implicaciones de largo alcance de este atroz acto de agresión y crimen abominable”. El Gobierno de Irán dijo que está sopesando su respuesta a los bombardeos estadounidenses.

Trump advirtió desde el primer momento que “cualquier represalia de Irán contra EEUU será respondida con una fuerza mucho mayor” que la de los ataques en la noche del sábado al domingo. También su secretario de Estado, Marco Rubio, aseguró que Washington no planea más acciones contra Irán, a no ser que Teherán lance un ataque.

En el marco de la lógica del ojo por ojo y diente por diente que se ha impuesto en Oriente Medio, Irán continuó atacando a Israel este domingo, con el lanzamiento de unos 40 misiles, más que en los pasados días, que causaron daños en algunos edificios de Tel Aviv y numerosos heridos, la mayoría leves. La República Islámica ha estado lanzando proyectiles contra territorio israelí desde que el Gobierno de Netanyahu ordenó el comienzo de la operación 'León que se levanta' en la madrugada del 13 de junio. También el Ejército israelí prosiguió su campaña de bombardeos contra Irán y este lunes ha tenido como objetivo la instalación de Fordo (atacada por EEUU); la Universidad Shahid Beheshti, vinculada con el programa nuclear iraní, y la prisión de Evin, que acoge a presos políticos.

En los intercambios de fuego de los pasados diez días ha quedado patente la superioridad militar de Israel, cuyos ataques han matado al menos a 430 personas en Irán, frente a las 24 víctimas mortales israelíes. Desde Ginebra, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Voker Türk, pidió este domingo tener en cuenta las “incalculables” consecuencias para la población civil de un conflicto cada vez más extenso en Oriente Medio. También el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió de que “hay un riesgo creciente de que este conflicto se escape al control rápidamente, con consecuencias catastróficas para los civiles, la región y el mundo”.

EEUU “en primera línea” en Oriente Medio

De momento, los aliados de Irán en la región –principalmente, los integrantes del llamado Eje de la Resistencia– no han amenazado con tomar represalias por el ataque de EEUU, pero la Guardia Revolucionaria iraní afirmó en un comunicado que sabe de donde salieron los aviones estadounidenses que bombardearon Irán y advirtió de que “Washington se ha situado en la primera línea” de esta batalla con su intervención. EEUU tiene varias bases en la región, en concreto, en el golfo Pérsico, y había desplazado buques y aviones de guerra a la zona en los pasados días.

Fuentes oficiales consultadas por la agencia de noticias AP dijeron a mediados de la semana que aviones de combate estadounidenses estaban “patrullando los cielos de Oriente Medio para proteger al personal y las instalaciones” de EEUU en esta zona, y que en las bases están “en alerta máxima y están tomando precauciones de seguridad adicionales”. Según AP, el portaviones USS Carl Vinson se encuentra en el mar Arábigo, junto a otros cuatro barcos, para ofrecer seguridad a las tropas y a las instalaciones de EEUU en el golfo de Omán y Pérsico.

Unos 30.000 militares estadounidenses suelen estar desplegados en Oriente Medio, pero actualmente serían alrededor de 40.000. La principal instalación es la base aérea de Al Udeid, en Qatar. Otra destacada base aérea está en Emiratos Árabes Unidos y en Bahréin tiene su base la Quinta Flota naval de EEUU; también en Kuwait hay varias bases estadounidenses y todas ellas están situadas en el golfo Pérsico, muy próximas a las costas iraníes. No son las únicas, Washington tiene presencia militar en Arabia Saudí, Jordania e Irak, entre otros países donde operan grupos armados respaldados por Irán o alineados con él.

Las milicias chiíes de Irak –en particular, Kataib Hizbulá– podrían atacar las bases donde aún se encuentran militares de EEUU en ese país, además de movilizarse en los países vecinos, Siria y Jordania, como ocurrió en el pasado. Desde Yemen, los rebeldes hutíes –que han estado boicoteando la navegación en el mar Rojo en respuesta a la matanza de Gaza desde hace un año y medio– afirmaron que están “listos para atacar barcos y buques de guerra estadounidenses”.

Varios de los Gobiernos de la región, muchos de los cuales son aliados de Washington, han condenado el ataque de EEUU contra Irán y han alertado de las consecuencias para la seguridad y la estabilidad de Oriente Medio, una región que conoce muy bien los nefastos resultados de las intervenciones militares extranjeras. Si bien los ayatolás no tienen muchos amigos entre sus vecinos árabes, ningún país quiere ver otro conflicto abierto y prolongado que va a repercutir inevitablemente en la economía de cada uno –tanto en las que dependen del turismo como las que dependen de los hidrocarburos–. Irak, Kuwait y los pequeños emiratos del golfo Pérsico sufrirían las consecuencias directas si Irán lleva a la práctica la amenaza de cerrar el estrecho de Ormuz, por donde pasa más del 20% del suministro mundial de crudo.

¿Volver a la mesa de negociaciones?

Omán –país que estaba mediando entre Irán y EEUU antes de que Israel lanzara su ofensiva militar hace diez días– fue uno de los que condenó de forma más enérgica los ataques estadounidenses, calificados de “acto ilegal de agresión”, e instó a “una desescalada inmediata y completa”. Parece poco probable que el sultanato vaya a retomar su papel de mediador, algo que le pidió este domingo el presidente egipcio, Abdelfattah al Sisi, al sultán de Omán, Haitham bin Tariq. En una conversación telefónica ambos líderes coincidieron en que alcanzar un alto el fuego en Gaza es fundamental para toda la región, ya que la onda expansiva de la violencia en la Franja ha sacudido todos los rincones de Oriente Medio y más allá.

Omán había acogido varias rondas de negociaciones desde el pasado mes de abril entre representantes de Irán y de EEUU, en el intento de buscar un nuevo acuerdo nuclear que ofreciera garantías de que Teherán no pudiera producir armas atómicas (una exigencia no sólo de EEUU, sino de todo Occidente). El asalto israelí truncó las conversaciones, aunque Trump ya había dado señales de impaciencia.

El pasado viernes las potencias europeas trataron de abrir otro proceso negociador con Irán en Ginebra, donde se reunieron los ministros de Exteriores de Reino Unido, Alemania y Francia, además de la alta representante para la Política Exterior de la Unión Europea, con su homólogo iraní. Este domingo, el titular de Exteriores iraní, Abás Araqchí, lamentó que ambas vías de diálogo fueron reventadas, la primera, por Israel, y la segunda, por EEUU. También se preguntó a través de la red social X cómo es posible que Reino Unido y la UE exijan a Irán regresar a la mesa de negociaciones: “Cómo puede Irán volver a algo que nunca ha abandonado, ni mucho menos ha hecho saltar por los aires”.

Araqchí dejó poco margen para la diplomacia después de la agresión sufrida a manos de EEUU: “No sé cuánto espacio queda para la diplomacia”, dijo a los periodistas en Estambul, de donde viajó a Moscú para reunirse con Vladímir Putin este lunes. El ministro de Exteriores agregó que ahora hay que esperar para ver cuál será la reacción de Irán y, sólo después, su Gobierno decidirá “cómo retornar a la diplomacia”.

Por su parte, el presidente ruso dijo al comienzo de la reunión con Araqchí que Rusia “realiza esfuerzos para ayudar al pueblo iraní” y calificó el ataque de EEUU de “agresión absolutamente injustificada contra Irán”.

Occidente y la bomba atómica

Desde Occidente, piden a Irán volver a las negociaciones y evitan responsabilizar a Trump y a Netanayahu por haber optado por la vía militar. La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no llegaron a condenar el ataque perpetrado por EEUU de forma unilateral. “Ahora es el momento de que Irán se comprometa a una solución diplomática creíble. La mesa de negociaciones es el único lugar para poner fin a esta crisis”, dijo Von der Leyen, quien afirmó que “Irán nunca debe adquirir la bomba”.

Los Gobiernos de Alemania, Francia e Italia, entre otros, también señalaron las negociaciones como salida a la crisis, presionando principalmente a Teherán. Reino Unido fue más lejos, justificando la intervención militar de su aliado transatlántico: “El programa nuclear iraní constituye una grave amenaza para la seguridad internacional. Jamás se le debe permitir a Irán desarrollar un arma nuclear, y Estados Unidos ha tomado medidas para mitigar esa amenaza”.

Incluso el jefe del Gobierno español se ha referido a la hipotética bomba atómica: “Irán no debe acceder nunca al arma nuclear”, escribió Pedro Sánchez en X, haciendo al mismo tiempo “un llamamiento a la contención y a la desescalada, a la diplomacia y al diálogo”.

China y Rusia han sido las dos potencias más críticas con la actuación de Trump, mientras que los socios europeos han preferido apuntar al programa nuclear de Irán, que desde hace años representa una fuente de preocupación para Occidente, pero que Netanyahu ha conseguido convertir en una amenaza inminente.

“El presidente autorizó una operación de precisión para neutralizar las amenazas a nuestros intereses nacionales que plantea el programa nuclear iraní”, afirmó en el Pentágono el secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth. Según él, derrocar al régimen de los ayatolás, con el que Washington está enemistado desde 1979, no es el objetivo de la intervención estadounidense. También el vicepresidente de Trump, JD Vance, aseguró que su país no está en guerra con Irán sino con su programa nuclear.

Todas estas declaraciones ponen en evidencia que Netanyahu, después de 30 años diciendo que Irán está a punto de conseguir la bomba nuclear, ha convencido a sus socios de que Teherán representa una “amenaza existencial” para el Estado judío e, incluso, para el resto del mundo. De momento, no ha anunciado su retirada del Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares.

Después de haber permitido al primer ministro israelí que destruyera y ocupara Gaza, y que siga matando de hambre a unos dos millones de palestinos asediados en la Franja, Trump impulsa sus planes para dominar Oriente Medio, que pasan por reducir o aniquilar a todos sus enemigos y vecinos incómodos. Irán representa el último obstáculo para que Israel pueda ejercer su hegemonía en el Levante sin oposición.