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Victoria Ciges, directora de 'Què va ser de ma mare': “A las mujeres siempre nos ha faltado tener un referente”

Victoria Ciges, estudiante y directora del falso documental 'Què va ser de ma mare'

Leila El Moudni Guerrero

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Victoria Ciges (Calicanto, 2001) es una estudiante del Grado Superior de Producción Audiovisual del Comenius Centre Educatiu. El cambio en la hoja de ruta de sus estudios, junto a la necesidad de aprovechar el tiempo, la hizo aterrizar en esta formación académica.

El pasado mes de noviembre, el guion de 'Què va ser de ma mare' se alzó con uno de los ocho premios de la segunda edición del concurso convocado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (Cima) y Prime Video para guiones que hacen frente al sexismo en las narrativas audiovisuales.

La directora del falso documental (mokumentary), basado en una mujer rondallaire de los años 30 e interpretado por sus descendientes, nos recibe en una cafeteria céntrica y concurrida de la ciudad de Valencia para explicar cómo se forjó la idea y qué opina del panorama cultural valenciano.

¿Cuándo nació su pasión por el cine?

Desde pequeña siempre me ha gustado coger una cámara de esas compactas y digitales que había por casa y contar mi vida. Solía grabar a mi perra o mis amigas. Lo hacía de una forma inconsciente porque me llamaba la atención. Cuando te haces mayor, vas escogiendo qué es lo que más te gusta y cómo quieres mostrar una realidad a través de planos concretos o del tipo de iluminación.

¿Cuándo empezó su periplo en este mundo?

Tras finalizar bachillerato, no pude entrar en la carrera de Comunicación Audiovisual porque me quedé en lista de espera. Para no perder años de estudios decidí cursar el grado superior en producción audiovisual en Torrent y cuando terminé, decidí apostar por el que estoy ahora, sobre realización. En este último año he podido conocer más del cine, las técnicas y recursos que se usan, y gracias a eso he podido conocer a más directores de cine.

¿En base a ello, ha tenido referentes a lo largo de sus estudios?

Te diría lo típico, Isabel Coixet. A nivel más histórico, hay un documental llamado 'El sostre groc' (narra un caso de agresiones sexuales en el Aula de Teatro de Lleida a partir de la denuncia de nueve mujeres contra sus dos profesores) que me apasiona. Me decanto más por el cine de realidad que el de ficción. A las mujeres siempre nos ha faltado tener un referente.

¿Cómo surgió la idea de escribir el cortometraje premiado?

En clase siempre nos enseñaban un género cinematográfico nuevo y que iba acompañado por la realización de un trabajo. Nos proyectaron un falso documental sobre un cineasta de los años 50 que inventó el cine de color y un tipo de cámara. Te lo mostraban como si hubiese existido, pero era irreal. A partir de ahí te entra la curiosidad y empiezas a pensar cómo se gestiona la recopilación de datos, las entrevistas y cómo una realidad falsa puede cambiar la historia. Quería generar ese efecto con el público: suscitar una reflexión que fuera subjetiva y que te preguntaras si eso podía cambiar el ritmo de la historia.

Una palabra o frase para describirlo.

Identidad cultural valenciana.

¿Siempre tuvo claro que sus proyectos tenían que entremezclar la perspectiva de género y la cultura valenciana?

No se me había ocurrido anteriormente la idea, pero cuando empecé a escribir el guion y como me tenía que basar en unos puntos para poder presentarme al concurso, le fui dando forma. En un principio, no me imaginaba que la historia iban a contarla tres mujeres. Fue todo improvisado a raíz del decálogo de Cima.

¿Cuánto tiempo dedicó a redactarlo?

Recuerdo que la convocatoria estaba disponible de septiembre a octubre y tuve que hacerlo en un mes. El tema de la figura del rondallaire valenciano ya la tenía en la cabeza, pero hasta que no veo algo que me motive no sigo adelante con la idea. Quería darle forma en algo y no supe cómo. Cuando vi que volvían a abrir una segunda edición del concurso, me animé a probar.

¿Cómo fue el momento previo a la producción?

A finales de noviembre me notificaron que había ganado un premio por el guion y empezamos oficialmente cuando nos ingresaron el presupuesto. Cabe destacar que no podíamos contratar a nadie externo al centro, y tuvimos que colaborar con el alumnado. En el caso de las tres protagonistas (la madre, la hija y la nieta) tuvimos un dilema, ya que cuando inicié el cásting entre personas del centro, no se presentaba nadie que entrase en mis requisitos de una mujer joven, otra de mediana edad y otra entre 60 y 70 años.

La excepción vino con ellas. Tuvimos que hacer un proceso de selección abierto y el instituto tuvo que realizar un seguro para ellas tres en caso de cualquier problema durante el rodaje.

Otra de las obligaciones que teníamos era grabarlo en un único día. Fue muy intenso, ya que primero grabamos en una sala de exposiciones en Valencia, y luego tuvimos que trasladarnos con los coches del equipo técnico a La Barraca, en Meliana.

¿Y tuvisteis mucho tiempo para realizar el cortometraje?

No. Empezamos en enero y justamente se me juntó todo. Estaba terminando el curso y en ese momento, estábamos realizando un obra de teatro, de la cual yo era la productora. Mi cabeza no descansaba. Me costaba pensar en cosas creativas. Estaba muy estresada, pensaba que no llegaba y sentía que todas las decisiones pasaban por mis manos. Lo hicimos todo en dos meses.

¿Cómo conseguisteis la financiación?

Prime Video es quien se encarga de aportar capital económico y ofrecer la plataforma donde se va a publicar el proyecto, pero todo lo gestiona Cima, que pone los medios materiales. Los dos tienen una especie de colaboración. Ninguno de los participantes tuvimos que poner más dinero de nuestros bolsillos.

¿Se remuneró el trabajo de las actrices y equipo audiovisual?

De las personas que participaron, nadie se lucró económicamente, ya que el concurso lo convoca una asociación cuya finalidad es mostrar trabajos realizados por el estudiantado de centros que querían colaborar. No era necesario que tuvieran formación académica. Había dos premios económicos en el concurso: uno que obtuve solamente yo como autora del guion, y el otro que se destinó a la producción.

A mí me sabe mal que no se pague por el trabajo de la gente porque es como si estuvieras pidiendo favores. Por eso se tenía que colaborar con el alumnado. Si no fuera educativo, tendrían que pagar más impuestos y no contarían con la colaboración de Prime.

Tras el éxito en tu primer mokumentary, ¿los próximos proyectos seguirán teniendo estas características o prefiere seguir innovando?

Creo que quiero cambiar. Quiero probar con otro tipo de cine, otras perspectivas de contar las historias. No quiero cerrarme a una sola posibilidad.

¿Podremos ver 'Què va ser de ma mare' en otro festival?

Esa es la idea. Queremos hacer un trabajo de distribución del cortometraje para que se conozca más. Aún no está confirmado, pero posiblemente, a finales de mayo, se presentará en la Filmoteca de Valencia. Se expondrán también los otros siete guiones ganadores.

Hay algunas escenas en las que aparecen imágenes de mujeres del siglo anterior. ¿Son todas reales o se han elaborado con alguna inteligencia artificIal?

Son mujeres que han existido. Principalmente son aportaciones de familias del equipo técnico, pero también hemos recurrido al Museu Virtual de Quart de Poblet donde tienen un archivo de imágenes de distintas familias. Tuvimos que redactar una instancia al ayuntamiento y hablamos con Santiago Vañó, técnico de patrimonio y turismo de este municipio. Fue quien me cedió las fotografías.

¿Ha recibido críticas?

No como tal. Me han comentado aspectos a mejorar como la duración de la obra o representar más a la rondallaire, a Teresa. Me sorprendió el efecto que generó. He pensado en hacer un largometraje, que pase a una película. De momento no tengo nada definido. Estoy dándole vueltas a la idea.

Respecto las políticas lingüísticas que defiende el actual Consell, ¿cree que pueden llegar a afectar directamente al mundo del cine valenciano?

Creo que no nos favorecen. No estoy muy enterada de los temas políticos, pero soy consciente de las cosas básicas que suceden y que suelen comentarse habitualmente entre la ciudadanía. Yo quiero a mi lengua y no voy a dejar de ser quien soy ni de hablarla. Es lo que siempre ha sufrido el valenciano. Es una forma de querer hacerlo más coloquial y de la calle. No se le da la importancia que tiene como idioma oficial del territorio. Me duele, pero yo seguiré haciendo este tipo de obras. Participo en un proyecto sobre residencias artísticas y culturales, gestionado por Joventut València, que se basa en la creación de redes sociales y pódcast en valenciano. Hagan lo que hagan, seguiré haciendo lo que me apetezca.

Y en cuanto al panorama audiovisual valenciano, ¿piensa que sigue estando infravalorado?

Ahora mismo está empezando a crecer, pero creo que desde las instituciones públicas tienen que seguir fomentándolo. Es muy importante impulsar las subvenciones y especialmente, contribuir con el crecimiento de las productoras jóvenes. El futuro está ahí.

¿Cómo ve la representación de las mujeres en obras audiovisuales o guionizadas por ellas?

Cada vez hay más mujeres en este sector. Es un orgullo. Sientes que hay un movimiento de apoyo. Estamos luchando juntas para que se nos reconozca nuestro trabajo. Tendría que haber sido siempre así. Hay un cambio positivo.

¿Existe paridad en este sector?

Aún queda mucho para conseguirlo, ya sea a nivel creativo o equipo técnico. Tengo compañeras que pienso que son muy válidas y que van a despuntar.

¿Entonces diría que está dominado por el heteropatriarcado?

Estuvo hace tiempo, pero no hay que bajar la guardia. De hecho, en la nueva serie del 'Caso Asunta', Candela Peña, de quien soy muy fan y admiro su forma de actuar y hablar, quiso preguntar por el papel de Rosario Porto y desde la oficina del propio directivo de la serie le dijeron que no. Esas cosas que se siguen comentado son un poco injustas. Hay que mantener la paciencia y demostrar cómo de válido eres. Ella lo hace.

¿Ha recibido noticias por parte de alguna institución pública cultural para presentar el cortometraje?

Me han ofrecido hacerlo en Quart de Poblet, gracias al técnico de Patrimonio y Cultura quien le propuso la iniciativa a la concejalía de Igualdad y Políticas Inclusivas. Me imagino que, si se hiciera eco del documental, habría más interés.

Y en cuanto al futuro de las mujeres en el mundo audiovisual, ¿qué expectativas tiene?

Veo el camino más fácil para las jóvenes que empiezan porque ha sido un tema muy mediático. El mundo de las redes ha generado una ola en el que se habla de las vivencias y experiencias de todas. El feminismo ha sido un movimiento que ha arrastrado a otros y eso ha favorecido la visibilidad y el reconocimiento.

Tienes que tener material y conocimientos básicos para empezar. Yo inicié en proyectos sin tener ni un euro. Fue amor al arte de querer hacer cosas e investigar cómo funciona la sociedad. Pero ya no tengo 18 años, tengo que ser realista.

¿Piensa que los jóvenes tienen un poder para llegar a cambiar el discurso político e incidir en cómo se gestionan las políticas actuales?

Sí, pero a la vez tienes la sensación de que nada cambia. Es todo muy superficial. Los temas que nos preocupan surgen en momentos puntuales. No se profundiza ni se llega a la raíz del problema. Como la vivienda.

Terminar un curso y enfrentarse a la “vida de adulto” es siempre un dilema. ¿Tiene claro en qué quiere centrarse durante los próximos años?

Tengo 22 años. No me gustaría cerrarme a ser directora de cine o técnica. A veces no tienes proyectos. No solo me interesa el cine, hay otros ámbitos como la psicología o la integración social que también me generan curiosidad. Está claro que quiero seguir en el mundo creativo, porque puedo crear un mensaje y sé que eso puede ayudar a la gente, pero no puedo asegurar que es un trabajo al que me dedicaría toda la vida.

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