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“La Escuela de Vela de La Palma podría ser la reproducción del exitoso modelo de Islandia en la promoción de adolescentes con un estilo de vida saludable”

Félix González durante una reciente jornada de entrenamiento de la Escuela Insular de Vela de La Palma.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

El pasado martes regresó a La Palma el equipo de regatistas que asistió a la VI Convivencia 2018, organizada por Actividades Náuticas de Tenerife y la Escuela Municipal de Deportes Náuticos de Guía de Isora, celebrada entre el 24 y 27 de marzo. La Escuela Insular de Vela de La Palma aportó el mayor número de participantes a este encuentro. Además, entre los integrantes palmeros, asistieron alumnos en la categoría de adultos, toda una novedad en este tipo de competiciones. Uno de los inscriptos fue Félix González, psiquiatra, quien ha relatado en una entrevista con La Palma Ahora sus vivencias durante el torneo. Plantea el cuidado de la salud mental y la prevención de las adicciones mediante el fomento de la práctica de actividades lúdicas y deportivas.

-¿Cómo fue la experiencia en esta convivencia náutica?

-Nosotros contamos en La Palma con una Escuela de Vela Insular que tiene diversos y atractivos valores. Está organizada de una forma muy abierta y que fomenta la participación sin limitaciones por la edad. A Playa San Juan fuimos invitados todos los alumnos de vela y se logró organizar un equipo de 25 regatistas, cuyo rango de edad comprendía diferencias de 50 años entre el mayor participante y el de más corta edad. Claro que unos con aspiraciones más competitivas, para medirse con otros equipos, y otros más por el disfrute en sí de practicar en las aguas del sur de Tenerife este noble deporte. Un acontecimiento que fue vivido por todos como de una extraordinaria importancia.

-¿Por qué?

-El ambiente deportivo en general fue muy rico y estimulante. La vela ligera, la práctica deportiva que más conozco, tiene la particularidad de que se desarrolla en el mar y de una manera individual a la vez que muy cooperativa. Cada uno se hace cargo de su barco y trata de llegar el primero, aunque siempre tiene una lancha de asistencia cerca que acudirá en su ayuda si lo precisa. Todo se desarrolló con el habitual soporte de las medidas de seguridad y en un ambiente grato, alegre, deportivo… Me pareció que experimentamos sensaciones muy saludables, tanto física como emocionalmente.

-¿Podría explicarnos esta impresión?

-La vela, como todo deporte, requiere entrenamiento físico. El mar es una superficie inestable que precisa cierto dominio del equilibrio y capacidad de tolerar la frustración. Son horas navegando en solitario. Estar en un barco solo, consigo mismo como única compañía, requiere tomar decisiones muchas veces sin poder consultar sino a la propia experiencia, sentido común, intuición y también a los conocimientos teóricos adquiridos durante la formación sobre el viento, las corrientes, las olas… Pero quizás lo que más me llama la atención es cómo se vive el día a día de esta actividad.

-¿Cómo es ese día a día?

-La programación de los entrenamientos es intensa. Quienes acuden a vela tienen que compaginar sus estudios, su trabajo, su familia, con dos días de preparación física semanal, clases teóricas frecuentes y salidas al mar cuatro días en semana, incluidos sábados y domingos. Y todos los alumnos tratan de no perderse nada. Se percibe un entusiasmo que no es tan común encontrarlo. Mientras las chicas y chicos están ilusionados con aprender, cuidar sus barcos, pendientes de las condiciones del tiempo y de la mar, es menos probable que se encuentren ociosos, y buscando estímulos en otro tipo de experiencias nada constructivas como son por ejemplo las adicciones.

-¿Desde ese punto de vista, considera que el deporte puede servir para combatir el problema de las drogas?

-Estoy seguro. En este sentido tenemos experiencias cercanas que debemos tener en cuenta. Islandia ha reducido drásticamente el consumo de alcohol, tabaco y drogas en los últimos 20 años gracias a la inversión en experiencias de este tipo. Han logrado reducir del 42 % de chicos que se habían emborrachado en 1998 al 5% en 2016. El consumo de cannabis del 17% al 7%. Y de cigarrillo del 23% al 3%.

-¿Y España cómo está en este tema?

-Según los últimos datos de la encuesta Estudes del Ministerio de Sanidad, el consumo de tabaco, cannabis e hipnosedantes entre los menores de 14 a 18 años ha crecido en España en los últimos años, de 2014-2015 a 2016-2017, en un periodo en el que también ha aumentado el de todas las sustancias adictivas salvo el alcohol, la cocaína y los alucinógenos. Más del 30 % de los jóvenes españoles se declaran adictos al tabaco.

-¿Se puede asegurar que las políticas de prevención no han funcionado?

-Se han mostrado insuficientes. Si les decimos a los jóvenes que fumar es malo por una actitud de rebeldía propia de la edad tienden a hacer lo contrario. Si les hablamos de la salud: ¿qué les importa la salud a jóvenes que no tienen percepción de la enfermedad? Si les decimos que está perseguido, prohibido…, algunos verán en esto un estímulo y una barrera a transgredir.

-Volviendo al modelo de Islandia, ¿por qué ha sido efectivo?

-En la droga se busca, aunque de forma equivocada, sentirse mejor. Es una manera de intentar vencer el aislamiento y afrontar los problemas aunque por el camino de la autodestrucción. El alcohol, la nicótica, la cocaína, el cannabis, generan una sensación del placer inmediato que actúa como un anestésico ante la frustración. A este estímulo se le llama recompensa. Las autoridades sanitarias islandesas han tratado de organizar un movimiento social basado en la embriaguez natural. Es decir, ofrecer a la gente que se coloque con la propia química de su cerebro sin los efectos nocivos de las drogas. Una recompensa no dañina. Los resultados han sido que el país ocupa actualmente el primer puesto de la clasificación europea en cuanto a adolescentes con un estilo de vida saludable.

-¿Esa estrategia sería entonces como una terapia?

Sí. Aunque a los chicos no se les habló de terapia en sí. Se les propuso enseñarles lo que quisieran aprender. No solo deportes. El programa incluía música, danza, artes marciales, etc. Y a la vez podrían recibir formación dirigida a mejorar su autoestima y la manera de relacionarse con los demás.

-¿Y por qué estas experiencias tan interesantes no se llevan a cabo en la Isla?

-Aunque tengo que aclarar que en la Escuela Insular de Vela de La Palma no existen problemas de adiciones en los chicos, creo que sí se está trabajando con un modelo que podría ser muy eficaz si se aplicara a programas de prevención de la drogadicción. Pero claro, actualmente los integrantes de la escuela son chicos muy sanos que, probablemente, también estén protegidos frente a este problema justamente porque viven en su tiempo libre muy implicados en esta actividad deportiva. Lo que sí quiero destacar es que considero que el Cabildo Insular y el Club Náutico están llevando a cabo, y, probablemente, sin que ese haya sido inicialmente el propósito principal, un potencial programa de prevención por medio de la Escuela Insular de Vela que podría aplicarse frente a las toxicomanías. Todo ello implicaría modificaciones como por ejemplo ampliación de infraestructuras y de las plantillas de personal oportunas.

-Entonces, la Escuela de Vela de La Palma, aunque no tenga actualmente una finalidad terapéutica ni preventiva respecto a las adicciones, ¿podría ser un buen instrumento en ese sentido?

-Efectivamente. Como cualquier otra actividad que genere entusiasmo en los jóvenes y que sea constructiva. Esta Escuela, concretamente, cuenta con una organización que cumple con la filosofía de los programas del sistema de asistencia en la prevención de la drogodependencia islandés y que consiste básicamente en fomentar los hábitos saludables en los jóvenes. Tenemos la suerte de contar en nuestra isla con esta valiosísima actividad, dirigida por instructores responsables, altamente cualificados en lo profesional y con actitudes muy apropiadas de contención y límites con sus alumnos. El carácter de nuestros monitores como docentes, se trasmite a los alumnos imprimiéndoles una influencia que combina, de forma idónea, afecto y autoridad. Estas cualidades son muy preciadas en la formación de la personalidad a estas edades. Los padres que dejamos a nuestros hijos a cargo de estos expertos, lo hacemos con una total confianza. Sabemos que les dirán un no cuando proceda, que también los alentarán cuando sea necesario y que les reconocerán sus avances cuando sea lo conveniente. Estas referencias son fundamentales para que las puedan incorporar, en su crecimiento y maduración emocional, los adolescentes y así aprendan a navegar seguros, no solo sobre las olas, sino también por la vida.

-¿Puede explicar cómo se previenen las toxicomanías con la navegación?

-Los chicos se estimulan en función de lo que les espera en el mar cada día. Tengamos en cuenta que en el consumo de drogas el estímulo placentero y la excitación se desencadenan desde que se localiza el camello. En el caso de la navegación, ocurre una auto-estimulación natural que se empieza a generar con la consulta al parte meteorológico. De esta manera, no hay mucho tiempo los fines de semana para pensar en intoxicarse. La borrachera es envergar el barco, escuchar la arenga del instructor para pelear con las condiciones, salir al mar, reírse con los demás, gritar de emoción, cantar de un barco a otro y en ocasiones sentir algún sobresalto controlado. En definitiva, pasarlo bien, aprender... Uno de los lemas del coordinador de la actividad, y que me parece muy acertado, es recordarles a los chicos ante una competición que gana quien más se divierte.

¿Usted piensa entonces que estas actividades deportivas pueden mejorar la salud mental de quienes las practican?

-Sí. Estoy convencido. Aunque para ello hay que hacer un replanteamiento de los recursos aumentando, en la medida de lo posible, la financiación estatal a los clubes deportivos, de música, arte, danza y de otras actividades, con el objetivo de ofrecer a los jóvenes, formas alternativas de sentirse integrado grupalmente y de encontrarse más a gusto con sus vidas. Seguro que se compensaría con el ahorro en psiquiatras, psicólogos, centros de asistencia y de disgustos.

-Parafraseando el título del libro Mas Platón y menos Prozac, ¿se puede decir más vela y menos psicofármacos?Mas Platón y menos Prozac,más vela y menos psicofármacos

-Hace poco me decía una compañera de la escuela, en tono de broma : “Félix, no te ofendas, pero con esto de la vela necesitamos menos tus consultas”. Y yo le contesté que no solo no me ofendía sino que me halagaba ese comentario. Y que sigo sugiriéndoles a quienes sufren soledad, aislamiento, angustia… que nos acompañen. Así, probablemente, algunas personas necesitarían menos pastillas, o ninguna.

-Y los padres ¿qué lugar tienen en estos programas?

-Es importantísima su participación. La experiencia de Islandia ha incluido a los padres en estos planes de salud. Sus hijos ven que se ocupan de ellos. Las familias se han unido más, han conseguido dedicar más tiempo para relacionarse, comparten inquietudes, aprendizajes, intereses, y el resultado es que ahora cuentan con jóvenes más sanos en todos los sentidos. ¿A qué esperamos para ampliar estas experiencias que podrían estar al alcance de muchas personas que lo necesiten y que por otra parte no parece que resultarían tan caras para la administración, en relación a los costes económicos de los tratamientos y los efectos destructivos sobre los individuos y las familias que sufren por las adicciones?

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