El Sahara, dos meses fuera de los campamentos
Cada verano muchas familias españolas reciben niños procedentes de los campos de refugiados del Sahara Occidental en un programa solidario que les permite disfrutar de la estación estival fuera de los campamentos.
El programa “Vacaciones en Paz” viene desarrollándose en España hace varios años, y desde sus inicios miles de niños, de entre 7 y 12 años, han podido escapar de su dura realidad en los campamentos durante los dos meses que son acogidos por familias españolas.
La iniciativa parte de las diferentes Asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui que existen en varias provincias españolas, en colaboración con la Delegación Nacional Saharaui y las Delegaciones Saharauis de las distintas Comunidades Autónomas.
Este programa solidario cuenta con la aprobación, a su vez, del Gobierno central, quien autoriza la residencia temporal de los niños con familias españolas. Este año, el Consejo de Ministros ha anunciado, a instancia del Ministro de Trabajo e Inmigración, que unos 9.000 niños serán acogidos temporalmente en nuestro país.
Sin embargo, la crisis en la que la economía mundial está sumergida desde hace dos años, está comenzando a afectar a proyectos solidarios como éste. El número de familias dispuestas a acoger a los pequeños, en Andalucía, ha disminuido en 2010 con respecto al año anterior, en un 9%. A la Comunidad Valenciana han llegado 100 niños menos que en el 2009, la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de dicha comunidad autónoma achaca esta disminución a la reducción de la partida económica de los organismos públicos para sufragar el viaje.
La vida cotidiana en campamentos
La Asociación Navarra de Amigos del Sahara muestra el día a día de los refugiados saharauis. Los campamentos de refugiados están situados en el suroeste de Argelia, en la Hamada de Tinduf, la parte más inhóspita del desierto del Sahara. El lugar está cercano a la frontera con el Sahara Occidental y a Mauritania. Lo componen 4 campamentos cuyos nombres corresponden a las ciudades más importantes del Sahara Occidental, Auserd, Aaiún, Smara y Dajla, cada uno de los cuales tiene 6 o 7 pueblos o dairas con varios barrios.
La vida en el desierto es dura, arena, piedras, temperaturas extremas que pueden alcanzar los 55º en verano y falta total de recursos. En un territorio tan hostil no se produce nada, la población se alimenta de las ayudas que llegan de los organismos internacionales que les proveen de alimentos de larga duración. Las principales organizaciones que actúan en el Sahara son ACNUR, Programa Mundial del Alimentos, la UE, y varias ONG.
El pueblo saharaui, a pesar de todo, ha desarrollado una organización administrativa y social que le permite, dentro de las limitaciones en las que vive, tener servicios sanitarios, educativos o jurídicos y una organización política propia. No obstante, aún queda mucho por hacer para que tengan unas condiciones vida mejores y todos sus derechos sean reconocidos.
La batalla por los derechos humanos entre dos fronteras: la situación en el Sáhara Occidental (Marruecos) y en los campamentos saharauis (Argelia)
Desde que en 1976 España abandonara el Sahara Occidental su población ha vivido en campamentos de refugiados. La liberación de la antigua colonia europea dejó un vacío jurídico en la zona que propicio la creación de la República Árabe Saharaui Democrática, impulsada por el Frente Polisario. Pero esta desocupación favoreció también la ambición de otros países sobre el territorio, dada su riqueza natural. Así, Marruecos, invadió de inmediato el Sahara con la llamada Marcha Verde. Desde entonces, el Reino alauí controla la mayor parte del territorio saharaui y su población se ha visto obligada a vivir en campamentos de refugiados en la región argelina de Tinduf. Se calcula que más 165.000 familias viven allí, en condiciones climatológicas extremas y dependiendo el 100% de su economía de la ayuda internacional.
Numerosas organizaciones no gubernamentales se han hecho eco de las duras condiciones de vida de los refugiados y trabajan para mejorar su situación.
Amnistía Internacional , en su informe anual, denuncia la vulneración de muchos derechos humanos por parte de Marruecos. La libertad de expresión sufre serias restricciones, se reprimen las opiniones o información consideradas ofensivas para la Monarquía. Así, se han suspendido publicaciones y varios periodistas fueron procesados. La ley marroquí estipula, incluso, penas de prisión para este tipo de delitos.
Disidentes y activistas, que luchan por los derechos del pueblo saharaui, son sometidos a estrecha vigilancia, amenazas, agresiones de agentes de seguridad o procesamientos por motivos políticos, incluso, su tarea como observadores se ha visto mermada, tal como revela la ONG.
La organización no gubernamental Human Rights Watch , dedicada a la defensa de los derechos humanos en el mundo, también ha querido mostrar la situación que se vive en los campos de refugiados saharauis situados en Argelia. Esta entidad destaca el hecho de que numerosos saharauis fueron encausados o encarcelados por su defensa pacífica de la autodeterminación del territorio del Sahara Occidental. Marruecos aumento también las restricciones del derecho a viajar de por motivos políticos. La libertad de asociación también es una meta todavía no alcanzada en el Sahara.
Esta asociación desvela que, aunque ha habido iniciativas para reconciliar las partes y Marruecos ha reconocido los abusos incurridos, no se ha llevado a cabo una condena a las fuerzas de seguridad o funcionarios que cometieron dichos atropellos.
La justicia marroquí, tal como denuncia HRW, tiene una actuación arbitraria. En casos de carácter político es raro que los tribunales celebren juicios justos, incluso los acusados que alegan torturas no tienen permitido presentar exámenes médicos.
HRW señala que los funcionarios del gobierno marroquí impiden arbitrariamente la legalización de algunas organizaciones. Entre los grupos afectados están los que defienden los derechos de los saharauis, los imazighen (bereberes), los inmigrantes subsaharianos y los graduados universitarios desempleados; así como las asociaciones benéficas, culturales y educativas.
¿Situación irresoluble?
El pueblo saharaui lleva más de 30 años viviendo en campamentos sin resolver su situación y a merced de las decisiones políticas de países vecinos e instituciones internacionales. A pesar de los esfuerzos de los organismos por lograr una solución, de momento, ésta no llega.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas creó un plan de paz en 1991, así como la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en Sáhara Occidental (MINURSO). Esta comisión fue creada para supervisar el alto el fuego, así como para organizar y dirigir un referéndum en el que la gente del Sáhara Occidental tuviera la oportunidad de decidir el futuro estatus del territorio.
Tras varios intentos auspiciados por la ONU para realizar referéndums, las negociaciones continúan estancadas. Tal como informan las Naciones Unidas a través de MINURSO se han celebrado reuniones en los últimos cuatro años que no han producido movimientos sobre los temas sustanciales. Durante este período la actuación de dicho organismo se ha centrado en el control del cese del fuego y en programas asistenciales para el pueblo saharaui.
A pesar de todo ello, el pueblo saharaui sigue buscando una solución que les permita alcanzar el estatus de ciudadanos de su propio Estado. Hasta que ese momento llegue y puedan abandonar la vida en campamentos en el desierto, las iniciativas solidarias que ayudan a paliar su situación se hacen imprescindibles. Es por ello que el programa Vacaciones en Paz y otros que se vienen desarrollando desde hace varios años tienen gran importancia para proporcionar un halo de esperanza a este pueblo.
Imágenes cedidas por UN Photo/Evan Schneider
UN Photo/Yutaka Nagata
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