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Un millón de desplazados en Costa de Marfil

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El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, (ACNUR) ha advertido de que el actual conflicto armado en Costa de Marfil ha forzado a casi un millón de personas a abandonar sus hogares, está a punto de convertirse en una “guerra total”, y puede extenderse a la vecina Liberia, amenazando la frágil paz de la que disfruta desde hace ocho años el pequeño país africano, potencial fuente de reclutamiento de mercenarios y de contrabando de armas.

“El desplazamiento masivo que tiene lugar en Abiyán y en el resto del país se ve alimentado por los temores a que se produzca una guerra total”, advirtió la portavoz de la organización, Melissa Fleming.

Para ACNUR, el país se encuentra “al borde del punto de no retorno”, según advirtió en su cuenta de Twitter, en la que informó de que una de sus oficinas en el país “había quedado completamente destrozada”.

EL CONFLICTO SE EXTIENDE

Mientras, el máximo responsable de ACNUR, el Alto Representante Antonio Guterres ha visitado esta semana Liberia tras darse a conocer que más de 6.000 marfileños, de los 90.000 que han huido al país vecino, han atravesado la frontera a través de un nuevo punto de entrada, el condado de Gran Gedeh, una señal de que el conflicto en Costa de Marfil se está extendiendo.

“Está claro que este conflicto tiene que terminar”, afirmó ayer Guterres durante su visita a la capital de Liberia, Monrovia. Allí, describió un cuadro dramático de la situación actual en Costa de Marfil, dominada por los violentísimos enfrentamientos entre los partidarios del presidente electo, Alassane Ouattara, y el dirigente en funciones Laurent Gbagbo, que se niega a abandonar el poder a pesar de su derrota en las elecciones del pasado mes de noviembre.

“La cantidad de sufrimiento humano en el país es horrenda. Todos los países vecinos pueden verse afectados de una manera dramática”, estimó Guterres, quien trasladó su preocupación a la presidenta liberiana, Ellen Johnson Sirleaf, durante una reunión mantenida el pasado miércoles.

Naciones Unidas insiste en que se preste especial atención al constante contrabando de armas a través de la porosa frontera que separa a ambos países. A ello hay que sumar que Liberia, que sigue en proceso de reconstrucción tras dos devastadoras guerras civiles entre 1989 y 2003, carece de los recursos suficientes para asimilar el cada vez mayor número de desplazados que huyen de los enfrentamientos.

“Si queremos que haya paz en Liberia, hay que hacer todo lo posible para impedir que las armas sigan cruzando la frontera”, subrayó la representante especial de la ONU para Liberia, Ellen Margrethe Loj, quien anunció que la misión de Naciones Unidas en Liberia tiene previsto incrementar su presencia militar y policial a lo largo de los 700 kilómetros de frontera.

EN DEUDA

Las autoridades liberianas mantienen una deuda de honor con los marfileños. Hace diez años, Costa de Marfil albergó a miles de liberianos y ahora Monrovia ha expresado su compromiso para devolverles el favor.

La tarea de ACNUR es ahora la de intentar controlar el flujo de refugiados para que se alejen lo antes posible de la frontera y se apresuren a llegar a cualquiera de los 16 pueblos designados para hospedar a los marfileños.

“Es nuestra tradición y costumbre que recibamos a la gente cuando es tiempo de necesidad. Nosotros mismos hemos estado en esa situación”, explicó el ministro de Asuntos Interiores de Liberia, Harrison Kahnweah.

Sin embargo, los escasos recursos con los que cuentan las comunidades que ejercen de anfitrionas para los desplazados “amenazan con generar un potencial conflicto si no se reponen” los alimentos que los liberianos están cediendo a los desplazados, según la superintendente del condado de Nimba, Edith Gongloe Weh.

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