Los arquitectos abogan por respetar la historia de las ciudades

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El “divismo” no es bueno aplicado a la restauración, se ha concluido en las jornadas organizadas por el Colegio de Arquitectos de La Rioja, donde también se ha defendido que “la ciudad y el paisaje, incluso los más degradados, son siempre un monumento, por lo que en cualquier proyecto arquitectónico que se lleve a cabo, y debe reflexionarse como tal, ya que afecta y está condicionado por el lugar y su entorno”.

Por ello, se incide en que “el divismo no es bueno aplicado a la restauración ya que en la intervención sobre edificios históricos el arquitecto debe volverse anónimo” y añade que “algunas de las obras más mediáticas de los últimos años en nuestro país están dañando nuestro patrimonio”.

Así, señala “proyectos de ampliaciones y reformas en los que en vez de integrar la obra nueva en el edificio histórico se construye un nuevo volumen protagonista y el patrimonio pasa a convertirse en casi una molestia que no queda más remedio que integrar”.

Para los arquitectos, “la arquitectura debe cumplir una razón social de servicio a la sociedad sin dejar de atender a la razón constructiva; la arquitectura entendida como escultura corre el riesgo de convertirse en una franquicia que no atiende al lugar donde se encuentra, una arquitectura deslocalizada que podría estar en cualquier lugar del mundo”.

A su juicio, “hay que acabar con el abuso de los contratos con arquitectos estrella tras los que, en muchos casos, se esconde un sólo propósito por parte del promotor: promocionar y popularizar un lugar para el turismo”.

Por ello, consideran que “la industria turística no sabe divulgar en muchos casos el conocimiento de los monumentos más allá de lo folclórico”.

“El mejor momento para la divulgación cultural puede ser el de las obras de restauración, que no se pueden secuestrar detrás de una lona a los ojos de la sociedad. Divulgarlas permitiendo el acceso del público genera en la sociedad una mayor conciencia del valor de nuestro patrimonio”, recalcan.

En las conclusiones se apunta, además, que “el valor del patrimonio histórico no debemos entenderlo sólo como el valor de lo que hemos heredado, sino también como el valor de lo que generosamente debemos aportar y transmitir a las generaciones futuras”.

Insiste en que “tan importantes son los estudios de los arqueólogos en las intervenciones sobre el patrimonio arquitectónico como lo son las aportaciones de los arquitectos en el patrimonio arqueológico; son, al fin y al cabo, dos caras de una misma moneda”.

Dice que la administración “genera demasiada normativa -nacional, regional y local- que sólo se limita a regular medidas restrictivas a la intervención complicando en exceso la tramitación y aprobación de los proyectos”, mientras que los profesionales “echamos en falta leyes y normativas positivistas, con un mayor compromiso, que nos aporten soluciones”.

“Los edificios contemporáneos también forman parte de nuestro patrimonio histórico, el cual deberemos aprender a valorar. La restauración de estos edificios también puede y debe someterse a la misma metodología restauradora”, finalizan las conclusiones de las Jornadas.

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