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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

“Siento rabia porque yo me tengo que cambiar de acera cuando les veo y ellos siguen libres”

"Siento rabia porque yo me tengo que cambiar de acera cuando les veo y ellos siguen libres"

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Ocho personas se sentaron el pasado miércoles en el banquillo acusados de un delito de pertenencia a asociación ilícita. Eran los fundadores de Nueva Época, una organización neonazi que se disolvió hace tres años y que cuenta en su historial con numerosas acusaciones por agresiones de diferentes tipos.

Una de ellas es la de Lucía. Paseaba por la calle Chile de Logroño un lunes del mes de mayo de 2013. “Fue entonces cuando G.H. (tesorero de Nueva Época) comenzó a seguirme”, cuenta. Posiblemente la reconoció por su militancia en el PCPE. Ella también le reconoció a el. “Son gente conocida en Logroño por su participación en Viejo Fondo, un grupo ultra involucrado en bastantes peleas”, señala.

Lucía se asustó y llamó por teléfono a una amiga mientras cambiaba de recorrido. Pero dos minutos después no apareció uno sino dos. A G.H. le acompañaba B.B.M., presidente de Nueva Época. “Se me pusieron enfrente, riéndose de mí, le dije a mi amiga que algo no iba bien y fue entonces cuando me insultaron y luego me golpearon”.

La sentencia reconoció en su día que B.B.M. le insultó y le dio “por lo menos un puñetazo en el hombro” que le causó lesiones que duraron cuatro días en curarse. Le tiró además el teléfono al suelo. El juez reconoce la superioridad tanto numérica como física de los atacantes y la naturaleza premeditada de la agresión.

Considera probado que “actuaron puestos de previo y común acuerdo, aunque ignore el motivo de su cobarde actuar”. Señala también en la misma sentencia que “dos varones jóvenes y fuertes agredieran a una mujer mucho más baja y ligera que ellos de una manera súbita e inopinada, aumenta el desvalor de la acción”.

Aun así, Lucía tuvo que esperar al juicio en una diminuta sala de espera junto a sus agresores. “Tres tíos que más de 1,80 frente a mi. Me sentí asustada, pedí protección y no me la concedieron. Tuve que esperar junto a ellos y declarar con mucho miedo, sabiendo que esas personas habían apuñalado a gente”. Uno de los compañeros de sus agresores está actualmente en la cárcel, condenado a 33 años por apuñalar a cinco personas en Lleida.

Los dos fueron declarados culpables pero la pena consistió en 9 días de arresto domiciliario y una indemnización a la víctima de poco más de 300 euros.

Ella tuvo que sufrir peores consecuencias. “Pasé miedo, más por mi familia que por mí”, cuenta, “cambié cuatro veces las ruedas de mi coche porque todas las semanas aparecían pinchadas, hicieron pintadas en el portal donde viven mis padres... Yo me sentía culpable por cargar a mi familia con esto”.

Ahora, casi cuatro años después, la situación no ha mejorado mucho. Lucía ha visto como sus agresores y el resto de sus compañeros volvían a ser considerados culpables por pertenencia a asociación ilícita pero una vez más con penas que les dejarán libres. “Siento rabia, porque tengo que ser yo la que se sigue cambiando de acera cuando los ve para evitar sus insultos o posibles represalias”, explica, “hay que recordar que a mí esa gente me agredió en plena calle Chile a las 11 de la mañana, porque saben y conocen su impunidad”.

En concreto, sus dos agresores han sido condenados como presidentes o directivos de Nueva Época a dos años de prisión, 12 meses de multa pagando dos euros al día, es decir, poco más de 1.400 euros cuando acaben de pagar, y 6 años de inhabilitación para cargo público. “No me resulta suficiente”, publica en sus redes sociales, “esto demuestra que en España está más castigado reírte de un Almirante que ir pegando y apuñalando a la gente”.

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