Radiación ultravioleta
En el caso de los UV-B, son los más dañinos para los seres vivos de nuestro planeta y se los considera la principal causa del cáncer de piel. Por otro lado, los UV-A son los que llegan en mayor cantidad a la superficie del planeta (95%).
El papel cancerígeno de la radiación ultravioleta es muy evidente, de forma que hay una relación estrecha entre la mutación del gen supresor de tumores p53 y las radiaciones UV, haciendo que su presencia se considere como la “firma” de su actividad cancerígena. Más del 90% de los carcinomas de células escamosas contienen mutaciones de este gen, y asimismo estas mutaciones se encuentran en el 74% de las muestras de piel humana normal expuesta al sol y tan solo en el 5% de las de la piel no expuesta.
Por último, “también es bien conocida la relación entre el envejecimiento de la piel, diferentes enfermedades oculares y especialmente las cataratas, y las radiaciones solares”, comenta Manuel Merino.
FACTORES DE RIESGO
Existen una serie de factores de riesgo endógenos y exógenos que influyen en la población, haciéndola más propensa a padecer cáncer de piel. En cuanto a los primeros, están incluidos el tipo de piel, las personas de piel clara, con pecas, de pelo rubio o pelirrojo están genéticamente predispuestas a padecer tumores cutáneos por su menor capacidad para desarrollar el protector bronceado cutáneo; la predisposición familiar en los melanomas; y los estados patológicos que provocan inmunosupresión, tanto de causa congénita como adquirida, facilitan la aparición de neoplasias de la piel.
Con respecto a los segundos están las radiaciones solares, especialmente resulta dañina en los primeros años de la vida y las quemaduras solares en la infancia; las radiaciones ultravioletas de fuentes artificiales; y otros cancerígenos, como determinadas sustancias químicas (alquitrán) y otras contenidas en productos cosméticos.
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