“Con humor se puede luchar contra lo que sea”

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César Galiano nació en Palencia en 1962, pero a los tres meses ya estaba en La Rioja, concretamente en Nájera. Tras vivir varios años en Gerona, siendo ilustrador y guionista de cómics como 'El Jueves', 'El Vívora' o 'Makoki', ha vuelto a su tierra de la infancia para luchar contra un cáncer de laringe. En el último año ha publicado cuatro libros: 'Diario del hospital', 'Laureano Cerrada, el empresario anarquista', 'La generación inexistente' y 'El día de Barcelona'. También ha escrito 'El exilio ya está aquí'.

Convaleciente todavía de la operación de cáncer de laringe, nos vemos obligados a realizar la entrevista por correo electrónico, ya que por el momento no tiene voz. A pesar de ello, sus respuestas sugieren la rebeldía y la fina ironía que conforma su carácter. Cualquiera no tiene la sufiente entereza para enfrenterse a un cáncer de esta manera. 'Diario del hospital' es un relato sincero y real, quizás un poco caricaturizado, que ha servido a Cesar Galiano para combatir esta enfermedad dejando a un lado el drama y poniendo en valor algo de lo que adolece esta sociedad y tanto necesita: el buen humor. En tu blog introduces el libro 'Diario del hospital' diciendo que “los hechos sucedieron en un año plagado de cosas raras: se produce la mayor crisis económica de la Historia, un negro accede a la Casa Blanca y me detectan el rebrote de un cáncer de laringe que creía haber vencido el año anterior”. Es admirable tu sentido del humor en esa situación ¿crees que con sentido del humor se puede luchar contra todo? ¿crees que es el síntoma de inteligencia más claro?

Indudablemente. Y me refiero a las dos preguntas. No sé si siempre se puede vencer, pero al menos me consta que con humor se puede luchar contra lo que sea. Por otra parte, el humor sólo existe en las personas. Sí, es un síntoma de inteligencia. Tanto crearlo como aceptarlo.

También dices que 'Diario del hospital' fue una forma de enfrentarte a la enfermedad sin recurrir a la tragedia, algo que está de moda. ¿De qué pasta hay que estar hecho para ser tan fuerte?

No soy tan fuerte. Supe evadirme escribiendo un diario de humor. De todas formas, nadie sabe dónde puede llegar hasta que no se ve metido en el baile. Creo que cada cual pelea como puede o como sabe. Lo que pasa es que no hay que rendirse.

Convertiste la habitación del Hospital San Pedro en tu despacho durante los 37 días de ingreso. Ordenador, cedés, libros, apuntes, borradores, periódicos... Menos mal que este centro sanitario sigue la política de la habitación individual ¿no?

Más que cualquier otra cosa, la habitación individual ayuda psicológicamente al paciente en su recuperación. Sin duda alguna. Hay un abismo entre una habitación individual y una compartida. Y no sólo por la presencia del otro enfermo, que ya es la leche, sino por la de los familiares y las demás visitas de éste, que pueden ser una cuadrilla insufrible. ¿Crees que este libro puede servir como terapia a otras personas que están pasando por lo mismo? Que les puede servir de ayuda para tener otra visión u otro punto de vista.

Seguro. De hecho, sé que hay quien ha comprado el libro para regalárselo y tratar de levantar la moral a algún conocido ingresado en el hospital.A pesar de estar sin voz, parece que sufres incontinencia literaria. Cuatro libros en un año.

Y tal y como van las cosas, este año que viene aparecerán otros cuatro. De todas formas, hay truco. No escribí los cuatro libros durante el año pasado. Fueron publicados durante un año, eso sí, pero dos de ellos estaban ya escritos. Y el diario fue algo totalmente inesperado. Surgió porque sí y su elaboración duró lo que duró el ingreso en el hospital: un mes y medio.

Esta es la segunda novela que publicas con 'Tragaluz'. La otra es 'La generación inexistente'. De Fernando García dices que está dispuesto a todo. Muchas editoriales rechazaron editar este libro de la Transición ¿Por qué crees tú que no quisieron publicarla?

Porque es políticamente incorrecta. Ahí hablo de la famosa Transición democrática en unos términos que, por lo visto, no deben aparecer en letras de imprenta. La Transición española no fue tan pacífica como se han hartado de decir por la tele, por ejemplo: los muertos causados por ETA y por otos grupos terroristas, tanto de izquierdas como de derechas, fueron innumerables. Tampoco fue socialmente un ejemplo. El paro era abrumador; y las esperanzas de futuro, nulas. Es una época que recuerdo con mucho cariño, pero eso de que fue un paraíso es un camelo.

Dices que la Transición no fue tan ejemplar como nos han contado, que no se suele hablar de política y que ser joven casi era un delito.

Sí. Yo estaba entre los dieciséis y los veinte años. La policía me paraba casi cada día. Llevar un pendiente en una oreja, el pelo de punta o una inocente chapa colgada en la cazadora, era suficiente para que te detuvieran en plena calle. Las redadas en los bares eran habituales. La policía entraba, paraban la música y empezaban a llevarse a la gente. Los periódicos alimentaron la idea de que los jóvenes éramos delincuentes en potencia. ¡Claro! Por ejemplo, decían: “Dos jóvenes armados con pistolas y navajas han atracado el banco…” Naturalmente que habían sido dos jóvenes. No iban a ser dos abuelas.

¿Por qué Alaska y la movida se han convertido en los héroes de la transición?

Bueno, Alaska y compañía eran los más mediáticos. Eso no quiere decir que la movida tuviese que ser necesariamente una jugarreta para tapar otras cosas o para mantener a los jóvenes apartados de la lucha revolucionaria. No creo eso. Pero Alaska no le molesta a nadie y, en el fondo, la movida fue algo que pasó y no volverá. Son útiles en estos tiempos.

¿Has podido ver, después de los años, glorias como 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón'?

Sí, claro. Y me divierto aún más. Son películas que hay que ver, de todos modos, sin olvidar el contexto social y político en que fueron hechas. Pero todo es así, ¿no? ¿O alguien lee el Cantar de Mío Cid como si lo acabasen de escribir?¿El tiempo tiende a mejorar el recuerdo del pasado?

El tiempo hace del pasado lo que uno quiere que hubiera sido. Yo puedo inventarme el personaje que quise ser. ¿Quién va a impedírmelo, a estas alturas? Además, procuramos construirnos un pasado que no quite coherencia a nuestro presente, que no estorbe a lo que uno es actualmente. Por eso “La generación inexistente” no les gusta a los editores de siempre. Porque les molesta. Porque les dice que el pasado no fue como a ellos les hubiera gustado que fuese.¿Tuviste la oportunidad de ver la serie de televisión que dedicaron a la figura del Rey durante el golpe de Estado de Tejero y compañía? ¿Qué te pareció?

No estuvo mal. Sin embargo, me sorprendió que el guionista situase a la familia real en palacio cuando yo, no sé por qué, siempre la he ubicado en Portugal. Me suena. No sé por qué, me suena que la reina y sus hijos no estaban en el país.

¿Qué estás preparando ahora? ¿Algún libro?

Varios. Acabo de terminar uno que he presentado a un premio y del que, lógicamente, no voy a hablarte. Desde hace un par de días estoy trabajando en una historia de los primeros internacionalistas españoles. Es un proyecto que apalabré con el editor de Pepitas de Calabaza, la editorial que ha publicado mi último libro, “Laureano Cerrada, el empresario anarquista”. Y mientras escribo, voy maquinando el siguiente.

¿Qué echas de menos de estar metido en el mundillo del cómic?

Muchas cosas. Por ejemplo, las visitas periódicas a las editoriales, donde estaban los demás compañeros. En algunas ocasiones pasaban cosas divertidísimas. Y echo de menos también los propios cómics. Ya no hay. Los japoneses, con su inversión multimillonaria de los años noventa, lo inundaron todo de mierda.

¿Qué diferencia ves entre el Jueves en el que estabas y el de la actualidad?

No tienen nada que ver en absoluto. Yo llegué al final de la época dorada, cuando aún tenía una tirada de más de cien mil ejemplares a la semana. Era un humor descarnado y muy crítico que, además, reflejaba a los estereotipos de la sociedad. Todo el mundo tenía ahí su historieta: los estudiantes, el macarra de turno, el facha, la prostituta, etc. Luego se convirtió en una revista del corazón. Y ahora es un poco de todo, pero no tiene el empuje, la fuerza que tuvo a finales de los ochenta y principios de los noventa.¿Qué te parece que confiscaran la famosa plancha de la portada de El Jueves?

Al Inquisidor Torquemada le habría encantado.

Imágenes cedidas por 'Pepitas de Calabaza'.

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