Merino regala a Titín el segundo punto

“¡Merino, Merino, Merino!”. Las gradas del Adarraga se entregaron al zaguero de su tierra tras concluir el choque contra Bengoetxea y Galarza. El espectacular esfuerzo que realizó, junto a la escasa ayuda proporcionada por Titín, significó su segundo punto en el casillero del Parejas. El marcador señalaba 21 iguales, y la dupla riojana alcanzó el 22 gracias al enésimo fallo de Ladis, preocupantemente impreciso durante todo el partido (y lo que llevamos de campeonato), pero que le exigió a David lo mejor de su repertorio en los últimos tantos.

Antes de la explosión final, los aficionados volvieron a pitar a los rivales de Titín y Merino, un feo gesto cada vez más habitual en Logroño y de escasa deportividad: los murmullos y silbidos se disparaban cuando le tocaba sacar a Bengoetxea y en los golpeos de Galarza. No obstante, cualquier artimaña que descentre a sus adversarios le viene bien a Titín. El delantero de Tricio exhibió los defectos de siempre, acentuados por el bajón de juego que atraviesa: desafinado de manera alarmante, se enreda en discusiones estériles y no encuentra esa magia de antaño. Quizá regrese más adelante, en los momentos decisivos, o quizá la haya perdido. Hoy, día 13 de enero, le caen 45 años… y son muchos y muy certeros los tiros que ha pegado.

El peso de la pareja lo asume Merino, un muro en la defensa, un derroche de físico y pegada. Aunque al hijo de Galarza III también le sobra pegada, le falta la sobriedad de su padre. El navarro, de 23 años, dispone de margen de crecimiento, pero las oportunidades en la élite hay que saber aprovecharlas. Acumula demasiados errores y su irregularidad y nerviosismo contagian a Oinatz, un pelotari valiente y con una amplia variedad de recursos, y sin embargo indeciso y apático junto a su compañero. Algo similar ocurre con la mala racha de Titín, a la que Merino hace frente como puede. Al menos salieron del Adarraga con otra victoria, y el histórico Augusto celebrará un cumpleaños feliz.